Historias
En moto de Ibagué a la Argentina
Desde hace un año hasta hoy he recordado algún momento que viví de ese viaje, desde Ibagué Colombia hasta San Pedro de Atacama en Chile como último destino, rodé en una moto de cilindraje 110, una aventura inspirada a través de una crónica de viaje. Hasta el momento la aventura más extraordinaria de mi vida.
En el 2015 Mateo del Rio de la ciudad de Bogotá emprendió un viaje desde allí hasta Santiago de Chile en una Vespa Gts300, el artículo de esta travesía salió en un periódico que leí por Internet, y esta historia me impulsó. Busque la forma de hablar con él y me dio uno que otro dato; recuerdo que finalizó diciendo: cuente su historia ¡HÁGALE!
Cruzar esa primera frontera fue rememorar aquella vez que aprendí a cruzar una carretera solo, fue ver en el pasado que mis primeros pensamientos de la vida era saber que había a la vuelta de la esquina y cuando lo supe vi una esquina más, y de esquina en esquina durante mucho tiempo descubrí muchas calles y ese día me encontraba al borde del país y empezando a recorrer un sitio que con el solo hecho de tener un sello en el pasaporte me hacía sentir extraño.
En los dos meses fui una celebridad, las fotos durante el viaje de personas extrañas y otros turistas fueron constantes, las preguntas otro tanto. En la vía los carros hacían sonar el claxon a manera de porra, la gente me saludaba como si estuviera en competencia ciclística.
El recuerdo más presente de aquel tiempo de fama sucedió en una estación de gasolina en Argentina. En aquella zona era la estación de gasolina donde por obligación todos tenían que tanquear, de manera que había que hacer fila, de repente aparecieron cuatro personas muy sorprendidas por el hecho de que yo estuviera en ese país y desde Colombia en esa moto. Me hicieron preguntas y pidieron fotos, de repente me vi rodeado de otras personas que tan solo querían una foto con el chico que venía de muy lejos en una moto que izaba las banderas de los países por donde había pasado. ¡El fenómeno del momento!
El sudafricano, la chica francesa, el irlandés, al que le celebramos el cumpleaños y sus dos amigas inseparables de Polonia. La bailarina profesional de Texas, el chico de Holanda, Andrés Villa y dos chicas de Venezuela, una pareja del país de Gales, Italianos, Españoles, alemanes fueron las personas con las cuales compartí aventuras en este viaje y me permitió un intercambio cultural, Naara una señora de México fue quizás la persona más importante de esta aventura, meses después nos reencontramos en Ciudad de México.
La gente de Argentina merece un punto aparte, a pesar de que fue la frontera más exigente (Me revisaron el equipaje como si la abuelita de ellos les hubiese enviado una encomienda conmigo) el trato de principio a fin fue especial. La cordialidad de la gente, la atención que tuvieron conmigo fue algo grande. Esa gente del sur quedara en mi memoria para siempre, ese cuento de que son los prepotentes del continente es un mito.
Fue una aventura guerrera como pocos se atreven a hacerla y más en una moto como la mía. Aquellos viajeros en sus grandes motocicletas eran muchos y todos sorprendidos por ver la capacidad de una moto de cilindraje 110.
Pero bien dicen por ahí: “Hay gente más grande y más pequeña que tú”. Fue sorprendente encontrar gente que hacia el viaje en bicicleta, fueron varias historias, mi caso era una pendejada frente a ellos. Conducía por Bolivia rumbo a Uyuni cuando me encontré en carretera con un hombre que venía desde México en su bicicleta y pensaba ir hasta la Patagonia y regresarse por la costa este de Argentina, cruzando por Brasil, Surinam, y Las Guayanas.
Tuve muchas oportunidades de promocionar el país, mucha gente pregunto si valía la pena visitarlo, y si era verdad todo lo que decían, hay que tener en cuenta que la imagen del país ha cambiado y en ningún momento sentí preguntas bruscas o malintencionadas acerca del país.
El tiempo corre a pasos agigantados, solo cuenta el hoy, y la vida es eso, un viaje donde tienes que ir con una equipaje muy ligero para ser más agradable el camino, hay que desechar eso que no sirve, eso que te hace daño, aquello que es toxico.
Salí de casa el 10 de Junio a las 5 de la mañana, me demore dos días en salir del país, cruce el centro de Ecuador, llegue a la mitad del mundo, pase por los nevados de Cotopaxi y el Chimborazo. De las altas cumbres me dirigí hacia la costa oeste para visitar Montañita, de allí pase por Guayaquil y busque el paso fronterizo con Perú. Durante más de mil kilómetros rodé por la costa oeste del país Inca con el espectacular Pacífico de lado derecho.
Cuzco y Machu Pichu, una visita obligada con una belleza absurda en su arquitectura e historia, de allí pasar a Bolivia donde no existen las nubes, sus cielos limpios con un azul profundo de todos los matices. Argentina quedara por siempre en mi corazón y no podía faltar un buen vino en Chile y con el dolor de mi alma y el cuerpo hecho añicos regresar a Colombia en una jornada maratónica de 10 días desde San Pedro de Atacama.
Peligros todos los que se puedan imaginar, pero si el pensamiento es siempre ese, mejor quédese en casa y sumérjase en la rutina. El mundo de los viajes nunca será algo monótono, habrá sitios distintos y personas de todas partes que esperan por nosotros. Ratifiqué que en el mundo son más las personas buenas.
En el 2015 Mateo del Rio, en el 2016 Julio Tovar, ojala este 2017 sean muchos de ustedes los que se atrevan a realizar el #TravelingAmerica y escribir su propia historia.
Por Julio Tovar
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