Opinión
Mensajes parroquiales
Por Diego Alejandro Zuluaga
Los mensajes insustanciales, llenos de lugares comunes, aparecidos como mensajes en botella venidos desde la otra orilla del océano por nuestro ilustrísimo encomendero Andrés Fabian Hurtado, en los cuales da cuenta de las “múltiples ayudas entregadas” a las familias víctimas, envueltos en un lenguaje solidario y de empatía, terminan siendo una burla en este circo administrativo en el que se ha convertido hoy el gobierno que vibra.
Ese lenguaje de coach de vida expresa una empatía sin significado alguno, sentenciada tal vez desde alguna incansable fila turística para subir la torre Eiffel. Nuestro querido encomendero no tuvo la solidaridad de aplazar sus vacaciones, demostración real de compasión, para ponerse al frente de una tragedia que ha seguido de manera virtual sin ningún atisbo de responsabilidad política ni ética sobre este hecho.
Lo que causa más sorpresa son las loas y vítores, alabanzas y aplausos, que lanzan los áulicos sobre aquel encomendero en las redes sociales, como si realmente estuviera aquí, como si realmente fuera empático, como si realmente fuera responsable.
Este hecho me recuerda entonces a un lamentable momento de la historia de Ibagué, descrito en El Tomo I del Manual de Historia del Tolima, contenido a través de un relato deplorable y diciente de la historia política de nuestra querida Ciudad.
“Cómo puede ser que le demos las gracias a un mandatario que está en tierras lejanas y no demuestra preocupación alguna por los temas más sensibles que aquejan a la ciudadanía que ayudó a elegirlo”
En uno de los ensayos de este Tomo de historiografía tolimense, el historiador chaparraluno, Darío Ortiz Vidales, presenta a los lectores el proceso de independencia del Tolima, y en uno de sus apartes contiene el hecho de la reconquista española en Ibagué.
La historia está enmarcada dentro de las luchas independentistas que se estaban librando en tierras tolimenses, por ejemplo la que se da con la constitución de la república independiente de Mariquita auspiciada a través del pensamiento, la deliberación y acción de José León Armero o, “La Guerra A Muerte”, declarada contra el ejercito Español en la cuchilla del Tambo por el coronel Liborio Mejía, en la cual fue arrestado el valeroso Nicolás Buenaventura y enviado amarrado a Chaparral, luego a Santa fe, donde es condenado a muerte por el delito de sus opiniones el 26 de noviembre de 1816.
Mientras esta historia ocurre y la resistencia trata de mantener viva la llama de la independencia, como Anselma Leyton, natural de Lérida o Luisa Trilleros de Natagaima, que fueron llevadas al cadalso por apoyar a disidentes libertarios, en Ibagué las señoritas más enconadas de la sociedad declamaban poemas en honor a los españoles.
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El 1 de mayo de 1816 las tropas españolas se tomaron Ibagué sin ninguna resistencia, el alcalde don Miguel Varón juró obedecer al católico monarca español Fernando Séptimo y escogió a las mas bellas señoritas de la sociedad ibaguereña, para declamar versos que quedarán marcados en la historia de Ibagué como muestra del servilismo ibaguereño ante el yugo español:
“Viva el Rey Nuestro Señor,
y muera el libetinaje,
La causa de nuestros males.
De nuestra ruina y ultraje.
Esta Ciudad (Ibagué) se lisonja
Y con razón debe loarse,
Pues no hizo revolución,
Ni a españoles ha hecho ultraje
Viva el coronel Calzada
Viva su tropa invencible,
Y muera el que nos engañe
Con la oferta de ser libres”.
El ejército español terminó la toma a Ibagué con un gran baile, vinos, bizcochuelos, masatos, colaciones y los oficiales españoles abrazando y enamorando a las bellas chicuelas ibaguereñas, felices de la fidelidad al rey. Así termina el historiador este fragmento.
Pues bien, volviendo al encomendero Hurtado y sus aduladores contratistas, es ya impactante estas demostraciones de servilismo que algunos congéneres y paisanos tienen sobre la yunta, cómo puede ser que le demos las gracias a un mandatario que está en tierras lejanas y no demuestra preocupación alguna por los temas más sensibles que aquejan a la ciudadanía que ayudó a elegirlo, ni preocupación alguna por sus procesos judiciales, ni preocupación alguna por hacer transparente su administración.
La gente que quedó sin casa, aún está sin casa, han llegado algunos mercados y muchas fotos, pero soluciones reales no existen porque esta administración de lo único que sabe es de posar, prometer, sobrecostear y politiquear. De la única solidaridad que conocen las personas de los barrios Baltazar, Santofimio, Matallana, Las Vegas y del Cañón del Combeima, es de la solidaridad de sus vecinos que hoy les han brindado posada y refugio.
Es hora de independizarnos de la politiquería, Andrés Hurtado debería de una vez por todas entregarse a la justicia, pagar por sus acciones y dejar de hacer el daño que está haciendo, con la complicidad de su comité de aplausos y las maquinarias corruptas. Ibagué no aguanta mas servilismo y no aguanta más desastre.
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