Opinión
Lapidación pública y Golpe Blando
Por Carlos Alberto Estefan Upegui - Exgobernador del Tolima
Son muchos los aspectos a tener en cuenta al tratar de encontrar una explicación a la persistente e implacable oposición contra Gustavo Petro, Presidente de Colombia, animadversión que viene incluso desde cuando se desempeñaba como alcalde de Bogotá.
Pero lo más curioso es la sorprendente forma de superar dichos obstáculos apoyado siempre en su serenidad y la cultura que lo caracteriza; en su sentido común, en el respeto por las instituciones, la democracia y el derecho legítimo que le asiste. Tanto así que hasta con el gravísimo problema de su hijo, no ha tenido reparo en que la justicia actúe y se aplique la ley.
Cuando era mandatario Distrital recordamos que Alejandro Ordóñez como Procurador General de la Nación tuvo el atrevimiento de destituirlo y siete años después debió retractarse a raíz de un fallo de la Corte Internacional de Derechos Humanos que consideró violados sus derechos políticos.
Para ese entonces, Gustavo Petro tomó un segundo aire y en la campaña a la Presidencia de La República como candidato pasó a ocupar el primer lugar en las encuestas, hasta alcanzar el triunfo definitivo por abrumadora mayoría.
Llegaron a calificarlo de “Castrochavista”, además de alertar a los colombianos sobre su posible triunfo, porque temían llegaríamos a convertirnos dizque en otra Venezuela; sin embargo, hasta hoy quienes así lo creyeron deben reconocer que no ha habido una sola expropiación; la inflación ha ido cediendo; la moneda se ha revaluado; el recaudo tributario es cada vez mejor; la inversión extranjera ha ido en aumento; la tasa de desempleo continúa reduciéndose y mucho menos somos una dictadura. O sea que no hay tal "fantasma venezolano".
Entretanto, por las mentiras divulgadas en la prensa, al Presidente le ha tocado usar las redes sociales para comunicarse personalmente con su público y evitar que los medios continúen con la idea de desdibujar y distorsionar su gobierno.
En otras palabras, asistimos a una especie de “lapidación pública”, método de ejecución muy antiguo consistente en lanzar piedras contra alguien hasta producirle la muerte, no menos grave hoy día de parte de los periodistas que se ensañan contra el Gobierno, sin piedras pero con una actitud tóxica, desobligante y mal intencionada. Pero es que también se ha hablado de promover un “Golpe de Estado Blando” o golpe no tradicional con técnicas de carácter conspirativo, implementadas con el ánimo desestabilizar el gobierno y causar su caída, confabulándose en dicho fin tanto el sector privado como las reservas de las fuerzas armadas, políticos de la oposición y la misma prensa, mientras en simultáneo se destapan delitos que comprometen a los integrantes de ese complot, entre ellos algunos políticos de la misma oposición, los dueños de los grandes capitales y funcionarios de gobiernos anteriores que cobraron coimas para la adjudicación de obras multimillonarias.
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Pero, tal como lo decía en vida el exministro Guillermo Perry: “la campaña agresiva contra Petro lo único que ha conseguido es consolidarlo.”
Su apuesta ambientalista lo ha posicionado internacionalmente y a nivel nacional la afinidad con los jóvenes y las clases más necesitadas, quienes además se muestran reacios con la clase política tradicional, representan un respaldo cada vez mayor para su gestión.
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