Opinión
Psicología de masas del uribismo
No, el uribismo no es una enfermedad, no es una patología. Eso disculparía, de alguna manera, sus comportamientos obedientes y sumisos, su complacencia con la mentira y el engaño oficiales, su aterradora complicidad con la corrupción, con la represión y hasta con los crímenes de Estado, así como sus propias acciones delincuenciales, farisaicamente presentadas, casi siempre, como en defensa del bien, de las buenas costumbres, de la "democracia" y de las instituciones.
Se trata sí, de sujetos colectivamente insertos en un opacamiento generalizado de la conciencia, en una masiva "corrosión del carácter", en una servidumbre voluntaria, en una extrema idolatría y subalternidad al poder, que les conduce, irremediablemente, a la pérdida de la capacidad de establecer juicios autónomos y valoraciones éticas, es decir, se trata de sujetos cómodamente inscritos en la "banalización del mal", como lo analizara Hannah Arenndt.
Se trata del acomodamiento cínico y pragmático, por parte de grandes sectores de oportunistas y trepangos, sistemáticamente estupidizados, pero desvergonzadamente conscientes de sus arteros comportamientos...
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