Opinión
¿Poder de la voluntad o voluntad de poder?
Por Juan Bautista Pasten G. - Docencia e investigación en filosofía - Universidad de Chile.
La voluntad es una destacada característica, la cual ha sido examinada por religiosos, psicólogos, sociólogos y filósofos, de hecho, de su comprensión y aplicación depende, en gran medida, el derrotero y sentido que aplicaremos en la sociedad y en la vida. En efecto, una voluntad potente muy seguramente generará personas de amplia proyección individual y social; en cambio, una voluntad menoscabada suele producir personas pusilánimes y reprimidas.
Por lo pronto, la voluntad es definida como la capacidad de tomar decisiones y acciones propias, lo cual permite mantenerse activo, motivado y con ansias crecientes de extensión, desarrollo y evolución.
En primer término, consideramos necesario tratar de dilucidar la interrogante que da título a la presente columna, vale decir, si la Voluntad provoca poder o bien éste – el poder – se incrementa y fortalece con el uso de la Voluntad.
Ciertamente, como en todo lo concerniente a lo humano, las respuestas son diversas. Algunos priorizan la voluntad como un don o virtud de excelencia, como el poder que posibilita bregar hasta alcanzar nuestros objetivos. Otros piensan que la utilización adecuada de la voluntad, permite no solo el crecimiento personal, sino la expansión hacia ámbitos cada vez más amplios de la realidad social y política.
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En lo que compete a nuestro pensamiento, sostenemos que ambas tesis tienen algo o bastante de razón. Sin embargo, la permanente movilidad de lo real establece e impone que las consideraciones analíticas y reflexivas no pueden quedar sujetas ni anquilosadas, sino que, por el contrario, siempre deben buscarse concepciones e ideas más amplias y profundas. Esta es la manera idónea de prolongar y enriquecer el conocimiento y avanzar hacia la sabiduría.
Efectivamente, la Voluntad es una virtud excelsa y específica de los seres humanos, un poder dado o adquirido, que insta a a luchar por nuestros deseos y anhelos más preciados. Unido a lo anterior, la Voluntad organiza y allana senderos sobre los cuales expandir nuestro ser y habitar en el mundo; que puede manifestarse tanto para direccionar y aleccionar a otras personas como para asumir relevantes actitudes y posiciones de liderazgo.
La dialéctica real y reflexiva, sintetiza los dos momentos indicados de la Voluntad, junto con descubrir nuevos aspectos de la misma, lo que, sin duda, tiende a enriquecerla y potenciarla. Por cierto, es la constante movilidad de las situaciones lo que impulsa a la evolución del pensamiento y las acciones volitivas inherentes. La Voluntad es una virtud, un don humano, pero, al mismo tiempo, es un potencial que debe ser fortalecido, perfeccionado y actualizado en toda instancia y lugar.
Cuando escribimos acerca de “lo volitivo” nos referimos a actos de la voluntad, cuya intencionalidad varía según quienes los ejecuten. Lo volitivo, entonces, son acciones que enfrentan a lo establecido, con el fin de superar las limitaciones y lograr lo deseado. Por ejemplo, la educación y los estudios permiten vencer barreras internas y exógenas.
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Ahora bien, examinemos brevemente las ideas de importantes pensadores acerca de la Voluntad:
a) Sócrates (filósofo griego, siglo V a.C.): “la voluntad es la idoneidad para querer, anhelar y buscar lo bueno para sí y quienes le rodean, siendo de este modo la base de la felicidad”.
Platón (filósofo griego, siglo IV a.C.): “la voluntad impulsa hacia el bien y al mayor de todos los bienes, aquel que descubre y consolida la unidad de la belleza, la justicia y la verdad”.
b) Agustín de Hipona (filósofo latino, siglo V): “Cuando nuestra voluntad es sublimada por la voluntad de Dios, nos convierte en seres buenos y justos”. Pensamiento que acoge la cita bíblica “Hágase tu voluntad y no la mía”, la voluntad así comprendida, empodera y perfecciona al ser humano.
c) Enmanuel Kant (filósofo alemán, siglo XVIII): “la real voluntad es aquella que quiere hacer el bien, que no actúa conforme al deber, sino en consonancia con el deber mismo”, constituyéndose en pensar ético y en acción moral.
d) August Schopenhauer (filósofo alemán, siglo XIX): “la voluntad es el sustrato íntimo intangible que da cohesión a todas las cosas y a todos los seres del mundo; desde las leyes naturales hasta las ordenanzas sociales, todo es voluntad”. El mundo es afín a la representación de la voluntad.
e) Frederic Nietzsche (filósofo alemán, siglo XIX): “En la vida real no existen más que voluntades fuertes y voluntades débiles”, vale decir, hay entes de la multitud y seres libres.
f) Albert Einstein (físico alemán, siglo XX): “Hay una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad y la energía atómica: la Voluntad”, ésta es quien debe dirigir el destino de la humanidad.
g) Filosofía contemporánea: la Voluntad es un valor fundamental como apetito intelectual, con capacidad de determinación propia de un ser dotado de inteligencia, apto para construirse a sí mismo desde las ideas y el pensamiento. La voluntad esta emparentada con el conocimiento y los valores fundamentales.
En consecuencia, podemos decir con certeza que el uso auténtico de la Voluntad insta a ser mejores, a competir y superarnos cada día. La Voluntad es la facultad motora y directriz de cada uno de nosotros, cuanto mayor sea la voluntad expresada, más amplio será el campo de nuestro quehacer y mayores serán también nuestros logros. Por el contrario, mientras menor y debilitada sea la voluntad, más susceptible es la posibilidad de ser absorbidos y dominados por el entorno natural y colectivo.
Ciertamente, la concreción efectiva de la Voluntad exige el fomento de la disciplina y la perseverancia, todas ellas son el sustrato del éxito. La Voluntad decidida, la firmeza en las determinaciones, junto a la constancia y la valentía son esenciales para alcanzar todos y cada uno de los propósitos.
Es tiempo, por consiguiente, de expandir conscientemente la Voluntad de Justicia, de Conocimiento y de Libertad, única forma de dejar de ser meros instrumentos al servicio de falsos líderes y nazca nuestro verdadero Ser, que no es otro que ser Uno Mismo, en cuanto sujetos pensantes, protagonistas históricos de la realidad, en unidad con el prójimo, con la naturaleza, el Universo y lo Infinito.
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