Opinión
La Sodoma colombiana
Por: Gabriel Tique Alarcón
¿Estamos donde queríamos? ¿lograron desenmascarar al zorro después de robarse la gallina?, ¿logramos completar los escenarios deportivos? Ya se van a cumplir cuatro años de mandato y solo nos hemos quejado; se queja el taxista, el conductor del bus, el pasajero, la vendedora de tintos, el estudiante de bachillerato y el universitario.
La pandemia fue hace dos años y siguen con el pretexto barato de que todo fue culpa del Covid-19. Pero, ¿en serio, es culpa de un virus que atormentó a la humanidad?. Seamos objetivos. Hemos pensado que por años alguien vendrá a salvarnos y mejorar este magnífico “vividero” llamado Ibagué.
No sé, pero las H de heroísmo, humildad, historia, nunca han estado en la ciudad. Las que sí nos han rodeado son las H en iniciales de apellidos que nos han marcado momentos de inseguridad, robos y malversaciones.
Nos hemos acostumbrado a vivir mal en uno de los mejores “vivideros de Colombia”, nos hemos acostumbrado a que nos roben en una ciudad en donde la mayoría de personas se conocen entre sí, nos hemos acostumbrado a no tener oportunidad laboral, estudiantil, deportiva y musical.
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Pese a las luchas que ha enfrentado el Tolima, solo nos reconforta que el equipo de fútbol esté en la Sudamericana y logre entrar al octagonal al final de la temporada, que la cerveza esté barata en Mercacentro y los cigarros más económicos en la tienda del barrio.
Igual que un pecador devoto a la iglesia, nos estamos dando golpes de pecho después de cada cuatro años votar y elegir al favorito y protegido del barretismo de confianza. Me pregunto: ¿quién será el siguiente?. Pues llevamos 12 años en la misma situación intentando recuperar una ciudad que se encuentra perdida, una ciudad que gracias a influencers de medio pelo y comediantes baratos del país, es identificada como la Sodoma colombiana.
Hace unos días, nos quejábamos: “que ojalá pagara todo el daño que nos hizo el alcalde electo ese ladrón”, cuestionando las presuntas irregularidades de la actual administración de Hurtado. Pero el día que juzgaron a su supuesto cómplice, Daniel Cadena, lo olvidamos, dejamos que otra vez se nos burlaran en la cara, los conservadores y ‘barretistas’ odiaron al exalcalde Jaramillo y esperan que pague por lo de un alumbrado navideño, pero los que estamos informados con lo que pasa en la ciudad, nos preguntamos ¿cuándo pagará el supuesto héroe con H lo de los ‘piques ilegales’, las malas estructuras viales, el incremento de la inseguridad, el desempleo en la ciudad, las deficiencias del sistema de transporte público? Nos quejamos bastante de un presunto ladrón que nos dejó sin escenarios deportivos, pero como todo ciclo perfecto de sucesión, llegó uno igual y no hacemos mucho.
Cuando David peleó con Goliat no le tembló la mano. Solo faltan unos meses de mandato y están a punto de dejarnos sin la calle 60, ya se van a cumplir ocho años sin escenarios, la tasa de maltratos contra la mujer aumentó, ya es fácil robar en cualquier esquina de esta ciudad. Pero si Goliat hubiese hablado antes con David, habrían llegado a un acuerdo. Pues el alcalde nunca se acercó cuando los jóvenes marcharon, cuando falleció Santiago Murillo, cuando faltó la estatua de Andrés López de Galarza, el día que los taxistas pararon y solo por añadir algo más reciente, el desacuerdo entre los conductores de bus en la ciudad.
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En una conclusión de palabras y con una mofa, somos una ciudad con ausencias, ausencia de policía, secretarios, turismo, justicia y creo que lo que no hemos tenido es un verdadero mandato municipal. Pero lo más importante de Ibagué es el Deportes Tolima que sigue en la Sudamericana y que el estadio alumbra más cada año.
En serio, la incertidumbre en Ibagué es enorme, la única solución posible es que llegue un alcalde nunca antes visto. Es increíble ver cómo las personas del común, los verdaderos héroes de esta historia, hacen el trabajo de un policía tomando justicia por mano propia para que al presunto ladrón de turno lo liberen a las tres horas, que estudiantes busquen la solución a tantos huecos en las calles, que habitantes de calle y gente entregada a la ciudad realicen el rol de policía de tránsito.
La pandemia, el robo del Jamming, la pérdida de identidad, la deficiencia del transporte público, las calles llenas de baches, la tardanza de las obras, la comunidad sin ley ni orden.
En conclusión, esperemos que la negligencia de un mandatario que no estaba preparado para el cargo, una H de horror no genere una ciudad de nunca jamás y logremos tener ese lugar magnífico que ha sido Ibagué desde sus inicios.
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