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Para vibrar se necesita plata

Para vibrar se necesita plata

Luego de varias nominaciones, el alcalde de Ibagué, Andrés Fabián Hurtado, designó como Secretario de cultura y turismo a Ricardo Cadavid. El acierto es innegable y tiene un cariz más técnico que político: Ricardo Cadavid tiene la imaginación, la sensibilidad y la capacidad de acción, evidentes en su Festival Internacional de la oralidad Mundopalabra, con 21 ediciones, y el Congreso Internacional de Educación Abrapalabra con ocho versiones, que lo han convertido en uno de los gestores culturales más importantes de la región. 

Superado el problema del nombre, el problema es el presupuesto. El presupuesto de Ibagué para la vigencia 2020, que suma 703 mil millones de pesos, sólo le asigna 5.516 millones de pesos a la Secretaría de cultura. Menos del 1%. El rubro destinado a Ibagué capital musical con memoria, identidad y desarrollo cultural es sólo de 312 millones de pesos. Convertir a Ibagué, como es el deseo del alcalde, destino cultural y turístico para todo el país, recuperar su marca y erigirla como una ciudad que vibra, requiere de mucho más dinero. 

Entiendo las dificultades financieras que enfrenta la actual administración y que el presupuesto fue aprobado por el concejo y alcalde anterior, pero justamente por ello es que se deben redoblar los esfuerzos. No se trata de repartir el escaso presupuesto de la secretaría en eventos e iniciativas aisladas. Si hay una política clara, todos las tareas deberán ser orientadas al mismo objetivo: generar desarrollo humano, social y económico a partir de la cultura, convirtiendo la ciudad en un destino cultural a partir de las fortalezas de nuestro espíritu. Es necesario consolidar una agenda cultural permanente, campañas nacionales de promoción de ciudad, recuperación de la memoria y la identidad musical y combinar fuerzas de lucha con la secretaría de educación, entre muchas otras tareas que seguramente el alcalde y Cadavid ya estarán mascullando.

Desafortunadamente, a lo largo de la historia, la cultura ha sido vista con desdeño. Los gobernantes tienen corazón de cemento y miden sus ejecutorias en calles pavimentadas y edificios construidos. Es cierto que son necesarios, pero transformar una ciudad, como parece ser la intención del actual alcalde, requiere convertir a la cultura en protagonista del desarrollo. Así lo hicieron Medellín, Barranquilla y Manizales. Hay que ver los procesos que allí se surtieron e intentar replicarlos o adaptarlos a nuestro entorno y, especialmente, aprender de los errores del pasado.

Se necesita incluir a la empresa privada y a los colectivos ciudadanos. Pero no para que administren los recursos públicos (que ha traído nefastos resultados), sino para que aporten. Las fiestas de junio se convertirán en la primera prueba de fuego. Aquí se necesita unir voluntades y dineros. Ojalá Cadavid encuentre el apoyo de toda la ciudad y del alcalde, especialmente con plata. Sin plata, Ibagué no vibra.

 
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