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Las campañas engañosas
Por: Edgardo Ramírez
El ser humano tiene la tendencia a no estar de acuerdo con las reglas que le imponen como grupo social, por las diferentes apreciaciones de la cultura que le afina el carácter y determina su manera de ser.
La globalización y desarrollo acelerado de algunos sectores del mundo en conocimientos, tecnología y comunicaciones han traído consigo la imitación de formas de comportamiento social, e influencia en nuestros sistemas políticos y de gobierno, sin que nuestros países promuevan formas de contener esa influencia que conduce a la pérdida de los valores ancestrales e identidad cultural.
En nuestro continente americano, México, Perú, Bolivia, Ecuador, Argentina y Brasil y Colombia preservan de manera integral sus ancestros y cultura de la que se sienten orgullosos y no avergonzados y la exportan en su música, el cine, manufacturas y sus platos típicos al mundo.
En Colombia se destacan por la expresión su cultura ancestral, regiones como Tolima, Nariño, Atlántico, Huila, Valle del Cauca, Caldas y Antioquia.
Los falsos promotores de la nueva cultura de la estridencia internacional, consideran que salvaguardar los ancestros y costumbres, son tal vez, quedarse atrás de lo brillante y deslumbrante en formas y colores de un falso modernismo y por eso expresan “que ancestros ni que ocho cuartos”, como lo escribió la ex Fiscal Viviane Morales, sin considerar que el legado de las pasadas generaciones tienen incidencia en lo que somos como sociedad.
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Sin aislarnos del progreso, debemos regresar a la política del buen vecino y no del desprecio por los demás porque se tiene un vehículo mejor o se vive en un lugar más costoso, sin que esas apariencias sean las que determinen la importancia de los seres humanos.
Las campañas políticas no han estado exentas de esos cambios culturales. En los últimos años, se han visto en países que decimos desarrollados, manifestaciones electorales de dirigentes políticos, impulsando las más bajas faltas de civilidad política.
Las manifestaciones públicas en las pasadas elecciones en Estados Unidos, dejaron una mancha en la historia democrática de esa nación, por la irracionalidad del partido republicano y su candidato, donde no hubo el respeto por los elementales principios de la dignidad humana.
La política no es eso. Es la apreciación de posibilidades en beneficio de la comunidad bajo normas de respeto por el derecho ajeno para que exista convivencia social.
En algunas protestas sociales, intereses oscuros han exaltado los ánimos de las turbas fanáticas que han llegado a extremos violentos mediante enfrentamientos y ruptura de la convivencia que viola la legalidad y la democracia.
Los colombianos no podemos caer en ese vacío de incomprensión y odio. Es necesario crear una cultura de la convivencia y expresión bondadosa de los sentimientos, para evitar agresiones y enemistades por convicciones políticas, y ante todo que la publicación de los periódicos y medios televisivos y redes sociales, no difundan el trato descortés e irrespetuoso que sustituya la exposición de ideas, proyectos y programas de gobierno por parte de los candidatos para que las comunidades tengan una información objetiva e imparcial.
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Por eso, los debates públicos de los ocho candidatos presidenciales, debe limitarse sólo en quienes tengan como mínimo un 5% de los resultados de las votaciones de las consultas presidenciales, a fin que el debate no se torne inmanejable y en una cadena de insultos y confrontaciones verbales que no es lo que esperan los ciudadanos de candidatos que no llegan al 1% de intención de voto, como Ingrid Betancur, Enrique Gómez, Jhon M Rodríguez y Luis Perez.
Es difícil buscar un entendimiento si no se cede en las pasiones y los odios, para entender que la salvación de nuestra nación debe estar en una serie de mutuas concesiones y en la comprensión de nuestros valores, si queremos que la convivencia y el desarrollo social, sea el camino hacia la paz y un país mejor.
Nada hace prever que los seguidores de los candidatos presidenciales con opción de elección, bajen el tono de la controversia política, mientras subsista el odio como combustible de las relaciones humanas y con ese proceder se está dando un mal el ejemplo a las generaciones venideras.
En esas manifestaciones hostiles han jugado un papel activo los ex presidentes de la república, quienes deben hacer un paso al costado para no azuzar los ánimos de las diferentes facciones y tendencias ni deben creer que siguen gobernando porque les dicen presidente, como un eufemismo obsecuente propio de sociedades ambivalentes ante el poder político y económico, al cual le rinden culto reverencial, como si ese poder efímero fuera el valor esencial del ser humano.
La propaganda engañosa, no hace sino encender una hoguera de odios, injuria, calumnia y actos delictivos contra el buen nombre de personas.
El venezolano JJ Rendón quien ha sido adalid de la propaganda engañosa en Colombia, se le debe poner en su lugar.
Se está estudiando la manera de denunciarlo en Colombia por ser la sede donde presuntamente se han cometido delitos contra los derechos humanos y el buen nombre de las personas, asesorando a sectores políticos conocidos en procedimientos denominados propaganda negra con base en la injuria y la calumnia contra otros candidatos.
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Nadie que cometa delito contra extranjero está exento de la ley penal. El artículo 16 del Código Penal, (numeral 6) de manera taxativa consagra su aplicación en el ámbito interno, siempre que se den las condiciones allí señaladas, este artículo señala que:
Extraterritorialidad.
La ley penal colombiana se aplicará:
6. Al extranjero que haya cometido en el exterior un delito en perjuicio de extranjero, siempre que se reúnan estas condiciones:
a) que se halle en territorio colombiano;
b) que el delito tenga señalada en Colombia pena privativa de la libertad cuyo mínimo no sea inferior a tres (3) años;
c) que no se trate de delito político.
Pensar que por generarse el delito aparentemente extra territorial, que no puede llegar la aplicación de la ley es un desconocimiento de las normas penales y los tratados sobre el particular.
Al señor JJ Rendón, se le ha visto en reuniones con políticos en Colombia y existen personas que conocen su actividad relacionada con la propaganda engañosa de la actual campaña presidencial, en que cada semana publican notas de descrédito y difamación al buen nombre de los candidatos.
Igualmente buscan en cárceles afirmaciones falsas que comprometan las campañas políticas de los candidatos con más opción en las encuestas.
De igual manera el candidato Federico Gutiérrez ha sido atacado por las responsabilidades en el caso de Hidroituango y por los vínculos de su secretario de seguridad Gustavo Villegas, con la oficina de cobro de Envigado e por la que fue condenado cuando el candidato era alcalde de Medellín y le han realizado toda clase de conjeturas y vínculos con partidos donde los dirigentes han estado presos y condenados y hasta una foto que circula del jefe de la campaña Juan Carlos Henao, con el Ñeñe Hernandez.
Esa forma sucia de hacer propaganda a las campañas ensombrece el debate democrático y lo convierte en una rencilla de ataques personales por quienes no conocen los programas de los candidatos sino el engaño en las redes sociales donde nadie asume responsabilidades ni respeta los derechos ajenos tan necesarios para la paz social.
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