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Opinión

Polarizados

Polarizados

Por César Morales -Administrador de Empresas. Comunicador Social


Polarizar, según la Real Academia Española de la Lengua, se define como el proceso de orientar en dos direcciones contrapuestas, es decir abrir cauces y dirigir hacia cada uno de ellos.

El discurso de la polarización se centra en la contraposición y se alimenta principalmente por los medios de comunicación y el discurso de los llamados líderes políticos o líderes de opinión.

La polarización generalmente se presenta de dos formas: la polarización ideológica que tiene que ver con las creencias, los valores y los postulados que un determinado grupo promueve y, la polarización afectiva, que tiene que ver con las pasiones, los afectos, los amores y odios que generan las ideas, las posturas, pero sobre todo las percepciones que se tienen de los lideres o personas que las profesan.

Para el profesor de la Universidad de Valencia en España, Jesús Pérez Zafrilla, existe una marcada relación entre el compromiso político y el nivel educativo de las personas frente a su nivel de polarización, especialmente política.  Para él, una sociedad está más polarizada cuando una mayoría de ciudadanos se identifican más fuertemente con las posiciones de un movimiento frente a las posiciones del adversario, de esta manera habrá menos personas con posiciones independientes.

Aquí el papel de los llamados líderes es fundamental, pues se cree que la polarización es inducida de manera descendente desde las élites hacia la base de los partidos o las personas. Existe en cierto modo, un carácter artificial e insuflado que alimenta principalmente la polarización afectiva, que es en ultimas, la más fácil de alentar, por cuanto somos seres emotivos o motivados.

La maraca de las emociones se agita peligrosamente cuando hay un fin premeditado que busca amilanar o disminuir el impacto que el adversario presume, o aumentar y exacerbar sus malos resultados, hasta el punto de convertirlo en fracaso. Aquí es donde entra el nivel educativo de las personas como una especie de factor protector: se presume que a mayor nivel, mayor también será el sentido crítico; por contrario, a menor nivel, el sentido acrítico aumenta.

Existe una relación muy directa entre la polarización ideológica y la alta formación académica,  y la polarización afectiva y la baja escolaridad. Las personas educadas debaten sobre los ideales y principios políticos, las de baja educación sobre la impresión que les generan los lideres adversarios. La responsabilidad de los educados es enorme por cuanto deberían guiar en la sensatez, pero su papel se deforma en agitar a los no educados en la emotividad negativa, en una especie de liderazgo emocional que básicamente busca construir una barrera impermeable ante todo lo que sea contrario, así sea bueno o mejor.

Las campañas políticas son un gran ejemplo de esto, los discursos centrados en anular o resquebrajar la imagen del contendor son el centro del marketing político, estos procesos se han vuelto prácticamente una elección carismática, donde los programas y propuestas no son relevantes, pues a decir verdad muy pocos los leen. Las elecciones son el germen de la polarización.

La división que es un factor ineludible de la democracia, en una sociedad moderada, debería darse en el sentido del disenso, de la capacidad de debatir y confrontar, pero en sociedades agitadas, el fin es el consenso, unificar alrededor de unas ideas, lacrar cualquier posibilidad de discusión y anular férreamente todo aquello que este por fuera del ideal político. Es fácil, entender en nuestro caso, que tipo de sociedad somos.

Son rasgos de una sociedad madura, la tolerancia, la coexistencia entre diversos y distintos, la alternancia en los modelos políticos e ideológicos del poder, el respeto por la representatividad de las minorías, la supremacía del bien general sobre el común, la prospectiva y la búsqueda incesante del bienestar justo, equitativo e igualitario. Evidentemente, deben darse muchos procesos de discusión, dialogo y construcción, basados fundamentalmente en el sentido común, para llegar a estos niveles que no son utópicos, muchos países en el mundo lo han logrado.

La polarización que busca allanar y transitar estos caminos no solo es saludable, sino deseada, en Colombia ha tomado camino aquella frase cajonera “construir sobre lo construido”, cuyo subtexto realmente escribe: pinte la casa, pero no se atreva a hacer modificaciones. La polarización nuestra es una polarización sui generis, que busca mantener el estatus quo, que hace creer a muchos que las cosas están bien, pero ¿cómo conservar cosas en un país donde hay tanto por cambiar?

Nuestro nivel de debate es pírrico, es evidentemente emocional, laxo en las percepciones de lo moral, -robó, pero al menos hizo algo-, es quizás el más pintoresco, real y descriptivo eslogan de la política nacional, esa es la polarización que nos alimentan, en donde terminamos como reclutas defendiendo cosas que no entendemos o que creemos nos afectan como individuos, porque además de separarnos, esta sociedad también nos ha hecho egoístas.

 

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