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Dedicado a ti, mi gran Tolima
Por John Anderson Otavo Ruiz
Cada mañana al despertar, recuerdo el fino aroma de la tierra que me vio nacer. Aquella tierra de pijaos, tierra fértil, de nevados, páramos y ríos. Un territorio que engalana su bello paisaje con café, que al son de bambucos y guabinas nos llevan a un pasado repleto de historias, mitos y leyendas.
Creadora de la Cacica Dulima, muestra viviente de que las mujeres han resistido a la lucha desde tiempos inmemorables y entregaron su vida en la defensa de su territorio. Abuela del rio magdalena, donde se escuchan los sonidos del Boga escudriñando cada rincón de los extensos valles.
Esa es mi tierra, la que definió mis rasgos para recordar mi herencia indígena, la que me vio crecer, aquella que me permite ver la muchedumbre pujante, tierra de cantores, escenario del baile y la música, cuna del San Pedro en El Espinal, rica en identidad, testigo de la historia colonial, fuente de inspiración para escritores y poetas, madre de hijos que han cruzado fronteras para cantar el alma de nuestra raza en el Bunde de Castilla.
Heme aquí, Tolima, añorando pisar las estribaciones de tu gran nevado para rendir culto a quienes adoraron y danzaron desde tiempos milenarios con el propósito de hacer de ti una tierra fértil y prodigiosa. A ti debo todo mi pasado y presente, a quienes vi nacer, pero también morir. A ti debo mi infancia, mi hogar, las mañanas de café, achiras, pandebonos y tamales. Pero también, a ti encomiendo la costumbre, la tradición, el resguardo de aquellos que luchando por la independencia y amando el Magdalena, hicieron que la pena sea buena y alegre el existir.
La historia es clara, pues ella misma escribió su libro para que el general Tomás Cipriano de Mosquera en el Alto del Raizal, cerca de Guaduas, soñando con el futuro, firmara un decreto que nos permitiera ser. Desde luego, dos mil años atrás, nuestros indígenas se movían como venados dueños del aire y de la tierra, para reproducir posteriormente tradiciones orales, costumbres, comida, lenguajes y un aroma de libertad que aún se sigue respirando en cada rincón de nuestro territorio.
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A ti rindo homenaje, porque la historia se ha acordado de mí. Ella me dice que de todos modos no fuimos hechos de la noche a la mañana, y claramente somos el resultado de los esfuerzos de varias generaciones para gozar o sufrir lo que tenemos.
Mi Tolima baila sus bambucos en medio del desarrollo y el emporio, pues a ella le han dado el honor de ser nombrada tierra firme, donde nació la furrusca para que al son de la guitarra, el puerco, el tiple y la carrasca, mi pueblo y la mitología se unan en una fiesta sin parar para demostrar cuán grande es el territorio que se adueñó del vino tinto y oro, colores que sintetizan la lucha y la riqueza cultural que encarna nuestra identidad.
- Licenciado en Ciencias Sociales
- Director del Proyecto Profelogía
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