Opinión
La Política: ¿Un asunto de “Personal Branding”?
Oscar Javier Pulido M
Venga y se toma un tinto. Ud. que es profesor de sociales, ¿Cómo ve la vaina? Ganó Aranda, ahora nos van a gobernar dizque las mujeres, perdió el Barretismo, ese “man” debe estar bien ardido, ahí Bolívar, está haciendo pataleta de ahogado.
Cuatro años más de lo mismo. Pero, no se quede callado ¿Ud que piensa? Es común encontrarme en ocasiones alrededor de discusiones “políticas”. Que más que políticas, se convierten en escenarios de una contienda trivial. Las discusiones suelen ser tan efímeras que he optado en muchas ocasiones por callarme. La verdad no me gusta cuando me preguntan, lo que pienso, porque en mi experiencia, he aprendido que cuando alguien te pregunta algo, él no está esperando que realmente le contestes desde tu opinión, sino espera, que con tú respuesta, afirmes y valides, lo que él, previamente ya tiene en su mente como respuesta.
Hurtadismo, Barretismo, Petrismo, Uribismo, Chavismo, … ismo, ismo, ismo. Suelo en mis clases, tratar de explicar siempre antes de entrar en una explicación, anteponer la etimología como una herramienta útil para aclarar el concepto antes de la discusión. Hoy, quiero valerme de esa herramienta, pues es común en el lenguaje de las ciencias sociales toparnos permanentemente con el sufijo “ismo”, que, para asuntos de este texto, zanjaremos en un “sistema ideológico, una doctrina”.
Es claro, que detrás de toda persona exista un sistema de creencias, pensamientos, ideas. Pero las ideologías en si no son personales. Que una persona piense en algo, no la hace dueña de aquello en lo que piensa. Las ideas surgen de un profundo examen de reflexión y están detrás de toda realidad sensible, y a ellas solo llegarías con un desprendimiento de ese mundo de los sentidos (diría Platón).
Seguimos pensando la política como un asunto personal, donde “alguien” tiene que venir a “salvarnos”, alguien que desde su perfección tenga las ideas claras para sacarnos del hueco donde nosotros mismos nos hemos metido, o, mejor escrito, hemos cavado. ¿es eso posible?, ¿qué una sola persona pueda dar solución a todos los problemas?.
Este pensamiento no es gratuito, esta es la secuela de una sociedad eclesial, de la cual aún no nos hemos liberado, “dios no ha muerto”, le diría a Nietzsche y “seguimos siendo menores de edad” le contestaria a Kant, claro, si estuvieran vivos y realmente nos estuviéramos tomando un tinto en la plaza Murillo.
La libertad y la ilustración siguen siendo una hermosa utopía, una retórica, que solo vagabundea en algunos círculos y que, de vez en cuando, se hace visible porque es conveniente nombrar.
La verdad es, aún NO nos queremos hacernos responsables de nuestra propia existencia, por ello, todo el tiempo buscamos la manera de culpar a “alguien”, y la mejor forma para hacerlo, es dejar que otros asuman la responsabilidad, que sean otros los que administren, así, cuando algo no me guste, o salga mal, como pilatos me podré zafar del problema de manera ligera.
La Política, si se recuerda para aquellos que lo han olvidado es un “asunto de todos”, la política no consiste en seguir personas, sino en construir realidades. La discusión no puede concentrarse en la persona, en si es mujer o hombre, si es lindo o feo, si es cristiano o ateo, si es pobre o rico, si es de bien o… ¿de mal?, de derecha o izquierda (esta la dejo para otra discusión), la discusión aquí no es moral, religiosa, estética, monetaria, la discusión política, es razonal y social, es un asunto de todos, y que aún no lo entendamos, es un fracaso social, le respondería, a mi hermosa alusión esquizofrénica con mis amigos filósofos, mientras me llevo un sorbo de tinto a mi boca.
La democracia no es demagogia, la participación no es un asunto simplemente electoral. Hay que entender, sin tanto eufemismo, que la democracia no puede instaurarse en un ámbito tan inequitativo, desigual, y sobre todo, ignorante, aquí, simplemente se convertiría en un instrumento en favor de aquel o aquellos quienes ostentan los dispositivos de control, esa la verdad, no hay democracia cuando existe tanta pobreza (no me refiero solamente al aspecto de tenencia), lo que se presenta en las elecciones que acabamos de vivir, no es un resultado democrático, sino una evidencia de lo que somos, una sociedad servil, individual, hedonista y narcisista, al servicio del del mejor postor, el “señor” que todo lo provee y que debemos estar eternamente agradecidos si nos da “algo”.
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No querido lector, hablar de política no es hacer “personal branding”, es más, para ser más concreto, no se trata de “hablar”, se trata de “hacer”, la política no se habla se hace, se construye, es tratar de construir el espacio que habitamos todos.
Reconozco el hecho, de que ahora se esté hablando “del poder de las mujeres”, y sé, que la participación femenina en política es un logro, algo que las mujeres se merecen, por toda la deuda histórica que se tiene con ellas, pero, no debe convertirse en un eslogan romántico de “merchandising”, pues estas mujeres que hoy tantos convenientemente aplauden y elogian, de pronto, mañana, serán juzgadas, por estos mismos, como las grandes responsables de las realidades que vivimos, y ese discurso femenino que hoy abandera la euforia social, mañana, sea la misma condena social del papel de las mujeres en la política, para luego, posteriormente, en un nuevo gobierno “castigarlas”, como ya ha sucedido en la historia. No, aquí la discusión no es, que por que hay una mujer, va a haber un mejor o peor gobierno, aquí la discusión es como entremos a sumar, eso es política, que aportamos (no solo impuestos), y cuál va a ser nuestro grano de arena en este nuevo castillo (es metáfora).
Por mi parte, seguiré haciendo mi tarea, tratando de enseñar Ciencias Sociales y Filosofía, a nuestros jóvenes, espero con ansias que este nuevo Gobierno que se nos presenta, haga un ejercicio verdaderamente político, que permita la inclusión y acción de voces diversificadas, que construya en la diferencia, que supere las barreras de las apariencias y sospechas, que renuncie al favoritismo, al nepotismo y privilegie ante todo el mérito, los resultados y la pertinencia en la solución de los problemas, de los cuales todos somos responsables.
El tinto por ahora se acabó, era uno de 700 pesos.
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