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¿Tierras para todos… menos para los tolimenses?

¿Tierras para todos… menos para los tolimenses?

Por Alba Lucía García

*Abogada de la Universidad Externado de Colombia.

Dra en Estudios Avanzados en Derechos Humanos. Líder en desarrollo regional


El Tolima merece más. Y no lo digo como consigna vacía: lo digo porque mientras celebramos la entrega de más de mil hectáreas en Piedras, Suárez y Rovira, muchos hijos de esta tierra siguen esperando el día en que puedan volver a pisar el suelo que les arrebataron hace décadas. La justicia agraria no puede convertirse en un acto de olvido para quienes nacieron y crecieron aquí.

El Gobierno Nacional ha querido mostrar la entrega de tierras como un símbolo de reparación y desarrollo. Y es cierto, darles a las víctimas la oportunidad de rehacer su vida en el campo es un avance enorme. Pero también es cierto que buena parte de los beneficiarios no son del Tolima, sino de otras regiones. Eso abre una nueva brecha: ¿por qué nuestros campesinos, que también lo perdieron todo, tienen que seguir al final de la fila?

Las tierras no solo son producción. Son identidad, arraigo y memoria. Y aquí radica el verdadero dilema: ¿cómo construir paz y desarrollo si las comunidades locales sienten que sus voces no cuentan? A esto se suma un problema que nadie quiere mencionar: muchos predios adjudicados carecen de lo mínimo. Sin vías, sin agua potable, sin escuelas ni puestos de salud, la ilusión de tener una escritura puede convertirse en una nueva frustración. La reforma agraria no se mide por hectáreas entregadas, sino por comunidades sostenibles.

Por eso, la discusión no es si el programa es bueno o malo. Es cómo hacerlo mejor. Priorizar a los desplazados del Tolima en su propia tierra, planear infraestructura antes de adjudicar lotes y equilibrar justicia nacional con justicia regional son pasos obligatorios.

El Tolima no se opone a la solidaridad, lo que reclama es equidad. Y la verdadera prueba para el gobierno será si logra convertir estas hectáreas en proyectos de vida reales, que fortalezcan tanto a quienes vienen de afuera como a quienes llevan toda una vida esperando.

En situaciones como esta cobra relevancia tener líderes con visión, capaces de tender puentes entre el gobierno local y el nacional, porque solo desde la concertación podremos garantizar que las decisiones realmente beneficien a la gente.

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