Opinión
Once años y contando
Por: Fernando Varón Palomino
En Ibagué, una calle repavimentada en múltiples ocasiones se convierte en hecho histórico, o terminar escenarios después de once años o adjudicarse iniciativas, se han convertido en las mentiras diarias que a nadie parece importarle, y el cuarto poder, se inventa caudillismo para seguir exprimiendo la vaca contractual, mientras la sociedad, en todos sus niveles, por el afán diario de la subsistencia parece resignarse al “laissez faire, laissez passer”, con el agravante que todo se hace mal o como en antaño, que roben mientras hagan.
El nefasto y aún sin condena alguna Luis H Rodríguez, enterró la ciudad y nos convirtió en los hazme reír ante el mundo con afectación de varias generaciones de deportistas, con la anuencia de quienes dicen representar los intereses de la sociedad.
Llega en el 2016 Guillermo Alfonso Jaramillo, auto pregonero de su honestidad a toda prueba, el paladín de la lucha contra la corrupción y el que con “todo el corazón”, acabaría con la politiquería y los supuestos clanes, tal vez para que el clan Jaramillo quedara solo en el pedestal. Ínfimas cosas se podrían rescatar de su gestión, pero lo relevante, es el llamado a juicio por actos de corrupción. Claro, tal parece que todo está dado para que la justicia obre en su favor, no por desvirtuar las pruebas sino por ayudas “divinas”, de allí su confianza para lanzarse como precandidato de la Capital de la República.
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Pero como el adagio popular, quien no quiere caldo, buenas son tres tazas. El ingeniero de las obras, que algunos califican como el de las obras mal hechas. El visionario, el que está transformando a Ibagué, según sus propias palabras. El señor TikTok que dibuja una ciudad inexistente. El mismo que va a la Orient y saca fajos de billetes para comprar joyas. El que ante la suspensión de la Procuraduría por intervención descarada en política que se defendía porque consideraba que era persecución política, ha creado su propio movimiento político y lo pregona a los cuatro vientos.
El mismo que busca a Álvaro Uribe para ofrecerle la secretaria de Gobierno, el que publica fotos rodeado de mercenarios políticos mercadeando la burocracia, el que ante la detención del exsenador Mario Castaño, salió a defenderse de acusaciones imaginarias por el susto que tal hecho le produjo, es el mismo que sin rubor alguno, viaja a la Argentina con su candidata en pleno ejercicio como alcalde, con el cuento que se encontraba en vacaciones como si por este hecho se dejara de ser funcionario. Sí, este mismo, es el que supuestamente va a dar garantías electorales.
Han pasado once años y sigue la cuenta de tres mediocres alcaldías las cuales tienen una particularidad y se identifican plenamente, han contado con la benevolencia de los organismos de control. Uno se pregunta, que pasó con las investigaciones sobre los Juegos Nacionales, o sobre el alumbrado navideño o sobre la intervención en política, ¿por qué no se concluye ninguna indagación, investigación o proceso? Sencillo, las “ias” son igual de mediocres.
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