Salud

El paseo de la muerte entre la Nueva eps y la clínica Metropolitana de Ibagué

El paseo de la muerte entre la Nueva eps y la clínica Metropolitana de Ibagué

Dentro del cúmulo de irregularidades señaladas en la nota anterior sobre el contubernio entre la Nueva eps y la llamada clínica Metropolitana, se agrega ahora el criminal paseo de la muerte que realizan entre estas dos entidades. (Puede leer: Clínica Metropolitana, el cementerio de la Nueva eps de Ibagué)

Este fatídico paseo que consiste en negarle los servicios a un paciente o afiliado a una eps en un hospital o clínica, haciéndolo trasladarse de un lugar a otro, sin que en ninguno lo atiendan,  'argumentando' cualquier causa o motivo; en esta ciudad se trasladó a dos entidades únicamente, diferentes aparentemente (Nueva eps-Clínica Metropolitana), pero que en el fondo actúan como un solo ente con el mismo propósito: negarle los servicios al paciente con el fin ahorrar el dinero de la salud para invertirlo en negocios particulares.

Esta situación que supuestamente iba a corregir el presidente Juan Manuel Santos, con la aplicación de Ley Estatutaria de Salud desde el año anterior (2017), cuando afirmó que:    “No habrá más paseo de la muerte”, “no habrá excusas para interrumpir los tratamientos de los pacientes”, “se acabarán los abusos con los precios de los medicamentos”, entre otras promesas que hizo el mandatario entonces; la situación hoy en Ibagué, es peor que la que se registraba antes del acuerdo tácito que existe entre las entidades citadas para negar los servicios y perjudicar en definitiva la salud y la vida de los afiliados a la Nueva eps Ibagué, que tiene como IPS exclusiva a la deplorable clínica Metropolitana.

Entre estas dos empresas constantemente se tiran la pelota de la una a otra y ninguna resuelve nada. Los afiliados tienen que ir y venir permanentemente entre las 31, sede de la Nueva eps, y la 42-43 con quinta, lugar donde se encuentran las instalaciones de la Metropolitana,  implorando un mal servicio de salud como si fuera una limosna y, dónde además, el paciente es tratado como una mercancía,  un bulto de papas o una carga de leña.

Se añade a ello, el cotidiano cambio de personal en la clínica, por empleados inexpertos que no reciben inducción ni preparación para atender a quienes acuden en busca de alivio de sus dolencias, especialmente en personal administrativo y paramédico, como cajeras o cajeros que reciben el dinero de la cuotas moderadoras o copagos, donde se forman enormes colas que demoran hasta dos o más horas y cuando llega su turno ya han perdido la cita médica, el examen de laboratorio o el servicio que requiera de esta cancelación. Solamente hay una o dos cajas para atender a más de 600-800 pacientes mínimo que llegan todos los días a este suplicio.

Pero las irregularidades siguen. No solamente son las que planteamos en nuestra nota de enlace al comienzo de este escrito (Clínica Metropolitana, el cementerio de la Nueva eps de Ibagué), también se agrega la forma descarada, folclórica e irresponsable que se está utilizando para postergar indefinidamente las citas con especialistas que demoran hasta más de seis meses, y los exámenes de alguna complejidad. Ahora, ni siquiera llaman al paciente para informarle que su cita o examen fue aplazado otra vez más, sino que este se viene a enterar cuando ya está en el lugar, fecha y hora que lo han citado para decirle: "qué pena, el médico no pasó la agenda y su cita le queda aplazada para tal fecha", por la general dos o tres meses después. Lo mismo ocurre con los exámenes.

Cada día surge un esguince, un nuevo cuento, una nueva forma de mamarle gallo a la gente. Un nuevo método de burla, que se constituye en más ganancias para los operadores de la salud.

Y todo esto sucede, volvemos a insistir,   porque la clínica Metropolitana no tiene la capacidad locativa, técnica, científica ni el personal médico y administrativo para atender a la cantidad de afiliados que se agolpan en las mañanas, día tras día en sus incómodas instalaciones, donde las sillas ni los baños alcanzan ni para la mitad de los pacientes que allí concurren. Esta llamada clínica, es una verdadera plaza de mercado desordenada y sucia, en ciertas horas de la jornada, especialmente en las mañanas. Un despelote completo donde nadie sabe guiar e informar correctamente a un paciente.

Y bien, a todas estas, ¿qué pasa con los organismos que tienen que controlar a estos establecimientos? En primer lugar la Superintendencia de Salud, la secretaria de Salud de Ibagué, la Personería Municipal y la Defensoría del Pueblo, que tienen que velar porque se cumpla el derecho fundamental del servicio de salud como elemento esencial de la vida humana.  La Secretaria de Salud únicamente se limita a publicar comunicados de prensa donde anuncia intermediación y asesorías para que las eps cumplan con su deber, pero de ahí no pasa. Sola bulla.

Entretanto, y mientras esta situación continúe, seguiremos denunciando así aremos en el desierto.           

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