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Opinión

¿Quién eres? Una interrogante substancial

¿Quién eres? Una interrogante substancial

Por Juan Bautista Pasten G.

Docencia e investigación en filosofía.

Universidad de Chile.

 

En primer término, es menester señalar que la interrogante no se resuelve, simplemente, con entregar una o más respuestas; ésta, como otras similares, suelen estar ligadas a otras que pueden clarificar u obnubilar el objetivo requerido. Espero que este artículo aporte con herramientas prístinas y significativas que posibiliten que cada uno de nuestros lectores pueda develar y encauzar su existencia y el sentido de la misma.

Cómo indiqué anteriormente, las respuestas a la inquietud planteada han sido diversas. Sin embargo, nuestra tesis se localiza en pensamientos y teorías filosóficas, las cuales, a nuestro juicio, permitirán dilucidar y asumir un quehacer activo y protagónico en la realidad.

Efectivamente, la pregunta ¿quién eres? es inherente a las interrogantes cruciales de la filosofía, vale decir, quiénes somos, de dónde venimos, hacia dónde vamos los seres humanos. En consecuencia, queramos o no, el dilucidar lo existencial nos insta a lo genérico y profundo del ser humano.

Ahora bien, a continuación, indicaré teorías de destacados pensadores que posibiliten insertarnos en la interrogante de esta columna y, además, dar luces hacia la anhelada respuesta:

  1. Edmund Husserl. Filósofo moderno alemán - creador de la corriente de pensamiento llamada Fenomenología – propone la técnica reduccionista. En lo que compete a este ensayo, podemos hacer uso de este método del modo siguiente: Una persona puede ser reducida de sus características físicas, emocionales, mentales, vitales, sociales, familiares, cronológicas; en fin, de todo lo que pueda definirla de alguna manera. No obstante, aun así, sigue siendo “algo”, pero ¿qué es ese algo?

 

Lo anterior es llevar la pregunta al extremo de las posibilidades cognitivas, ya que, si eliminamos todo lo que pueda definirnos, ¿qué somos? En este nivel, responder la interrogante, se convierte no solo en un problema, sino en un drama y un desafío.

 

  1. Juan de la Cruz. Poeta y religioso cristiano de mediados del siglo XVI, propone que, previa a la elevación del alma hacia la unidad mística con Dios, se genera un proceso de cuestionamiento y comprensión dolorosa de la pequeñez de nuestro ser, de la precariedad de la existencia humana. Esta instancia es conocida como “la noche obscura del alma”, sin la cual no es posible ascender hacia la plenitud de la Vida, donde se devela quienes somos verdaderamente.

  2. La corriente existencialista. Tiene dos senderos: 1. El existencialismo cristiano, representado, en este caso, por el filósofo francés contemporáneo Gabriel Marcel. Para este pensador, Dios ubica al ser humano, a cada uno de nosotros, en el centro del mundo, Dios concede el hálito de vida, de existencia. A partir de ahí, cada persona debe tratar de desocultar y redescubrir el sentido de su ser en el mundo, es decir, de reencontrarse con su esencia, en cuanto creatura divina.

 

2. El existencialismo ateo, cuyo principal exponente es el filósofo francés del siglo pasado, Jean Paul Sartre. Para este pensador, el hombre, el ser humano es simplemente arrojado al mundo – siendo irrelevante el cómo ni el cuándo -, desde ese instante crucial, cada persona busca construir y forjarse su destino, su objetivo y su esencia. Para Sartre, sin embargo, este trabajo cognitivo y social resulta, por lo general, infructuoso e inútil, pues el hombre está condenado a ser libre, o sea, a no ser algo determinado.

El ser humano jamás puede llegar a ser algo que lo defina por completo; lo único que puede hacer en el mundo es vivir plenamente su libertad, aquí y ahora, con determinación y consciencia.

 

  1. Erich Fromm. Filósofo y psicoanalista alemán del siglo XX. Heredero de la afamada Escuela de Frankfurt, es uno de los iniciadores y promotores de la Psicología Social o Humanista. Por lo pronto, en el libro “El arte de amar”, señala la disyuntiva entre tener o ser: “Si una persona pierde todo lo que tiene – casa, automóvil, bienes materiales, propiedades, posesiones diversas -, ¿quién es?”.

 

 Fromm señala que lo fundamental no es lo que tienes (cosas), sino lo que eres (ingenioso, divertido, amable, empático, creativo, libre). Desde el momento en que lo descubres, estás capacitado para crecer y evolucionar tanto individual como colectivamente, asumiendo un rol protagónico en la construcción de mejores comunidades.

 

  1. Abraham Maslow. Psicólogo y psiquiatra estadounidense del siglo anterior. Al igual que Fromm, pertenece a la corriente humanista de la psicología. Es conocida la Pirámide de Maslow, que sintetiza el desarrollo del ser humano, desde la satisfacción de las necesidades básicas hasta alcanzar crecientes grados de Autorrealización y Realización Integral.

 

Para Maslow, la tarea del ser humano es, precisamente, el crecimiento constante y permanente, ello es posible mediante la profundización del Autoconocimiento. Esta autocomprensión se potencia cuando unificamos dos elementos substanciales: “la Humildad, que consiste es ser conscientes de las debilidades y limitaciones humanas, junto a la Dignidad, que es descubrir y reconocer las potencialidades divinas en nosotros”.

 

Podemos, ahora, indicar con certeza, consciencia y optimismo que la tarea de develar quienes somos compete a todos y cada uno de nosotros. No es tiempo de ser espectadores pasivos de los acontecimientos sociales, tampoco clonadores de ideas foráneas, ni siquiera aventurarse por caminos fantasiosos e ilusorios.

 

En efecto, la respuesta a quién eres, será mucho más poderosa en la medida en que cada cual descubra que es un ser necesario, importante y trascendente, con la suficiente idoneidad para constituirse en protagonista de su vida y de la sociedad en su conjunto.

 

Confío en que una ingente cantidad de seres humanos pueda decir con seguridad que “No soy esa simple hoja movida, llevada y traída por el viento, en verdad, soy esa hoja, pero también soy el viento e, incluso, soy quien mueve el viento”.

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