Por: Martha Alfonso – Congresista por el Tolima

El trámite de las reformas sociales ha marcado la agenda política del país de manera positiva; los temas más sensibles para la sociedad colombiana han pasado por el Congreso con la firme intención de transformar la salud, la educación, las pensiones y los temas laborales, animando, como nunca antes, a la ciudadanía a estar pendiente de sus congresistas. Ojalá esto configure una nueva cultura política programática en el país.

Y seguramente así será toda vez que el acuerdo de paz ha permitido que asciendan en la agenda pública las políticas sociales y los conflictos socioeconómicos que por décadas estuvieron en segunda escena por cuenta del conflicto armado.

Pese a todos los traspiés que ha tenido la implementación del acuerdo, incluyendo la grave avaricia de las disidencias y de aquellos que siguen usando la violencia y el narcotráfico para amedrentarnos, el mandato popular de las movilizaciones del estallido social se ve reflejado, al menos, en poner sobre la mesa los debates más álgidos y necesarios sobre la justicia social, la redistribución de la riqueza y el fortalecimiento del Estado como garante de derechos a través de lo público.

En todo este proceso de reconfiguración de la opinión y de la política, han sido clave los medios de comunicación, quienes además se constituyen hoy en un actor político frente a los debates de las reformas, tomando postura a favor y en contra.

En el caso de los grandes medios comerciales y masivos, es claro para el país que hoy expresan de manera directa los intereses de los conglomerados económicos que son sus propietarios o financiadores, atizando un debate necesario sobre la independencia y objetividad responsable que debería caracterizarlos como generadores de opinión pública.

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Por su parte, y como estrategia contra informativa frente a los grandes medios tradicionales, las redes sociales y la comunicación alternativa han sido un escenario en disputa, siendo de gran ayuda para fortalecer procesos comunicativos del Gobierno, nuevas fuentes y narrativas informativas desde las comunidades, pero también plataformas para influenciadores que posan de especialistas en temas políticos y económicos para generar noticias falsas, información manipulada y pánico entre las comunidades sobre la gestión del Congreso y del gobierno.

La disputa comunicativa en el plano político es un escenario que debemos analizar con más detalle; desde nuestra experiencia liderando dos reformas sociales en su trámite por el Congreso, hemos encontrado en los medios tradicionales los espacios comunicativos necesarios y una actitud respetuosa con nuestras posturas y la defensa de la agenda popular. Sin embargo, notamos el uso frecuente de palabras clave tales como "polémica" y "tensión" para referirse al debate normal de las cuestiones públicas, llevando de manera innecesaria a la polarización de las posturas públicas.

En ese contexto, vale la pena resaltar que el debate nacional está cambiando, que cada vez son más claros los actores que juegan papeles determinantes en los escenarios de poder y eso, sin duda, es un camino que debemos recorrer para transparentar la política y profundizar la democracia.

El relato público nacional está en permanente tensión y es necesario pensar y considerar que polemizar de manera excesiva para buscar clics en las páginas de internet o mejorar las métricas en redes sociales no siempre es el mejor camino para comunicar los temas públicos, pues se deja de lado el análisis de los datos, del contexto o la consulta a otros actores relevantes en la historia, la técnica y la administración.

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En ese sentido, avanzamos en temas que hasta hace poco tiempo estaban escondidos para el público y su aparición en los medios de comunicación tradicionales es un avance significativo para la democracia. En el mediano y largo plazo pueden influir en la madurez de la conversación nacional sobre los temas estratégicos y más relevantes para la vida cotidiana de las y los colombianos, promoviendo el creciente interés de la ciudadanía por la política, el Gobierno, el Congreso y lo que se legisla; por eso es necesario tener una mirada crítica y reflexiva sobre la comunicación política y su influencia en la opinión pública.