Columnistas
No merecemos el olvido
Hace pocos días vi en Netflix el documental El silencio de otros, ganador del Goya, el Cine por la paz de la Berlinale y el Forqué, entre otros 30 premios internacionales. Fue inevitable que las lágrimas escurrieran por mi cara. Durante seis años, los directores siguieron a las familias españolas que buscan encontrar los restos de sus padres y tíos y abuelos: más de 100 mil personas fueron asesinados por las fuerzas del estado durante el régimen franquista en España. Las imágenes y las historias son desgarradoras.
Las víctimas se han encontrado con un muro de piedra. En 1977, el congreso español aprobó la Ley de amnistía que significó, además de la amnistía a presos políticos, el olvido. Los crímenes del régimen desaparecieron hasta de los libros de historia. La ley buscaba que nadie recordara y lo lograron.
Hoy, los jóvenes españoles no saben qué pasó en esos tiempos oscuros de la dictadura de Franco. No saben cómo el dictador desfilaba orgulloso, con su mano derecha levantada, al lado de Hitler. No saben cómo alineaban a los españoles que criticaban al régimen y los ponían en zanjas que ellos mismos cavaban para luego ser asesinados por el ejército; no saben cómo construyeron caminos y carreteras encima de las fosas comunes para que nadie pudiera encontrarlos, no saben cómo un simple rumor de que este o aquel era rojo o comunista, significaba la desaparición, la muerte, por parte del estado. Si hoy, por error o por dolor, alguno de los viejos que aún recuerda pregunta dónde se encuentran los restos de su familia, se encuentran con la misma respuesta: no queremos abrir heridas que ya están cerradas.
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Fue inevitable pensar en la historia de Colombia. La posición de decenas de políticos españoles, todos de derecha, es claramente similar a la propuesta del Centro Democrático que encarna las ideas del senador Álvaro Uribe. No les sirve la verdad. Sólo funciona su propia verdad, su propia narrativa histórica. Por eso eliminaron la historia de los colegios, por eso ponen sus balas discursivas en contra de los profesores que, dizque, porque todos están ideologizados. Como en la época oscura de España, para ellos, todos quienes no están a su favor son comunistas, todos son rojos, todos atentan contra “su patria”.
En Colombia, el Centro Democrático se ha ensañado contra la Comisión de la verdad y para terminar de torpedearla, infiltran en sus directivas a supuestos académicos que ni siquiera creen en el conflicto. La lucha del Centro Democrático es contra el recuerdo. Quieren el olvido. Que nadie nunca sepa que más de 5 mil colombianos fueron asesinados por militares, que nadie nunca sepa que más de 5 mil colombianos fueron disfrazados de guerrilleros después de muertos, para que los soldados ganaran premios y permisos y tarjetas de llamadas de celular; que nadie nunca recuerde que a más de 5 mil colombianos les pusieron armas en sus manos inertes, para justificar la masacre; que nadie recuerde que más de 4 mil de esos colombianos inocentes fueron asesinados durante los dos periodos de la presidencia de Uribe Vélez. El Centro Democrático quiere que llegue el olvido.
Este país no puede permitir que las víctimas del ejército, de las guerrillas, de los paramilitares, de las bandas criminales que hoy asesinan impunemente y cada vez con mayor frecuencia a los líderes sociales, sean condenadas al olvido. No merecemos el olvido. Necesitamos memoria y verdad. Que en este país no tengamos el silencio de otros.
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