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Opinión

El miedo al cambio

El miedo al cambio

Por. Edgardo Ramírez Polanía
*Doctor en Derecho


Los dueños de la revista Semana que pontifica sobre todo y de propiedad de los adinerados Gilinski con operaciones en 11 países, El Tiempo, Caracol y RCN, y propietarios de las grandes empresas del país, no han salido del marasmo que les produjo el luto por la pérdida del poder político, en que mandaban a sus anchas, al punto que se afirma que algunas decisiones legislativas y de gobierno eran sometidas previamente a su consulta y aprobación. Por eso el trabajo conocido de Martínez Neira con el grupo de Sarmiento Angulo.

Las propuestas del gobierno de Gustavo Petro, han tenido seria oposición en el Congreso, y eso es propio de las democracias o de los intereses creados como lo dijo Benavente en su obra, donde las apariencias y el interés desbordan el buen sentido de cambiar para los de menos recursos o las llamadas clases sociales en ascenso.

Mejorar el modo de vida de los pobres y de la clase media, en uno o varios de sus sectores y desmejorar a los que se dicen ricos, no son actos “castro chavistas”, ni revolucionarios que impliquen un cambio de las llamadas estructura en el campo social. En Colombia las clases han sido y siguen siendo las mismas después de la mejora o desmejora producida por los gobiernos. Entre otras razones perogrullescas porque en del contexto de esa sociedad dividida en clases y estratos, tienen la propiedad privada como su razón definitiva de ser, y así, nunca se podrán eliminar de raíz las diferencias económicas y de nivel cultural que forman parte del sistema, si no al precio de enterrar revolucionariamente ese mismo sistema, que no es lo apropiado ni ha sucedido en la historia  nacional como República.

Actualmente aparece emitida otra expresión de la “venezolización” cuya vaguedad de significado y su ilimitada latitud de intención de demostrar el desastre constituyen la clave del éxito de los medios de comunicación nacional como enemigos de la verdad para desprestigiar lo que no conviene a sus personales intereses.

En cualquier momento, en cualquier circunstancia, cualquier gremio, agrupación, sociedad, que resista contra la arbitrariedad y el abuso, la exacción o el simple error o comportamiento indebido de personas que conformaban el Estado, todo queda bajo la inmensa nube de sospecha que los medios televisivos dueños del poder económico lo exponen como los peores actos de todo el gobierno contra la sociedad,

No se supone, se sabe, que los medios de presión económicos que conforman las asociaciones capitalistas y propietarios de los medios de producción de las revistas y canales de televisión establecidos no propiamente informan ni orientan la opinión, sino que ejercen una inaudita presión sobre los políticos y el Congreso. Y siempre ha sido así, con la diferencia que hoy existe más gente que sabe leer y comparar en un mundo globalizado.

Por eso, los medios de comunicación masivos no deben estar en manos de quienes son dueños del poder económico, porque se deslegitima el verdadero sentido de la información, debido a que ésta solamente sería implícitamente para defender las causas de los grandes capitales que no han propuesto el desarrollo nacional, sino la acumulación de capitales y la tierra que en nada han beneficiado a los sectores menos favorecidos de la fortuna

La información noticiosa no es eso. Está erigida sobre la verdad y confiabilidad que rodea el análisis de los hechos de la sociedad como un modo de su conocimiento, el cual, debe estar exento de alteraciones o distorsiones de la realidad como se ha visto últimamente en que esos medios de comunicación, algunos programas de radio y entes instituidos  solamente para investigar y coordinar con el gobierno las políticas contra el delito, han adelantado una campaña de descrédito, en que el actual  gobierno es el responsable de la crisis actual.

Los males vienen desde anteriores  gobiernos como el de Gaviria con la apertura económica y de Juan Manuel Santos con el despilfarro,  los envenenamientos en cuantiosos contratos como de Odebrecht, y más atrás, el exceso de los militares con los asesinatos, las desapariciones, los falsos positivos, las chuzadas y demás delitos que han expuesto lo paramilitares ante la JEP, y que han sido una constante en el país, considerado el más desigual y más corrupto del planeta, donde el odio y la confrontación por las afirmaciones sin comprobación, o por la actuación de algún funcionario irresponsable del actual gobierno se quiere  llevar a la hoguera a una nación.

La falta de análisis estricto y sólo la inmediatez y las perversas redes sociales han llevado al país a una confrontación, a la falta de un mutuo entendimiento y al peor desprestigio, que podría ser el comienzo de   la ruina moral, sino se revierten algunas medidas que puedan afectar a una clase media y se depongan los odios y resentimientos políticos y económicos como las afirmaciones de votar a la gente de sus cargos de Germán Vargas porque es Lleras.

El país no puede continuar en medio del odio promovido por los canales televisivos y de reconocidas revistas y emisoras, que sólo buscan sintonía y la algarabía del rating obtenido y representado en valores económicos para dueños y presentadores llamados periodistas del fin de una historia de contraposición del espíritu, que como decía Nietzsche, es la sangre que nos une en un propósito común.

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