Historias
Se nos fue Estelita, una de las matronas del Líbano
Pocas personas en Colombia tienen el honor de ganarse la espada de oro por su servicio a la comunidad a través del voluntariado de la Liga de Lucha Contra el Cáncer. Estela Visbal de Arango, una de las matronas del Líbano fue una de ellas. La cofundadora de este servicio en esa población del norte del Tolima en el año 1994 murió el domingo anterior y en la homilía lo único que hubo fue decretos de honor de un sinnúmero de fundaciones de las que hizo parte y escribieron los mismos con el corazón.
En sus honras fúnebres desde el sacerdote en adelante hablaron de la generosidad de Estelita, una madrina anónima de muchos norteños que ayudó sin importar su condición social y tiempo atrás cuando la política dividía a la gente, su posición en éste campo.
Me sorprendió mucho más ver que en el pueblo donde nació mi madre, todos hablaban de ella y decían que se quedaban cortos en palabras. En la iglesia su trabajo comunitario trascendió a más de 5 lustros. En las Damas Rosadas de la Cruz Roja otros tantos. En la Fundación Huellitas de Amor y otras más que se me escapan en estos momentos, ya una semana después de su muerte.
Los Arango Visbal deben sentirse orgullosos de esa mamá, abuela y bisabuela. Estelita les deja un legado muy grande. Bendiciones que recibirán los suyos, porque son muchas las familias que le agradecen a esta mujer su apoyo en los momentos de la enfermedad.
No voy a hablar de su vida desde la infancia. Esa quedará para los que fuimos a su último adiós, allá donde los libaneses contaron hasta cuándo, cómo y dónde se dieron el primer beso con el amor de su vida, “chuchito”, su esposo. Ahora solo permanecen los telegramas de hace 70 años, el nuevo tesoro de la familia, donde quedan consagradas las promesas de los papás de los Arango Visbal, sellos para la vida de una familia honorable que sigue haciendo grande a la Ciudad de las Dos Torres.
Por Óscar Viña Pardo
Comunicador Social – periodista.
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