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Opinión

La crisis del agua en Ibagué

La crisis del agua en Ibagué

Por: Martha Alfonso - Representante a la Cámara


En Ibagué, cada vez con mayor frecuencia e intensidad, asistimos al registro mediático de protestas populares por la suspensión inmisericorde del suministro del servicio de acueducto, a residentes de barrios populares, lo cual fue especialmente evidente en los últimos días: habitantes de Arboleda del Campestre, denuncian su precaria condición del servicio de acueducto, en oposición a los anuncios institucionales de solución definitiva del problema.

Lo mismo ocurrió recientemente en el barrio Restrepo, la tercera etapa de El Jordán y hace unos pocos días lo fueron Santa Ana, Picaleña, sectores de El Salado y un largo etcétera. Estas recurrentes crisis no son aisladas y, por el contrario, son los síntomas de un problema estructural indebidamente diagnosticado y atendido y el presagio o preludio, de una crisis de insondables repercusiones.

¿Cuál es la razón para que sectores tradicionales del área urbana de Ibagué, que nunca sufrieron de suspensiones del servicio de acueducto, ahora, de manera sorpresiva y progresivamente grave, se vean sometidos al desabastecimiento de agua durante días, o a recibir un servicio con una presión que a duras penas garantiza gotas de agua para el primer piso de las viviendas, dejando sin suministro los otros niveles de sus residencias?

Lo anterior se explica por la presencia de por lo menos tres irregularidades. En primer lugar, y violentando disposiciones de urbanismo, en Ibagué se ha masificado la construcción de edificios de apartamentos de más de diez pisos, dotados de gigantescos tanques de almacenamiento de agua potable surtidos por el IBAL, cuyos efectos sobre la hidráulica del acueducto de la ciudad, se manifiestan en la dificultad de suministro de agua para sectores no provistos de esa “ventaja” comparativa.

En segundo lugar, las suspensiones del servicio de acueducto, ante las lluvias en la parte alta de la cuenca del río Combeima, no tienen nada de normal. Lo normal debería ser que la capacidad de almacenamiento de agua potable pudiese abastecer a los usuarios durante más de 24 horas continuas sin ninguna interrupción, en los periodos de suspensión de la captación por altas turbiedades en el río.

¿Por qué no sucede esto? En la noche, cuando hay bajo consumo de agua en los hogares, los tanques de almacenamiento del acueducto deberían recuperar sus niveles óptimos, lo cual en Ibagué no sucede, gracias a que se han entregado disponibilidades de agua en cantidades muy superiores a las que puede abastecer el acueducto, por lo que, de una parte, los tanques de almacenamiento durante el día muchas veces se vacían por completo; y de otro lado, buena parte del agua que debería abastecerlos, ahora es destinada a llenar el creciente número de tanques de reserva de las nuevas construcciones.

Un caso ejemplar de esta situación, es lo que viene aconteciendo en un sector como El Vergel, en donde, a pesar que el acueducto de la ciudad cuenta con un enorme tanque de almacenamiento en su parte alta, llamado “tanque de Ambalá”, la suspensión del suministro de agua potable es diaria o casi diaria, aunque sus residentes no sienten el problema, debido a que en el sector los conjuntos residenciales cuentan con tanques de reserva residencial.

En tercer lugar, está plenamente diagnosticado y medido técnicamente, que el acueducto de la ciudad registra pérdidas de más del 52% de agua potable, es decir, de agua que ha sido tratada y conducida a sus redes de distribución, pero que se “desparece” en el camino, lo cual se traduce en gigantescas pérdidas económicas, que pagamos todos los usuarios del acueducto. Pero resulta necesario precisar que estas “pérdidas” están asociadas a conexiones fraudulentas.

Entre tanto, se continúa con la expedición de licencias de urbanismo, soportadas en disponibilidades de agua potable procedente del inexistente acueducto complementario; este es el caso de la mayor parte de los Planes Parciales de urbanismo de Ibagué.

Así las cosas, existe un riesgo real de desabastecimiento de agua para el consumo humano, evento que acarrearía consecuencias sociales, de salud pública y de orden público. Esta probabilidad cobra especial importancia en el marco de la crisis climática y la recurrencia de fenómenos como El Niño, que agravan la situación.

Entre tanto, no se avizoran soluciones reales a esta problemática de parte de las autoridades locales. La única continuidad garantizada en Ibagué no es la del suministro de agua, sino la de la actual corriente política que controla la alcaldía de la ciudad y que no ha resuelto el problema del agua.

 

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