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Regreso a clases en 2021: una oportunidad desde lo sencillo para transformar y optimizar la educación en Colombia
Por: Óscar Javier Arciniegas Garzón y Felipe Loaiza Montealegre*
La emergencia sanitaria el año inmediatamente anterior, irrumpió y alteró el programa anual de clases, en un sistema educativo que estaba organizado para la interacción presencial en los procesos de enseñanza y aprendizaje. Esta situación, generó que tanto el Gobierno Nacional, como las comunidades educativas realizaran esfuerzos para garantizar el derecho al acceso y la permanencia en el sistema educativo, lo que representó un gran desafío que logró superarse, gracias a los esfuerzos de las diferentes Instituciones Educativas.
La situación de Pandemia por COVID -19 continuará en el país este 2021, de acuerdo a las proyecciones epidemiológicas del Ministerio de Salud y la Protección Social -MSPS-, que han sido matizadas con la noticia de un plan de vacunación, el cual se espera tenga inicio en el mes de febrero y pretende beneficiar al total de la población colombiana (MSPS, 2020).
Es una realidad que algunas Instituciones Educativas pronto retornarán a las clases bajo la modalidad de alternancia, teniendo en cuenta las condiciones propias de cada territorio, establecimiento educativo, presencia de comorbilidades de riesgo en los docentes, la aprobación de los padres de familia y el cumplimiento de los protocolos de bioseguridad dispuestos para tal fin, (MEN, 2020). Esta medida, seguramente, incidirá en la salud mental y en los factores estresores para docentes, estudiantes y padres de familia, por las condiciones endógenas del proceso remoto de enseñanza – aprendizaje (Arciniegas, Loaiza, 2020).
De igual forma, muchas Instituciones Educativas continuarán de manera remota garantizando el derecho a la educación y sobre todo la preservación de la vida, contando ahora, con la experiencia y los aprendizajes del año 2020. En ese sentido, docentes, estudiantes y sus familias, se verán enfrentados a condiciones similares a las del año inmediatamente anterior, con la diferencia, en el caso de los colegios, de haber obtenido unos aprendizajes en materia de didáctica y pedagogía producto de la experiencia atípica vivida en tiempos de pandemia y que, sin duda, potenciarán los procesos de enseñanza y evaluación formativa en los años venideros.
Es importante, con el próximo inicio de clases en el país, que las Instituciones Educativas que retornan a la presencialidad en modalidad de alternancia y aquellas que continúan de manera remota, reflexionen acerca de lo aprendido y, sobre todo, emprendan acciones concretas para propender por la garantía del derecho a la educación de calidad durante la vigencia 2021 e ir construyendo las bases en las que sostendrá la transición segura hacia a una “pospandemia”. Estas acciones, deberán plantearse en la semana de desarrollo institucional, en la planeación anual y también, ser consideradas en los planes de mejoramiento institucional para el presente año.
En ese sentido, y en consonancia con varios de los más importantes académicos y referentes de educación del país, es claro que la educación no debería ser la misma luego de la pandemia por COVID-19. Varias de las prácticas docentes, dinámicas institucionales y sistemas relacionales, son susceptibles de importantes transformaciones. Los sistemas educativos de todos los países, el nuestro incluido, tienen en sus manos una oportunidad inédita e inmejorable, para considerar aquellos aspectos que ya no deberían regresar a las aulas nunca más y aquellos que deben ser potenciados para garantizar entre otros aspectos, la pertinencia, la calidad educativa, la comodidad de los estudiantes, docentes y las familias, frente al sistema educativo; la preservación de la salud mental y el mejoramiento de las dinámicas relacionales que se experimentan en el contexto educativo.
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En consonancia con lo anterior, y con el ánimo de aportar a esa discusión, a continuación describimos una serie de elementos que pueden ser de gran utilidad para que las Instituciones Educativas, aprovechen de la mejor manera los aprendizajes que ofreció el estudio y la enseñanza desde casa, del año 2020:
Reuniones ejecutivas Vs Reuniones Reflexivas
Esta nueva dinámica, generó interesantes reflexiones alrededor de la pertinencia y la efectividad de muchas de las reuniones que se sostuvieron durante el año y los efectos que tuvieron en materia de ambiente laboral y la salud mental, pues esas reuniones representan un desgaste adicional a los equipos directivos y el cuerpo docente.
Conviene entonces, aclarar las expectativas frente a las reuniones que se sostendrán a partir del 2021: Reuniones ejecutivas, caracterizadas por ser muy ágiles y precisas en su desarrollo, sin intensión de generar discusiones o disertaciones; sin despliegues reflexivos, ni opiniones personales; más bien cumplen una función eminentemente informativa y no requieren de mucho tiempo ni desgaste del equipo de trabajo. Y, por otro lado, las reuniones reflexivas, caracterizadas por facilitar la construcción colectiva y la puesta en escena de opiniones y percepciones particulares. Estas reuniones toman un poco más de tiempo y requieren de mayor esfuerzo y compromiso por parte de los participantes y muchas veces conviene realizarlas en equipos pequeños de trabajo.
Es clave que los equipos directivos de las Instituciones Educativas, planeen y consideren el desarrollo de las diferentes reuniones de acuerdo con las necesidades y en especial, de acuerdo con lo esperado en el desarrollo de las mismas. Ello sin duda, contribuirá a la gestión directiva de las instituciones, la percepción de utilidad de las reuniones y la agilidad en los procesos institucionales.
La flexibilidad aplicada a cada modalidad de trabajo
El Ministerio de Educación Nacional habló con frecuencia el año pasado del concepto de flexibilidad y la necesidad de su aplicación en las Instituciones Educativas. En algunas se desarrolló someramente y en otras se caracterizó por su ausencia en los diferentes procesos escolares. En este año, la flexibilidad seguirá primando en las modalidades de alternancia o educación en casa, para ello las Instituciones Educativas deberán establecer concretamente lo que significa o mejor, cómo será una realidad en cada uno de los aspectos pedagógicos, didácticos, evaluativos y curriculares en las diferentes áreas del conocimiento para generar un ambiente de unidad en el contexto escolar y que facilite la transitabilidad escolar de los estudiantes en compañía de sus familias, sin incurrir en el facilismo o el perjuicio de la calidad educativa, en un momento crucial del sistema educativo Colombiano.
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Aprendizaje situado en contextos inmediatos
Una vez más, se puso en evidencia la importancia de situar la enseñanza en contextos conocidos para los estudiantes, dejando de lado (parcialmente) lo abstracto, lo invisible. Un ejemplo claro de ello fue, por ejemplo, el aprendizaje de las unidades métricas, a través de la medición de MI puerta, MI mesa, MI pantalla. La solución de problemas matemáticos cotidianos en los hogares, potenció, sin duda, el aprendizaje de esta asignatura. Lo mismo sucedió con otras áreas del conocimiento. Es una invitación, entonces a llevar la enseñanza a los contextos inmediatos (aunque no podría quedarse allí), a aprender desde lo conocido, lo concreto, para luego extrapolarlo a realidades ajenas o distantes.
Tiempos de aprendizaje y el desarrollo de tareas escolares
En 2020, una de las quejas más frecuentes de padres de familia y estudiantes, aparte del gran problema que representó la conectividad, estuvo relacionada con la carga de trabajo que se dejaba para realizar en casa. Las guías extensas y un número elevado de ejercicios, suscitaron toda clase de quejas y conflictos, que, sumados a la escasez del tiempo disponible para realizarlos, generaron que varios estudiantes y acudientes consideraran la posibilidad de suspender los estudios a la espera del regreso a la presencialidad. Por ello, conforme a las estrategias definidas por cada institución, es importante considerar esta variable en la modalidad a implementar a partir del 2021. El desarrollo de ejercicios y guías es importante, pero los docentes deben elegir aquellos que resulten más pertinentes para garantizar el aprendizaje deseado.
Evaluación de aprendizajes
El estudio en casa durante el 2020, dejó notar una situación latente durante muchos años en el sistema educativo: ¿Evaluar lo aprendido o evaluar la entrega de tareas? Esta cuestión protagoniza una importante discusión en torno a otra pregunta: Aprobar el tercer periodo académico de una determinada asignatura, ¿homologa la calificación de los dos periodos anteriores? Ello solo tiene sentido, si lo enseñado en la primera parte del año es requisito para aprender lo que se enseña en la segunda mitad del año. Suponiendo que un niño, en el primer periodo escolar debía aprender el uso de la letra M y la letra P, y no lo consiguió, pero en el tercer periodo logra leer y escribir palabras con esas letras ¿debe permanecer la mala calificación obtenida en el primer periodo? Por otro lado, no tendría sentido si lo que se tiene en cuenta en la evaluación, fuera la entrega de la tarea en el primer periodo; en ese caso lo que se evalúa es la entrega del trabajo (realícelo quien lo realice) en el tiempo asignado para ello.
Resignificación del saber SER
Durante el año 2020, de acuerdo a los lineamientos del MEN, se recomendó hacer un énfasis en el SABER SER, sin embargo, en muchas ocasiones, simplemente se dejó con aspectos actitudinales como estar atentos a los comunicados, entrega de trabajos, presencia en los encuentros o clases virtuales, entre otros mínimos, que son importantes y deben continuar tanto en la modalidad de alternancia, como en la educación desde casa. Sin embargo, recomendamos que a partir de este año se resignifique el SABER SER en cada una de las Instituciones Educativas, de acuerdo a las discusiones internas con el equipo docente, enfocado a aumentar el nivel de exigencia en este elemento y sobre todo a la homogenización del concepto (que todos los docentes sepan que aspectos se irán a evaluar) para evitar las dificultades que conlleva la heterogeneidad de la norma. Tratar de trascender la entrega de trabajos y fijar la atención en la autoexigencia puesta en ellos; pasar de entrar a las clases a participar de ellas; ir de recibir la información y los comunicados institucionales a interiorizarlos de forma crítica, por ejemplo.
Participación de padres y madres de familia
De acuerdo a la ley general de educación (ley 115 de 1994), y a la reciente ley de escuela de padres, madres de familia y cuidadores, (ley 2025 de 2020), es fundamental el fortalecimiento de la alianza escuela – familia para el mejoramiento de los procesos educativos y formativos de los estudiantes y más aún, en tiempo de pandemia. Por lo anterior, es preponderante que las Instituciones Educativas diseñen una estrategia de formación y acompañamiento con base en la comunicación bidireccional, recíproca y permanente y NO de información solamente, como ocurrió el año pasado en muchos centros educativos. Es primordial que los temas a abordar sean producto de una lectura de contexto y que tengan en cuenta también, la evolución del COVID-19 en el territorio y otras generalidades relacionadas con la salud mental familiar en el sistema educativo. Por otro lado, es una oportunidad para que la colaboración y el compromiso mostrado por una parte importante de los padres de familia, permanezcan como aliados fundamentales en los procesos de aprendizaje de sus hijos, aunque regresen a la presencialidad.
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Atención oportuna a las situaciones que afectan la convivencia escolar
El estudio en casa, como muestran algunas estadísticas, develó problemas en la convivencia al interior de los hogares donde los niños, niñas y adolescentes fueron los más afectados. Igualmente, durante el desarrollo de clases virtuales, se hicieron evidentes situaciones de apodos, groserías e interrupciones, que podrían haber pasado inadvertidas en la presencialidad, pero, por la naturaleza virtual de los encuentros, fue ineludible para los docentes atenderlas de forma inmediata. Por lo anterior, las Instituciones Educativas deben incluir acciones para identificar las alertas tempranas en estos aspectos, ajustando cuanto antes los pactos de convivencia institucional, con la participación de la comunidad educativa y definiendo con claridad las rutas de atención correspondientes, de acuerdo con la modalidad con la que trabajará cada institución.
Los anteriores elementos, hacen parte de las reflexiones que a nuestro parecer pueden contribuir al mejoramiento del servicio educativo, seguramente, los directivos docentes, docentes y familias, podrán nutrir la discusión en torno a ellos e incluir algunos nuevos elementos que también son significativos. Sin embargo, de cualquier forma, lo más importante es aprovechar esta única oportunidad de transformación, resaltar lo aprendido en esta nueva realidad y no arrastrar a la pospandemia, prácticas educativas que puedan resultar excluyentes, autoritarias o impertinentes. Utilizando una metáfora, los actores del sistema educativo no debemos comportándonos como cauchos que se estiran, se tensionan, se estresan, pero al final regresan a su forma inicial; más bien, podemos ser como el plástico al calentarse, que, con la tensión y el estrés, puede tomar nuevas formas, puede redefinirse y puede transformarse (flexibilidad y plasticidad en el sistema educativo, (Ángel y Loaiza, 2020).
*Psicólogos Educativos, Docentes Orientadores.
Miembros del Colegio Colombiano de Psicólogos.
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