Historias

Las ahumadas de la sobreviviente de Mocoa que son la sensación en Ibagué

Las ahumadas de la sobreviviente de Mocoa que son la sensación en Ibagué

“Yo voy a paso lento de tortuga, pero llegaré a la meta”, dice Karina Pulido 

Por: Juan Sebastián Giraldo


Según el dicho, el amor se consigue primero por el estómago, esto Karina lo entendió muy bien y con rellenas, longaniza, picadas, maduro, chicharrón, fritos y otros platillos a base de humo, enamoró a miles de ibaguereños, que día a día la visitan en su puesto de comidas ‘Ahumaditaz’.

Sin embargo, el camino que ha recorrido Karina para tener su puesto ha sido largo y tedioso. Hace algunos años tan solo sabía cocinar lo básico y estaba lejos de considerarse una experta en el tema, pero estando al borde del colapso mental y económico, el arte de usar el humo para hacer magia con sus comidas, lo tuvo que aprender a la fuerza.

“Yo no sabía cocinar, una taita, una gran señora llamada Alicia me enseñó a cocinar. Ella solía venderme comida a mí y a mi familia y yo un día le dije: vieja, me voy a suicidar, yo ya no puedo seguir más con esto, ya perdí todo, ya no más. Me dijo, ¿usted por qué no cocina Doña Karina?, si quiere hacer el curso de cocina yo le ayudo. Ella me enseñó todos los días durante un mes y hasta comida indígena aprendí a hacer de todo”, recuerda Karina.

Karina Pulido es una mujer tolimense, nació en Ibagué y gran parte de su familia vive en el departamento. Los caminos del amor la separaron de su tierra natal y en 2002 la llevaron a Mocoa, Putumayo, en busca de una persona. Allí, emprendió desde el primer momento en que llegó y logró consolidar varias boutiques de ropa que le permitieron tener una vida económica estable junto a sus dos hijos.

La tragedia de Mocoa

“Pasó lo de la avalancha en 2017, el primero de marzo a las 11:45 de la noche, ¿cómo podría olvidarlo? Vivimos la avalancha con mis dos hijos. Al año nos tuvimos que venir para acá, no pude volver a pararme allá. Tener un estrato y bajar repentinamente a otro es muy difícil, muchas veces me intenté suicidar, muchas veces dije: ya no más”, relata.

La tragedia de Mocoa fue uno de los desastres naturales más devastadores en los últimos años en Colombia. Fuertes lluvias provocaron los desbordamientos de los ríos Mocoa, Mulato y Sangoyaco, así como las quebradas La Taruca y La Taruquita, generando daños que ocasionaron una gran Avenida Fluviotorrencial que causó la destrucción de viviendas, puentes y arrastraron vehículos a su paso. Diecisiete barrios de la ciudad fueron arrasados.

Hubo 336 muertos, más de 400 heridos y más de 22.000 personas damnificadas. El Gobierno del entonces presidente, Iván Duque, se comprometió, entre otras cosas, a construir 1.209 casas, un megacolegio, mejorar el acueducto municipal, construir una nueva plaza de mercado, además de obras de mitigación para evitar que los ríos Mulato, Taruca y Sangoyaco volvieran a desbordarse y generaran una nueva tragedia. Pero nada de eso se cumplió y las víctimas vivieron una nueva tragedia con los incumplimientos del Gobierno.

“Todo lo del Gobierno son roscas, yo nunca recibí una sola ayuda del Gobierno. Me ayudó mi mejor amiga, Alejandra Echeverry, me regaló una motico y con ella empecé a andar por todo el pueblo vendiendo mis ahumadas. La gente me apoyaba, con eso empecé a sostenerme pagando arriendos, pagando todo, pero era muy difícil. Mis hijos tuvieron que devolverse a Ibagué para donde la abuela y yo los seguí un año después”, narra entre una mezcla en la que se contrasta la tristeza y la alegría.

De vuelta a Ibagué

Lejos de salir de un problema y encontrar una solución, su llegada a Ibagué le representó nuevos problemas. En el barrio San Diego, donde su mamá, el dinero escaseaba, relata que prácticamente le tocaba rogarles a los vecinos para que le compraran una rellena. Allí estuvo un tiempo hasta que con el objetivo de mejorar sus ventas y tener un espacio propio para ella, se mudó al Jordán.

“Hay gente que me ha ayudado, otros me han dejado estar, muchos me han cerrado las puertas, pero muchos también me las han abierto. Esto ha sido un proceso bien difícil, un camino con muchas espinas. En el Jordán me recibió un señor muy amable, pero las ventas a veces eran muy duras y la gente no entiende que no es algo fácil. Él se molestó porque me demoré 15 días en pagar el arriendo entonces me pidió el sitio, que me fuera, y bueno esas son cosas de Dios, él tenía otros planes para mí”.

Después de ello, se mudó al barrio Los Ciruelos, en la Cra. 21D #2897, donde continuó con la marca que había construido en El Jordán, su pequeño puesto “Ahumaditaz”. El nombre de su negocio lo construyó de las palabras humo, picaditas, maduro y fritas. Considera que el nombre es perfecto para lo que quiere transmitir y que Dios fue quien se lo dijo.

Estando en Los Ciruelos, un barrio mucho menos centralizado que El Jordán, descubrió la potencialidad de las redes sociales y empezó a mover su negocio por grupos de Facebook. “Un día estaba acostada en mi cama preguntándome cómo hacía para llegarle a más gente. Sebas, usted no me lo va a creer, pero a mí Dios me habla y él me dijo que buscara un grupo de mujeres en Ibagué y me metí a Facebook y lo encontré. Apenas me aceptaron empecé a enviar fotos y videos de mis productos. Yo estoy en el grupo de Mujeres Ibagué, somos 22,000 mujeres que amo con toda mi alma, a cada rato hago sorteos y las premio, soy muy noble, soy muy loca para hablar, pero soy muy noble”.

La visita de Tulio Recomienda

A inicios de julio de este año, el influencer gastronómico visitó ‘Ahumaditaz’ y dialogó con Karina. A través de sus redes sociales compartió un poco de la historia de la mujer y los manjares que vendía. Tras ello, varios medios replicaron la información y miles de ibaguereños quisieron apoyar el emprendimiento.

El negocio colapsó, se armaron filas de decenas de personas, quienes esperaban hasta una hora solo para probar la cocina de Karina. El boom de su negocio le trajo invitaciones, propuestas económicas y ventas altísimas a la ibaguereña que con lágrimas en los ojos había recibido al influencer, pero que respecto al dinero mantiene una postura firme.

“La gente me dirá que yo estoy loca, yo le agradezco a Dios todos los días de mi vida por lo que me está pasando y sé que voy a llegar muy lejos, es muy gratificante, pero yo no me quiero pichar de plata, yo pienso que es más importante el espíritu, el alma. Esto es muy enfermizo. En este momento es el boom y yo quiero que se enamoren mucho de Ahumaditaz, lo suficiente para yo sacar mi familia adelante, pero no para enriquecerme, yo pienso que hay cosas más importantes que el dinero”.

Su sueño: generar empleo

Karina agradece a cada una de las personas que la apoyan en redes sociales, pues según ella, la visita de Tulio fue gracias a las recomendaciones de las personas, algo que ha arraigado aún más su deseo de hacer algo por Ibagué y las personas. Por ello, uno de los mayores sueños de Karina es generar mucho empleo en la ciudad, montar más locales de ‘Ahumaditaz’ y poder ayudar a madres cabeza de familia o mujeres que, como ella en algún momento, necesitaron ayuda para sobrevivir.

“Yo sueño con llenar esta ciudad de empleo. Ella es Mayerly, ella vendía dulces en el semáforo al pie del hospital San Francisco, lleva un mes acá en Ibagué. Íbamos en la camioneta y ella nos ofreció dulces en el semáforo en pleno sol. Yo le pregunté cuánto se estaba haciendo con los dulces. Me dijo entre $10 mil y $20 mil. Le dije vamos conmigo, te tengo un trabajo y te pago $59 mil. No la conozco, no sé quién es, pero ya me dijo que podía hacer la hoja de vida y empezara a ayudarme con el aseo. Me hace sentir feliz porque ya siento que estoy ayudando”, expresaba sobre una mujer que el día de nuestra conversación empezó a hacer el aseo en ‘Ahumaditaz’.

El futuro de Ahumaditaz

Aunque tiene muy claro que no se quiere asociar con nadie ni recibir grandes cantidades de dinero de terceros, sí cree que puede llegar muy lejos y tiene la convicción de que lo hará. Entre sus planes está tener un local más grande con el que pueda generar mucho empleo en la ciudad. Agrega que ya ha iniciado gestiones para con tres proyectos en ciudades diferentes para montar sucursales de Ahumaditaz, pero que no tiene prisa en hacer todo de inmediato. “Yo voy a paso lento de tortuga, pero llegaré a la meta”, resalta Karina.

Por otro lado, Karina tiene una malformación renal, por lo que necesita un trasplante, el cual espera poder pagarse dentro de los siguientes años para seguir dejando huella en Ibagué. Dejar huella también es uno de sus grandes sueños, que la recuerden por lo que hizo en vida y siempre como la mujer “ordinaria, humilde y fresca de siempre”.

Artículos Relacionados

Noticias Recientes