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¿Por qué muchas personas siguen diciendo que Camargo vende los partidos del Tolima?

¿Por qué muchas personas siguen diciendo que Camargo vende los partidos del Tolima?

Es ya una tradición que, cuando al Deportes Tolima queda muy cerca de ser campeón, la gente diga que “Camargo vendió el partido”. Cuando el equipo se clasifica a los cuadrangulares o llega a una final muchas personas sacan esa conocida frase, como si la tuvieran debajo de la manga: “Ojalá Camargo no venda el partido”.

¿De dónde viene esa idea? ¿Sí es posible vender un partido de fútbol en Colombia? ¿Para Camargo es mejor vender una final que salir campeón?

Hay personas que son pesimistas por naturaleza. En sus caracteres hay una tendencia a ver el mundo y a juzgarlo según la posibilidad más negativa o la contingencia más desfavorable. Así, dicen los especialistas, están a la defensiva si las cosas en su vida salen mal. Cuando salga mal eso que esperaban que sucediera mal no se ven sorprendidos.

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El Deportes Tolima, en las últimas dos décadas, ha estado peleando constantemente títulos. Es normal verlo clasificado a las finales. Lastimosamente, esas buenas campañas no se han materializado en títulos. Una estrella y un título de la Copa Colombia ha sido lo conseguido en dos décadas con una regularidad más que aceptable. El equipo ilusiona y luego le quedan faltando esos “cinco centavos para el peso”.

Esa es una de las razones por las que en la visión de las personas está la idea de que el Deportes Tolima se queda siempre en las finales. El imaginario colectivo muchas veces se crea a base de decepciones. Las personas han visto tantas veces equipo perder estando muy cerca de ser campeón que buscan una explicación para lo que pareciera ser simplemente mala suerte o, lastimosamente, falta de jerarquía.

El reconocido periodista deportivo Camilo Pinto dice en ese sentido que es “la respuesta a la mala campaña, a la falta de nivel o simplemente a la incapacidad que el Deportes Tolima ha tenido en finales.”

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Camilo Pinto hizo un pequeño recorrido de las finales perdidas y da a entender que si hubiesen sido partidos “vendidos” no habrían sido tan dolorosos para los futbolistas ni para los directivos: “En el 2016 el Tolima empata el partido, jugó mejor, pero al final lo pierde con Cúcuta. No creo que Camargo, ni Bernal que era el técnico en ese momento, tuvieran nada que ver.”

Con la decepción del 2010, dice Camilo Pinto, el equipo quedó destrozado anímicamente: “Yo vi llorando a Gerardo Vallejo y al propio Gabriel Camargo llorando después de la derrota.”

Contra Santa fe sucedió algo similar. Dice que si ese partido hubiese estado “comprado” entones Víctor Aquino no habría tenido ese remate abajo que salvó Robinson Zapata, el arquero de Santa fe en ese momento.

En contra de la teoría de que “Camargo vende los partidos” hay una razón que se sustenta en la lógica: si el equipo sale campeón se valoriza; si se clasifica a Libertadores entra dinero por concepto de derechos televisivos, la taquilla, que siempre ha sido baja en Ibagué, aumentaría si el equipo gana y participa en torneos internacionales. El normal que al salir campeón un equipo se venda al exterior a los jugadores más destacados. Esa sería otra motivación que tendría Camargo para salir campeón.

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Habría que preguntarse también si aún es posible vender un partido de fútbol en Colombia. Es cierto que la historia que precede al campeonato tiene mezcla de narcotráfico, de violencia e intimidaciones a árbitros. En los años 90 cada capo tenía su equipo de fútbol y ganaba quien le metiera más dinero sucio a la compra de jugadores. Pero ahora, indudablemente, el país es otro. Las instituciones son más fuertes y, en algunos casos, el imperio de la ley está más presente que antes. Entonces, se podría pensar que vender un campeonato no sea tan fácil como pudo serlo hace unos años.

El último argumento que da Camilo Pinto para decir que Camargo no "vende partidos" es tal vez el más poderoso de todos: “La gloria no se negocia”.

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Todos quienes saben de fútbol dicen que el mejor negocio para Camargo es salir campeón y vender jugadores que compró baratos y que, de salir campeón, podría vender muy caros. A Gabriel Camargo se le pueden cuestionar muchas cosas de cómo maneja el equipo, pero difícilmente se podría decir de él que es mal negociante.

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