Historias
Testigos del Cómic, el colectivo que predica sobre la narrativa gráfica en el Tolima
Testigos del Cómic y el colectivo Parches de Suacha de Cundinamarca.
Por: Juan Sebastian Giraldo
De cultos, fanatismos, iglesias y garajes, se ha hablado mucho en Ibagué. No pasan de agache las más de 650 iglesias en donde diariamente familias enteras se reúnen a orar o a compartir el pan con otros feligreses. En su mayoría, las hay católicas apostólicas romanas y cristianas luteristas protestantes, mientras que otras, pocas, apuestan su fe en Buda o dioses orientales. Sin embargo, solo hay una en la que la palabra reina a través de las viñetas, los globos de texto, los cartuchos y las onomatopeyas.
Testigos del Cómic es un colectivo de narrativa gráfica que busca promover y compartir la palabra del cómic en los rincones más vistosos y absurdos de la región. Con la ferviente creencia de que el Tolima tiene mucho que contar, han hecho presencia en la Feria Internacional del Libro de Bogotá; en salas de exposición de Ibagué, Mariquita y Venadillo; en el Museo de Arte del Tolima, y en las salas del Banco de la República en Ibagué.
Aunque sin corbata, pantalón de lino o vestidos largos, sí tocan las puertas de distintas instituciones con el fin de abrir oportunidades para todos aquellos nuevos adeptos que se van uniendo a la fiebre del cómic y se topan con el tortuoso camino de un arte al que no se le hace la suficiente divulgación ni cuenta con muchas salidas comerciales.
“A ver, no es con el ánimo de atribuirnos ningún crédito ni nada por el estilo, pero en cada espacio que teníamos, molestábamos y molestábamos diciendo que no teníamos un estímulo de narrativa gráfica cuando otras ciudades ya lo tenían. Un día, Greis Cifuentes nos llamó y nos dijo: muéstrenme estímulos similares en otras ciudades y formulamos uno en el portafolio de Ibagué. Si este año lo ofertan, sería la tercera edición”, cuenta Diego Gómez, uno de los miembros fundadores de Testigos del Cómic.
A los Testigos del Cómic no se les ve dentro de un templo, pero sí se les puede encontrar recurrentemente en lugares como la librería Ala de Colibrí, la Biblioteca Darío Echandía, Zócalo Taller y Café o en Lémber Café, que se han convertido en sus segundas casas.
Un proyecto que nació por casualidad en la Universidad del Tolima
En su mayoría estudiantes del programa de Artes Plásticas de la Universidad del Tolima, empezaron a coincidir en algunos espacios en los que descubrieron que había más personas con gustos similares por los cómics. En medio de tazas de café y botellas de cerveza, se gestaron proyectos como los espacios editoriales “Radionovelas” y “Fábulas de la Calle” y otros más curatoriales como “Esa gente del cómic”, en los que publicaron sus primeros pinos en la narrativa gráfica.
Y tal y como era de esperarse dentro de un ámbito académico, en 2018, tres de los miembros del colectivo decidieron realizar sus tesis de grado de en el área del cómic: ‘En el norte (un compilado de hojas para rumiantes)’ de Diego Gómez; ‘Proyecto novela gráfica: Las cuatro fases de Eva’ de Erika Ramírez; ‘D de dibujo: conversaciones ficticias con artistas sobre dibujo de historietas’ de Cristián Herrera.
Para 2020, ya con tertulias numerosas, cierto día tuvieron una especie de revelación divina. “Era una reunión abierta, pero ese día llegó mucha gente. Dijimos, tenemos esto en común y nos agrupamos. Entonces, entre chiste y chiste, apareció la idea de crear un colectivo y colocarle Testigos del Cómic a modo de broma, porque era como llevar la palabra de las viñetas de casa en casa”.
Por ese entonces, los miembros principales de Testigos del Cómic eran Fabián Barragán, Fabián Prada, Erika Ramírez (Eri Ka Maron), Andrés Suache, Mónica Roso y Diego Gómez. Y a pesar de que se han unido figuras importantes como Laura Xue y algunos miembros han salido para iniciar proyectos propios, después de cuatro años de su fundación, Testigos del Cómic aún conserva gran parte de su formación inicial.
Crear un público y formar a nuevos artistas
Una especie de mandamiento u objetivo de Testigos del Cómic es no solamente producir cómics, sino también crear un público que los lea. Desde el colectivo se han dado a la tarea de acercar al público ibaguereño y tolimense a los cómics y la narrativa gráfica, invitándolos a disfrutar de otro tipo de entretenimiento que ya no es tan común por estos días, pero que aún tiene mucho para dar.
Así mismo, en esta tarea formadora también aparece su oferta de talleres alusivos a la narrativa gráfica entre los que destacan talleres de creación de historietas, animación, ilustración, dibujo, entre otros. En esta línea, uno de sus mayores aliados ha sido el Banco de la República y la Biblioteca Darío Echandía, donde desde hace más de dos años sus integrantes desarrollan distintos talleres abiertos al público.
“La alianza con la Darío viene desde antes. Yo dictaba unos cursos de dibujo básico y luego el exdirector, Andrés Ospina, le interesó la propuesta de enseñar a hacer cómics. Entonces al pie de la sala infantil se creó un espacio especializado para narrativa gráfica”, comenta Gómez.
Agrega que actualmente hay un auge de público interesando en aprender a hacer cómic en Ibagué por lo que la asistencia a los talleres aumenta constantemente. Según él, ese interés responde de un modo u otro a la falta de una oferta profesional, ya que no hay una carrera universitaria de “historietista”, por lo que muchas veces estos espacios se configuran como preciadas oportunidades para formarse.
—¿Cómo se viven estos talleres? ¿Qué le deja a cada persona?
—Mire que esa es una de las cosas más bonitas e interesantes de lo que venimos haciendo, porque la experiencia es diferente dependiendo de dónde hagamos el taller, qué tan extenso sea y especialmente quién lo dicte. En los talleres se desarrolla desde ilustración infantil hasta la creación de cómics basados en problemas del territorio.
Un total de siete integrantes del grupo son los encargados de dictar las diversas ofertas académicas y cada uno se orienta en un rumbo diferente dependiendo sus gustos. Mónica Rozo viene desde la poesía y apunta a creaciones más metafóricas; Laura Xue y Eri Kamaron cuentan con una estética propia y se interesan por la ilustración infantil; Juan Bedoya, sociólogo de profesión enseña sobre los problemas sociales en el territorio a través de las viñetas; Andrés Suache concentra sus esfuerzos en la animación y la técnica; Diego Cárdenas se presenta como una cuota teórica; mientras tanto, Diego Gómez es un apasionado de las estructuras narrativas y la creación de historietas cortas.
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Una generación de historietistas que apunta a llegar muy alto
"Pipe Santos entiende muy fácil los ejercicios. Uno lo ve trabajar y parece que estuviera trabajando la mano sola".
Con orgullo, Diego cuenta diversas experiencias en medio de los talleres y el gran interés que muestran muchos niños, no solo de Ibagué sino también de Venadillo y Mariquita, por perfeccionar su técnica y dar rienda suelta a sus historias.
“Está un poco trillada la frase, pero es verdad. Aquí hay talento, lo que falta es apoyarlo. Hay niños realmente buenos que a edades muy tempranas están desarrollando cosas que a uno lo dejan loco porque en su gran mayoría no cuentan con una formación previa y ya hacen grandes cosas”.
Entre ellos, uno de los niños que ha demostrado un gran talento recientemente, es Felipe Santos. A sus 12 años, Felipe ya cuenta con su propio Fanzine, con personajes y todo un mundo a su alrededor. Estudia en el Colegio San Bonifacio de Las Lanzas y es un acérrimo amante del arte y todas sus expresiones que, en busca de mejorar su técnica, encontró a Diego y Testigos del Cómic.
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