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Viaje por el Tolima, desde la sala de su casa (II entrega)

Viaje por el Tolima, desde la sala de su casa (II entrega)

Ha pasado una semana desde que emprendimos un interesante viaje por varios pisos térmicos y tres maravillosas poblaciones del norte del Tolima, empezando por Murillo, cerca al Nevado del Ruíz, con una escala en el Líbano para aclimatarnos a lo que se venía, para terminar el recorrido en Mariquita, antes de regresar a Ibagué. 

En ese momento hice una pregunta en general ¿Cuál debía ser el próximo destino al que viajaríamos desde nuestras casas?, entre algunas respuestas, una sobre todo me pareció interesante: “Ambalema y Natagaima”, dos lugares bien diferentes, una más cerca de Ibagué que la otra, pero ubicadas a los extremos, Ambalema al norte, Natagaima al sur, con el cultivo de algodón como punto común; pero como desde los medios digitales nada es imposible, consulté con algunos expertos, libros y cartillas, a ver si era posible hacer el recorrido en un solo día, y ¡Si lo es!, la conexión que tienen ambos municipios a través del río Magdalena, nos permite hacer este viaje lleno de fantasía, historia y paisajes.

Eso sí, la ruta debe empezar bien temprano, preparar ropa para tierra caliente, algún repelente para mosquitos, y como insumo principal, la imaginación para sentir que visitamos estos paisajes, sin salir de casa. Podemos buscar las fotografías por Google, o hacer un recorrido a través del ‘street view’ para involucrarnos en el paso a paso que haremos, y una vez terminadas estas líneas se animen ustedes también a emprender el camino. 

La ruta para llegar a Ambalema, con los kilómetros se va convirtiendo en un viaje a la historia y al pasado, de esta población que desde su entrada evoca lo colonial, en la arquitectura, en sus calles y en su sentir, que en 1980 fue declarada monumento histórico nacional, y hace parte de la ‘Ruta Mutis’. En sus calles se revive la historia de un sitio que llegó a ser en su momento de los más importantes del país, en la que se ubicó el primer banco de comercio, cuando se visita ‘La casona’, lugar donde funcionó desde 1846; la fábrica La Factoría, construida en 1916 por los industriales del tabaco, cultivo que hizo de Ambalema la capital económica del país, por la favorabilidad del comercio a través del río Magdalena. También es obligada la visita a la Casa Inglesa, una mansión de 17 mil metros cuadrados, que se ha procurado intervenir para evitar que se caiga, pero que mantiene su belleza intacta. Como en la mayoría de los pueblos es importante conocer la Iglesia Antigua, con su arquitectura romana, por supuesto que hay posibilidad de ir al balneario Río Recio, al ‘paseo de olla’, y disfrutar de la caída y el sonido de su cascada, hasta la piscina natural. 

Capítulo aparte merece la conexión que tiene directa con el río Magdalena, y a través del ‘Ferry Omayra’ (así está escrito en la embarcación), permite el paso directo entre el Tolima y Cundinamarca, a través del río.

Y llegando entonces al Magdalena y el tiempo en nuestra contra, algo de cansancio acumulado, pero con la historia vivida en Ambalema a flor de piel, emprendemos la tradicional y mítica ‘Ruta del Río Magdalena’, donde tendremos que pasar hasta por cinco municipios (de los seis que hacen parte de la ruta), ya que empezamos en Ambalema, y no en Honda -pronto estaremos también en Honda, espero me acompañen), eso sí, el viaje se hace en pequeñas embarcaciones tradicionales de navegación y presenta los más bonitos paisajes de río y malecones, y es que parte del recorrido nos hará ver en el siguiente orden a la izquierda a Flandes, a la derecha parte de El Espinal, luego El Guamo y su interesante recorrido por ‘La Chamba’ (otro paisaje pendiente), luego y de nuevo solo girando nos encontraremos con los paisajes de los puertos de Suárez y Purificación, antes de llegar a nuestro destino pendiente: Natagaima, la Meca del folclor en Colombia, tierra vigilada desde los 400 metros de altura por el Cerro del Pacandé y en la que llegamos al puerto ‘ Los naranjos’, en el que desembarca anualmente el San Juan. Así como ha sido el rio factor de orgullo, turismo y recursos del agro, en sus inicios fue el mismo río el que estropeó su segunda fundación, debido a grandes avalanchas, razón por la que se hace actualmente un monitoreo constante de sus niveles. Natagaima tiene una rica historia indígena, además del periodo comprendido entre 1863 y 1866, en el que fue elegida como capital del Estado Soberano del Tolima Grande, y donde aún se puede visitar la Casa Zorrillona, sede principal del Estado conformado entonces por Huila y Tolima, y del cual mientras esta tierra fue capital, fueron presidentes el General José Hilario López, Clímaco Iriarte, Antonio María Forero y Juan Nepomuceno Iregui.

Llegar a Natagaima es vivir y conectarse con los antepasados indígenas en el Cementerio Hipogeo (en la vereda Palma Alta), visitar por obligación el Cerro del Pacandé, ubicado en la vereda Velú, del municipio; La travesía inicia en Velú, al sur del Tolima, donde se dejan los vehículos y se encamina por un sendero pedregoso y medianamente empinado. Después de dos horas de caminata, con descanso para rehidratación, se llega a una vivienda donde puede recibir información sobre la cultura y costumbres de la comunidad que queda de ‘los hermanos encostalados’ que habita el sector, y que se vistieron con costales hasta 2003, y ahora lo hacen cada jueves santo, en la tradicional subida al cerro.

 Para subir al cerro debe estar preparado para afrontar una cuesta empinada, rocosa y que en algunos momentos se torna inalcanzable. Después de 45 minutos aproximadamente para alguien no acostumbrado a estos trotes, entre maleza, piedras volcánicas y una que otra serpiente, se puede vislumbrar una pequeña cruz metálica enclavada en la cima. Con el poco aliento que queda, se puede disfrutar de todo el paisaje del Tolima grande, donde no se miran fronteras. Y si la vista se pone hacia el sur, se encuentra a Villamil que entre valles demuestra la "Tierra bonita... la tierra del Huila que le vio nacer".

A través del puente Golondrinas nos podríamos conectar con el departamento del Huila, pero no queda mucho tiempo, ya se hace muy tarde, la emoción del viaje no resta el cansancio, así que una última visita al balneario de Painima para descansar. Nos queda pendiente aún para un próximo viaje el paso de la barca, por el Río Magdalena de nuevo, pero a ver las veredas con las que se conecta por el lado derecho, pero ya debemos regresar; esta vez, olvidé empacar en la maleta el cargador del computador, y el viaje de regreso de la sala, hasta mi habitación, es casi tan largo como el de Natagaima a Ibagué. ¡Hasta el próximo destino!

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