Por: Juan Sebastian Giraldo

Un 16 de octubre de 1987, en medio del paisaje montañoso que caracteriza a una gran parte del norte del Tolima, el municipio de Fresno vio nacer a Ronald Fernando García Ruiz, quien tres décadas después se convertiría en uno de los colombianos más importantes del mundo de la física nuclear.

De ojos claros y cabello ondulado, a Ronald se le veía recorriendo las calles del parque central de Fresno para dirigirse a su escuela, la Simón Bolívar, que más tarde sería anexada como sede de la Institución Educativa San José, donde se graduaría como bachiller.

— Desde niño ha sido alegre, pero serio; responsable y dedicado; pero sobre todo muy curioso. Nunca estaba satisfecho con las respuestas que obtenía de nosotros o sus profesores; por ello se interesaba mucho por lecturas que le permitieran identificar y responder esas inquietudes que tenía—, le comentó a El Cronista.co, Hernán García, padre de Ronald.

En 2003, con una toga y un birrete, agregaría su nombre a la larga lista de personajes destacados que son egresados de la Institución Educativa San José, un colegio de carácter público que este 2022 cumple 118 años de existencia. Entre las figuras que han pasado por los salones del San José se recuerdan nombres como el del afamado escultor Germán Botero, el laureado escritor William Ospina e investigadores como Anselmo Tábarez.

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Ronald siempre tuvo muy claro su proyecto de vida. Desde antes de graduarse ya había realizado gestiones por su cuenta, para radicarse en Bogotá y continuar sus estudios, por lo que, en 2003, justo después de graduarse, finalizaría su estadía en Fresno. “Cuando tenía como 13 o 14 años, ya le decía a su mamá que iba a ser científico”, recuerda su padre. Además, siempre tuvo en la mente que quería estudiar en la Universidad Nacional.

Mientras estudiaba Física en la universidad pública más importante de Colombia,  también realizaba otras labores extra clase que le permitían ahorrar algo de dinero y costearse por sí mismo su estadía en la ciudad de Bogotá.

Su paso por la UNAL fue brillante y raudo, pues terminó su pregrado antes del tiempo programado, lo que le permitió emprender nuevos rumbos, esta vez hacia la Universidad Autónoma de México, donde realizó, becado, su maestría. 

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Tras esta maestría, vendría una seguidilla de becas que le permitirían a Ronald realizar su doctorado en la Universidad Católica de Lovania, en Bélgica, con base en la Organización Europea para la Investigación Nuclear, (CERN). CERN se convertiría en su casa unos años más tarde, ya que después de culminar su postdoctorado en la Universidad de Manchester, en Inglaterra, se convertiría en investigador de esta organización europea.

Este fresnense  es un ejemplo, no solo para los tolimenses, sino también para los jóvenes del mundo entero que sueñan con convertirse en científicos algún día. Su loable carrera y los reconocimientos que ha recibido, contrastan con su modestia y humildad, dos valores que su padre Hernán García, docente de La Aguadita en Fresno, resalta de su hijo.

— Cada logro de un hijo, lo siente uno como propio. Él me dijo previo al momento de oficializarse el premio, que iba a recibir un reconocimiento que era uno de los más importantes de su vida. A uno se le aguan los ojos de saber y de enterarse de estos logros.

Actualmente, Ronald García Ruíz es profesor asistente del Departamento de Física del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) donde creó el Laboratorio de Moléculas y Átomos Exóticos, sus investigaciones se centran en el estudio de partículas subatómicas. Hace poco se hizo acreedor del premio a joven científico en física nuclear Stuart Jay Freedman en Física Nuclear Experimental 2022.

En el 2020 el Departamento de Energía de los Estados Unidos le había otorgado el premio como ‘Investigador de carrera temprana’. Es el primer colombiano en ganar estos dos premios.

“No tengan miedo de soñar, hay que trabajar duro por las metas, si yo pude lograrlo , ustedes lo harán mejor", repite con insistencia Ronald en un mensaje a los jóvenes, en especial a aquellos que se inclinan por el apasionante mundo de la física.

Mientras tanto en Fresno y en el colegio San José, el recuerdo de ese muchacho de cabello ondulado y mirada escudriñadora sigue fresco, pues solo han transcurrido 19 años desde que partió rumbo a dejar huella para que otros jóvenes no se queden en el intento.