Opinión
Con Petro es posible
Por: Cristian Alejandro Burbano*
Gustavo Petro, con la Colombia Humana, se ha convertido en un fenómeno político entre muchos sectores de la población, especialmente en los jóvenes; estos que vemos retomada la confianza de restablecer las instituciones del Estado; entendiendo que estas, han sido corroídas por el óxido de la corrupción, flagelo, que, acompañado por la guerra, la falta de oportunidades y la desigualdad; ha provocado, que, por años, familias enteras hayan sido invisibilizadas.
Teniendo dos candidatos opcionales a reemplazar a Juan Manuel Santos, Petro refleja la esperanza, el cambio, un panorama que no es utópico, pues representa un nuevo país con más oportunidades, con una educación universal gratuita y de excelencia, servicios de salud óptimos y avances importante en el mercado laboral; esto último, con su propuesta de incentivar la agroindustria -hacer del campesino un granjero- y el impulso de las exportaciones abriéndole las puertas al campo; con lo que mejoraría la agobiante situación de miles de jóvenes de todas las regiones del país y principalmente los que pertenecen a la clase y media-baja y baja que aunque tienen las ganas de trabajar, les es imposible por las malas políticas efectuadas hasta ahora en los diferentes sectores.
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Por otro lado, Duque, el otro candidato a ser presidente en esta segunda contienda electoral, posee una gran deficiencia, carga en su espalda, un sombrío panorama para el país, pues lo apoyan familias de parapolíticos, partidos con centenares de investigaciones por corrupción, expresidentes, entre ellos, Álvaro Uribe, que teniendo todo el poder en sus manos, lo único que hizo fue ratificar su corrupción, comprando su paso al segundo mandato presidencial. Sin contar además en este señor los incontables procesos por sus presuntos nexos con paramilitares, como Salvatore Mancuso; además, su incitación corrompida a una guerra que pagan inocentes. Se opuso también, en su momento, al proceso de paz, ha insinuado junto a su partido, hacer trizas el acuerdo, y lo más preocupante, hacer zancadillas a la justicia especial para la paz (JEP), centrándose tanto en esto, que han olvidado legislar en favor de las comunidades con mayores problemáticas en el país.
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Con todo lo anterior, se ha logrado recuperar de alguna manera la confianza en las zonas con problemas de violencia y aunque falta desarmar a los grupos armados del ELN, Clan del golfo, un sin número de BACRIM (residuos de las AUC) y disidencias de las Farc, se deben fortalecer los procesos de Paz, construir las bases a una transición de energías renovables, mejorar el sistema de salud, la educación y la infraestructura, fortalecer el agro, la ciencia y la tecnología; con lo que se tecnificaría el país principalmente en temas industriales. Pero esto se logrará cuando se retome el control de las instituciones estatales, no las que han venido siendo permeadas por el narcotráfico y paramilitarismo, que llevó a un sin número de actos corruptos. Citaré a Daron Acemoglu y James Robinson, que en su libro, Por qué fracasan los países, plantea lo siguiente para Colombia: “La violencia y la falta de instituciones estatales centralizadas de este tipo (instituciones no vinculadas con corrupción, asesinatos y para militarismo), inician una relación simbiótica con políticos que dirigen las partes funcionales de la sociedad. Esta relación simbiótica surge porque los políticos nacionales explotan la falta de ley en zonas periféricas del país, mientras que el gobierno nacional deja libertad a los grupos paramilitares”.
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Es por lo anterior que ratifico mi voto por Gustavo Petro y aunque el futuro es algo incierto, invito a todas las bases sociales a hacer lo mismo, hay una esperanza de establecer el camino apropiado para tener un país más humano y con un rumbo definitivo a la Paz, esa con justicia social que tanto se necesita en Colombia.
*Concejal del Municipio de Saldaña.
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