Coincidió el día del periodista en la capital tolimense con hechos que obligan a una profunda reflexión sobre la forma, los procedimientos y estilos, la técnica, la responsabilidad, y el compromiso que debe asumir un comunicador, reportero, informador, redactor, corresponsal, o como se denominan ahora: comunicador social, en el desarrollo de su trabajo que jamás debe confundirse con el de agitador, provocador, o alborotador en razón a que no se puede olvidar que la función real es trabajar para un destinatario final que es el lector, el oyente o el televidente, lo que implica el derecho que tiene todo ciudadano a ser informado veraz e imparcialmente.

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El propósito de esta nota no es elaborar una nueva tesis sobre los campos de la interdependencia de la comunicación o sobre la estructura y funciones de la comunicación colectiva y específicamente del periodismo en nuestra sociedad. Su propósito es mucho más modesto, consiste en delinear unos límites pues el periodista es un relator de los hechos y no su protagonista, y no puede utilizar los medios que se le encomiendan para favorecer a persona o grupo político, económico, o religioso alguno o para la búsqueda de beneficios personales porque ello es inmoral.

Han sido claros los tratadistas del tema en manifestar que en los medios no se pueden ventilar reyertas o conflictos de carácter personal, ni podrá utilizarlos para crearle vació a un personaje por motivos de simple antipatía o para vengar determinado acto que dicho personaje pudo haber cometido contra él. Bien lo expresaba Martí: “No es el oficio de la prensa periódica informar ligera y frívolamente sobre los hechos que acaecen, o censurarlos, con mayor suma de afecto o adhesión. Toca a la prensa encaminar, explicar, enseñar, guiar, dirigir…”

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El día del periodista en Ibagué casi es celebrado trágicamente, cuando en forma por demás irresponsable y criminal, pudo ser inmolado por la muchedumbre, al ser señalado por uno de los agitadores de una marcha, justa o no, en contra del cobro del Impuesto Predial, uno de los más aprestigiados y reconocidos periodistas de la capital tolimense ante la indiferencia de sus colegas que guardaron insensible silencio.

El mismo que durante años batalló por la consolidación del gremio a través de organizaciones, en esa época serias y fuertes, como el Colegio Nacional de Periodistas, o El círculo de Periodistas del Tolima o el Circulo de Cronistas Deportivos del Tolima en donde guió y formo a centenares de buenos carga ladrillos. Edgar Antonio Valderrama se salvó porque no era el día y además por la aparición milagrosa de tres agentes de la policía que se pararon a su lado y evitaron que lo agredieron varios exaltados marchantes aupados por los gritos destemplados de un agitador que micrófono en mano se exaltaba a su vez por la emoción de creerse en ese momento el salvador de los oprimidos, gigantesco despropósito.

Coletilla: Este artículo fue publicado como nota editorial del periódico Actualidad Tolimense que dirige el periodista Jorge Torres, y por considerarlos de interés que expone la otra cara de la moneda o  sobre el denominado 'predializo',  lo publicamos como una forma de equilibrio en la información que esta el momento no se conoce del citado movimiento, cuyo objetivo de fondo,  son los beneficios políticos que le puedan sacar, así sus dirigentes digan lo contrario. 

Coletilla:  Este artículo fue publicado como nota editorial del periódico Actualidad Tolimense que dirige el periodista Jorge Torres, y por considerarlos de interés que expone la otra cara de la moneda sobre el denominado 'predializo',  lo publicamos como una forma de equilibrio en la información que hasta el momento no se conoce por parte de los 'comunicadores' que lideran el citado movimiento, cuyo objetivo en el fondo,  son los beneficios políticos que le puedan sacar, así sus dirigentes digan lo contrario.