Opinión
El fracaso del uribismo
Por Óscar Perdomo Gamboa - Escritor
La fracasada marcha contra el presidente Gustavo Petro mostró la vergonzosa decadencia del uribismo. Esta corriente política, si somos generosos y nos permitimos llamarla así, venía en declive desde que se conocieron los nexos de Uribe con paramilitarismo, falsos positivos y corrupción en general; y fue sepultada por el nefasto gobierno de su títere Iván Duque.
El certificado de defunción fue la elección de Petro y la pérdida de escaños en el legislativo. La tristemente famosa marcha fue el estertor de un cadáver.
Empecemos por lo obvio, la poca concurrencia. A pesar de lo que los medios y los bots quieran mostrar, todos vimos la pobre convocatoria del uribismo, sobre todo comparada con la enorme manifestación popular a favor del presidente.
Salvo algunos fanáticos, la gente ya no le cree al imputado Uribe ni a sus escuderos. Públicos son los delitos de los que han salido impunes, como compra de votos, narcotráfico y paramilitarismo. A estos supuestos líderes no se les puede creer, pues son corruptos, mentirosos y cínicos. Su influencia es cada vez menor.
El fracaso de la marcha también se ve en los “argumentos” que esgrimían sus pocos participantes. “Fuera comunismo”, “No a los médicos cubanos”, “Petro es hambre” y otros igual de absurdos. En redes sociales circulan varios videos donde la gente confiesa no haber leído la reforma, no saber la diferencia entre IPS y EPS, y desconocer por completo el sistema de salud; pero protestan porque sí.
Basarse en mentiras para manipular al pueblo sólo funciona con los más ignorantes, que exhibieron orgullosos sus taras. La marcha fue un circo, el bazar de los idiotas: gente que decía que Petro prohibiría la fe católica o cambiaría marihuana por petróleo, letreros de “Petro paraco” (???) y hasta un chibchanazi…
Pero el peor fracaso del uribismo es que su doctrina de mentiras e ignorancia lleva a la violencia. Durante décadas, se dedicó a sembrar odio en la turba ignara, y de esta semilla malsana bruta la bestialidad. Todos hemos visto las vergonzosas imágenes en las que la turba embrutecida atacó periodistas, profesores, líderes indígenas, representantes de Derechos Humanos y hasta la paloma de la paz.
Esto no es nuevo, recordemos mantras como “plomo es lo que hay” y otros por el estilo, herencia del narcotráfico que sigue alimentando a varios de sus líderes. Esa es la esencia del uribismo: ignorancia y violencia; y ese es también su fracaso, pues nadie quiere vivir en un país de ignorantes y violentos.
“Sólo en la paz de los sepulcros creo”, dijo el poeta español José de Espronceda. El uribismo siempre ha sido enemigo de la paz, pero ya pronto, carcomido hasta la muerte por su propia ignorancia y estupidez, tendrá en su tumba el descanso eterno.
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