Opinión
Primero Ibagué
Por Samuel Gómez
Abordar con grandeza, bajo la convicción de defender el interés general del municipio de Ibagué y su gente, es la actitud que se impone para los sectores alternativos de la política local, para luchar contra las corrientes continuistas y de clanes, que están administrando el departamento y la capital, con resultados totalmente deprimentes.
Es plenamente conocido que, pensando en el Ibagué con desarrollos empresariales y de buenos servicios que merecemos, nos encontramos con otra realidad, cifrada en la carencia de unos servicios públicos y sociales, confiables: como lo evidencia el caso del agua, cuya solución aún no llega, pese a tantos anuncios fallidos.
La movilidad es crítica, por el estado de las vías y la falta de nuevas soluciones; el precario transporte aéreo, ya que tenemos los tiquetes más costosos en el concierto nacional y frecuencias insuficientes, a lo que se suman las cancelaciones y retrasos en los vuelos, por cualquier leve variación en la condición atmosférica.
El mal endémico del desempleo, sin ninguna gestión del gobierno en su mejoría, siempre tiende a empeorar, unido a la inseguridad que preocupa por su intensificación.
Para rematar, algo que nos distinguía en favor, que era la manifestación amplia de nuestra cultura, como se vio en las pasadas festividades, se cambió por una mera incitación a la borrachera y el desorden, para no mencionar, el fiasco que ocasionó la falta de control de la alcaldía para el evento musical del año pasado en el Centro Vacacional Tierra Caliente, que terminó engañando a miles de personas, arruinando a cientos de comerciantes, y de paso, acabando con la marca Ibagué como destino turístico. En síntesis, sumamos todos los elementos posibles de una mala administración del territorio.
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En la coyuntura actual, para que el sector alternativo corrija el errático rumbo de Ibagué, llegando al gobierno, se requiere que todas las tendencias propensas al cambio, depuremos la selectividad para presentar un candidato único a la alcaldía, fruto del acuerdo sobre los ejes fundamentales de la acción futura de gobierno, que responda a las expectativas de la ciudadanía, mejorando la productividad y la economía del municipio.
Es perentoria entonces, la unidad para lograr un solo candidato alternativo, pero es algo que no se logra descalificando a ningún precandidato con argumentos que solo cierran puertas, como la juventud de uno de ellos, en el caso de Marco Emilio Hincapié, tampoco con premura por exigir planes de gobierno, cuando no existe un acuerdo previo sobre lo fundamental a proponerle a la ciudadanía, que permita articular una planeación consensuada.
Existen otros obstáculos en la unificación que se tienen que superar, como el hecho de que algunos precandidatos practiquen un doble juego, de ser alternativos, y, a la vez, estar beneficiándose de las administraciones locales actuales; que se critique solamente a la administración departamental y se evada el debate de las indelicadezas y falencias de la alcaldía municipal.
Que algún candidato promueva en su perfil en redes y apruebe los sondeos sobre preferencias a la alcaldía, y luego, cuando el resultado le es adverso, incite a los demás a no reconocerlo, y de paso a expulsar del proceso al ganador, con argumentos innobles; pactar una encuesta realizada por la firma que representa una persona cercana al alcalde actual y con una metodología que no corresponde a una encuesta seria.
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Este tipo de contradicciones pueden hacer perder credibilidad al proceso de unificación de la candidatura y propiciar la atomización de las fuerzas al interior de la coalición, facilitando de paso, la continuidad del estilo corrosivo, prevendista, pelechador y de clan, que nos sigue sumiendo en el atraso.
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