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Opinión

Mamola, cafres

Mamola, cafres

Por Jairo Rivera Morales - ExCongresista


“Que me devuelvan la tierra que me han quitado los de arriba”...

¡Carajo, la tierra para el que la trabaja!

Colombia tiene uno de los más altos índices de concentración de la propiedad territorial en América Latina.

Aquí subsiste la figura del latifundio ocioso porque grandes extensiones de tierra continúan siendo dedicadas al denominado “engorde” y a la ganadería extensiva. Todo esto diluye y disminuye la rentabilidad social de los terrenos.

Los incurables terrerófagos, practicantes de la apropiación por desposesión y auspiciadores del paramilitarismo, conforman  uno de los sectores encubiertos por el manto de impunidad que ha venido enmascarando su condición de victimarios.

Detestan a Juan Manuel Santos porque en su gobierno se aprobaron dos leyes fundamentales para que en nuestros territorios pueda haber paz, justicia, reparación y reconciliación: la ley de víctimas y la de restitución de tierras. 

Entre otras cosas, porque a algunos de ellos no les interesa la reconciliación... Son guerreristas por violentos y han llegado a constituirse —como bloque— en epítome de la violencia a fuerza de ser guerreros contra el derecho y la ética, contra la equidad y la justicia. Dicen defender la democracia, pero en la práctica son enemigos del pueblo.

Saben que nuestra Constitución  ha consagrado a Colombia como un “Estado Social de Derecho”; no ignoran que un artículo de la misma establece que “la propiedad es una función social que implica obligaciones”; pero todo ello les importa un bledo y se lo pasan por la faja, acostumbrados como están a que todo lo resuelven a su favor  —¡en todos los estrados!— poniendo a funcionar el dinero.

Luis Carlos Galán Sarmiento, en memorable alocución, expresó en algún momento, en su condición de candidato presidencial, que en Colombia sería necesario aplicar la  expropiación —con indemnización— para realizar la justicia distributiva propuesta en varias encíclicas papales.

En otra alocución planteó una de las grandes paradojas de nuestro ordenamiento: “Somos más territorio que estado y más estado que nación”. Ofrendó su vida buscando que las cosas cambiaran. Enseñoreados sobre la realidad y el cuerpo de la patria, narcoparamilitares y oligoterratenientes ordenaron su sacrificio, lo mismo que el de Jaime Pardo Leal, Bernardo Jaramillo Ossa y Carlos Pizarro Leongómez, todos ellos precandidatos presidenciales y grandes hijos de la patria. Casi, podríamos decir, que en aquella ocasión, nos vimos abocados a elegir presidente por sustracción de materia... 

Esa es la Colombia en la cual nos ha tocado vivir durante las últimas cuatro décadas. Ese es el panorama que han visto los hijos de las generaciones nuevas quienes también se están volviendo viejos...

Pero ahora, catervas de energúmenos, hiperderechistas desvergonzados, ultramontanos recalcitrantes, parlamentarios inconscientes y cínicos mercenarios de un periodismo decadente, pugnan por hacernos creer que nuestro país era la Suiza de Suramérica hasta cuando “por desgracia” llegó Gustavo Petro a la Presidencia de la República.

No nos crean tan aguacates, como decía un gran amigo desaparecido. No hablen tanta macumba... Mamola cafres, les decimos desde aquí buscando que recobren significación esas dos palabras que en su tiempo hicieron resonar Jorge Eliécer Gaitán y Darío Echandía, dos grandes colombianos!.  

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