Opinión
Educampo
Por Óscar Perdomo Gamboa - Escritor
Iván Duque no recibió a los indígenas y campesinos de Nariño y Cauca, terrible y vergonzoso desplante.
Juan Manuel Santos afirmó con cinismo que el paro agrario nacional de 2013 no existía. Y Álvaro Uribe Vélez permitió el desvío y hurto de más de 16 mil millones de pesos con Agro Ingreso Seguro, el hampón Andrés Felipe Arias aún está en la cárcel.
Y eso que no seguimos revisando la historia, pero sólo en esos tres mandatarios hay veinte años de abandono al campo, sin contar el desplazamiento causado por la guerrilla y los paramilitares. Esta desidia estatal es absurda, sobre todo en un país tan rico y fértil como Colombia, con tres cordilleras, todos los climas, diversos ecosistemas, multitud de fuentes de agua, etc. La agroindustria debería ser nuestra principal fuente de riqueza, deberíamos estar exportando todo tipo de alimentos a todo el mundo.
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En cambio, el TLC y la desprotección al agro han hecho que importemos alimentos con sobrecosto y que los campesinos no puedan competir con multinacionales extranjeras, ni qué decir de las que vienen a explotar nuestros recursos naturales y se llevan las ganancias.
Al menos del presidente Gustavo Petro sí podremos recordar algo positivo a favor del agro: CampeSENA, una iniciativa que beneficiará a 1´300.000 familias campesinas alrededor del país. El SENA irá a los territorios, acordará con los pobladores los cursos y proyectos necesitados y a desarrollar, y proveerá tecnologías y materiales para estos procesos educativos.
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Además, los campesinos, sin importar su edad, podrán acceder a esta formación técnica sin necesidad de tener primaria ni bachillerato. Se privilegian los saberes adquiridos en años de experiencia labrando la tierra y se prioriza el derecho a la educación de este sector de la población al que le es tan difícil acceder a escuelas, institutos y universidades.
La iniciativa junta dos de los principales puntos del programa de Petro: la educación y la reforma agraria. Junto a CampeSENA están la entrega de tierras a desplazados, las líneas de créditos blandos y asistencia para los agricultores. Grandes pasos para la recuperación del campo, la soberanía alimentaria y el bienestar general de la nación, pues es más que obvio que si los campesinos producen más y mejor, esos alimentos serán más económicos y de mejor calidad para todos los ciudadanos.
Esperemos que este programa, del que seguramente no se hablará en los comprados medios tradicionales, dé buenos réditos y en un par de años mejore la situación del campesinado y de todos nosotros. Entonces, dentro de otro par de décadas, podremos recordar al menos un presidente que sí hizo por el campo algo diferente a robarlo o ignorarlo.
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