Por: Pipe Ferro

Presidente Asamblea Departamental del Tolima

 Para nadie es un secreto que el servicio público de agua en la capital musical de Colombia lleva años sin funcionar 24/7, por eso es totalmente necesario atender y escuchar cada denuncia y petición de la población ibaguereña. 

El pasado miércoles como presidente de la Asamblea Departamental del Tolima, lideré en sesión plenaria la discusión de la situación que hoy afrontan los ibaguereños con el suministro de agua. La participación de miembros de la ciudadanía de diferentes comunas, dejaron ver la difícil y crítica situación que están viviendo a causa de un servicio ineficiente por parte del IBAL (Empresa de Acueducto y Alcantarillado).

Residentes de proyectos como Alminar Samoa en el barrio Ambalá, de La Arboleda Campestre en la comuna 9 y Altos de Miramar en la comuna 12, denunciaron en la Duma Departamental el inexistente servicio y los constantes cortes sorpresivos del recurso hídrico.

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El problema no es nuevo, pero ha empeorado en los últimos años. A pesar de esto, se siguen otorgando permisos de disponibilidades hídricas para nuevos proyectos urbanísticos, lo que evidencia una clara desconexión entre la realidad de la ciudad y las decisiones que se toman en materia de gestión de recursos hídricos.

Justamente estos días Erika Palma, Gerente General del IBAL, mencionó en una entrevista que circula por redes sociales, que el 85% de los ibaguereños dependen del Río Combeima como afluente; y que la capacidad técnica y operativa de la institución se ve afectada en temporadas de lluvia. Lo anterior claramente indica, fallas en el abastecimiento por solo contar con una sola fuente principal de captación de agua, para más de 500.000 habitantes de la ciudad de Ibagué.

El IBAL ha demostrado ser incapaz de garantizar el acceso al agua potable a todos los habitantes de Ibagué. No tiene presentación que en pleno 2023 a muchos Ibaguereños el agua les llegue solo dos horas en el día, y en algunos casos una vez a la semana.

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La falta de inversión en infraestructura y la falta de planificación a largo plazo son algunas de las razones que explican la crisis del agua en Ibagué. Pero también hay una clara falta de voluntad política e ineficiencia por parte de los mandatarios locales para abordar la problemática de manera efectiva.

Llevamos años escuchando como gran solución a esta problemática, la construcción del acueducto complementario, el cual busca tener una nueva fuente de abastecimiento con el río Cocora. Pero siguen pasando las administraciones y este sigue siendo solo un proyecto que avanza a paso de tortuga, con dificultades técnicas, sobrecostos, y retrasos. Pero con el agravante de que dejaron sin agua a los barrios del sur, pues el IBAL se trae todo el agua hasta la planta de La Pola, con la promesa de regresarla tratada. Hoy eso no sucede, y más de 100 mil personas que viven en ese sector sufren un constante desabastecimiento del líquido vital.

Es necesario que la ciudadanía tome conciencia de la gravedad del problema y exija soluciones. Este año nuevamente elegimos alcalde, y la ciudad no se puede equivocar con otra persona que haga parte de los mismos equipos políticos de los que han gobernado la ciudad, y no han hecho más que engañar y jugar con la necesidad e ilusión de los ibaguereños. No podemos seguir aceptando un servicio de agua ineficiente y poco confiable. Debemos unirnos para exigir un servicio de calidad y continuidad para todos los habitantes de Ibagué.

En Ibagué, la garantía del acceso al agua es esencial tanto para el bienestar de la ciudadanía como para el desarrollo del sector industrial y económico. Es crucial que se tomen medidas para asegurar que la población cuente con agua potable suficiente y de calidad, así como para satisfacer las necesidades de las empresas. En un contexto de creciente competitividad y globalización, la disponibilidad de agua puede ser un factor clave para atraer inversión y generar empleo.