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Opinión

Maquiavelo, esbozo a la filosofía política

Maquiavelo, esbozo a la filosofía política

Por Juan Bautista Pasten G.


Maquiavelo, un pensador singular, irreverente, mordaz, frontal e ingenioso, elementos que destacaron desde sus primeros escritos - en especial en “El Príncipe” – del cual tomamos algunas de sus principales ideas, que han perdurado hasta nuestros días.

Su pensamiento político sigue generando una diversidad de análisis, reflexiones y, por supuesto, polémicas, ante la agudeza y originalidad de sus argumentaciones.

El mencionado texto ha sido objeto de reflexión y cuestionamiento en distintos ámbitos universitarios y círculos intelectuales, ya sean filosóficos, científicos sociales como, incluso, religiosos.

Para algunos exégetas, constituye una visión palmaria de la realidad histórica de las sociedades humanas, para otros, una percepción demoledora de hombres que han dirigido a la humanidad desde posiciones de poder político y, para no pocos, una concepción negativa y amoral de las relaciones humanas.

En efecto, el ideario de Maquiavelo no deja indiferente a los lectores comunes ni a sesudos analíticos, tiene detractores y adherentes. Sus postulados políticos, psicosociales y filosóficos exigen ser examinados y comprendidos con exactitud, para así instar a la reflexión crítica y autocrítica.

Por lo pronto, es menester realizar algunas consideraciones que posibiliten una adecuada comprensión del pensamiento de Maquiavelo, las cuales paso a señalar:

  1. Suele pensarse que El Príncipe ha sido escrito para gobernantes o quienes tengan la disposición e interés de ejercer posiciones de liderazgo político, Sin embargo, a nuestro juicio, el autor lo escribió para todo lector – para todo buen lector -, ya sea de la nobleza o de la ciudadanía. Toda persona, según nuestra opinión, tiene el deber de conocer y asumir un rol protagónico en la sociedad de que forma parte. Este libro cumple, en buena medida, con esa finalidad.

Por supuesto, para acceder a una oportuna comprensión, es preciso tener presente el ámbito cultural y social de aquella época (siglo XVI).

  1. Ciertamente, es un tratado político en un período – el Renacimiento italiano – donde los cuestionamientos al orden impuesto y vigente primaban por doquier, esto acontecía en el plano no solo político, sino también religioso, científico, artístico y filosófico.
  2. Maquiavelo indica ciertas cualidades que deben caracterizar a los gobernantes, que les permitan tener un adecuado dominio, sentido y dirección de sus territorios y de sus ciudadanos. Los príncipes, en la actualidad, son representados por mandatarios, presidentes y/o primeros ministros y, en términos genéricos, por todos quienes gobiernen o puedan llegar a regir comunidades y estados.
  3. Para algunos lectores, las ideas del filósofo italiano pueden ser tomadas como un instructivo para futuros gobernantes, donde se entregan tanto ordenanzas sociopolíticas como actitudes psicoemocionales para conducir a los seres humanos, lo cual es válido tratándose de un libro político. No obstante, pienso que el autor va más allá, ya que realiza, junto al análisis histórico, una proyección social que impulsa a los lectores a asumir un papel activo y protagónico en la construcción de las nuevas comunidades humanas. Esto último es susceptible de ser concretado por todo ser humano que abogue por la construcción de mejores comunidades.
  4. Es un texto que llama a reflexionar, a pensar una forma de hacer política, donde todos podemos colaborar y aportar, donde los “príncipes” del presente sepan realmente conducir de manera eficaz a los gobernados, pero estos también deben estar atentos a los postulados y acciones de quienes ejercen el poder político. Ambos, entonces, tienen la potencialidad para fortalecerse mutuamente, asumiendo posiciones críticas y autocríticas en el presente y devenir de su país o nación.
  5. Maquiavelo, además, indica las dificultades y problemáticas que trae consigo el gobierno, no es fácil esta labor, no basta con tener buenos deseos, sino está implícito desarrollar la capacidad para gobernar. Como bien señaló Aristóteles en el libro “Política”: “Gobernar es un arte” y, como tal, requiere anhelo, disposición, preparación, conocimiento histórico y filosófico. En fin, gobernar es una tarea de la cual todos debemos y podemos ser partícipes.
  6. La movilidad constante de la realidad, la dialéctica que caracteriza el mundo, la naturaleza y el universo, exige personas idóneas para el alto cargo que significa dirigir un estado y a sus ciudadanos. Es menester ser capaces de percibir y tener la suficiente prudencia y habilidad para saber tomar las decisiones adecuadas. Muchas veces, esto implica no ser enteramente justos para con todos los habitantes por igual, pero, cuando sucede esto, es preciso darse cuenta que el beneficio primero debe ser el fortalecimiento de la comunidad.
  7. Con lo anterior, quiero expresar que, en mi opinión, siempre debe priorizarse el bien común, por sobre las expectativas y objetivos personales. En efecto, junto con Sócrates, podemos decir con certeza: “El bienestar colectivo vale mucho más que los intereses individuales” (libro La República de Platón).

Ahora bien, como en todas las manifestaciones humanas, hay situaciones con las cuales se concuerda y otras con las que se discrepa. En lo concierne al escrito examinado del presente autor, podemos hacer las siguientes consideraciones:

  1. Maquiavelo destaca la importancia de un “príncipe” especializado en el arte de la guerra, el estar preparado para el conflicto interno y externo. Esto implica la mantención de tropas que le permitan ejercer el control con mayor propiedad y severidad. Para nosotros – desde la perspectiva actual – lo prioritario es el crecimiento integral de la sociedad, lo cual se consigue generando personas educadas, sanas y conscientes, propiciando, entonces, maneras diversas de consolidación social y política.
  2. El filósofo también denota que el “príncipe” debe más bien ser temido que amado, incluso constata en el amor algún grado de debilidad, que podría afectarle negativamente. En lo personal, pienso - parafraseando una cita de Agustín de Hipona – lo siguiente: “Cuando amas verdaderamente, estás en armonía con Dios, por tanto, contigo mismo, con tu prójimo, con la naturaleza y con el universo” (Las Cartas). El amor es el más grande de los poderes y vence todo temor, por consiguiente, no existe modo mejor de crear unidad y armonía entre gobernantes y gobernados.
  3. Ese mismo poder del Amor proporciona lucidez y potencia mental y anímica para estar atento a todos los acontecimientos, permitiendo tomar las decisiones con mayor claridad y consciencia; en ocasiones, incluso, por sobre las reglas y normativas establecidas. Al respecto el filósofo Frederic Nietzsche expresa: “El amor es aquello que está más allá del bien y del mal” (cita extraída del libro del mismo nombre).
  4. En lo que compete a la prodigalidad y la avaricia, que constituyen excesos de carencia y demasía, ambos pueden superarse con inteligencia y ecuanimidad, sin desfavorecer a ningún ser humano, recurriendo a una instancia equilibrada como la “justa medida” propuesta por Aristóteles, que propone y reconoce la resolución armónica de las discrepancias (“Ética a Nicómaco”).
  5. Maquiavelo indica, además, que el hombre es dañino, voluble, egoísta y perverso por naturaleza. Esto implica que debe ser regido con dureza y medidas coercitivas. Esta afirmación es acogida y repetida un siglo después por el filósofo inglés Thomas Hobbes, en su libro “Leviatán”: “El hombre es el lobo del hombre”. Ambos, resaltan, directa y/o indirectamente, el carácter individualista del ser humano

Como contraposición a lo anterior, tenemos la posición filosófica de Jean Jacques Rousseau (siglo XVIII), para quien el hombre es naturalmente bueno, siendo la inserción en las sociedades donde adquiere falencias y actitudes que van deteriorando su condición primera (libro “Emilio o de la educación”).

En Agustín de Hipona (siglo V) también hallamos un parecer similar, cuando indica: “la sociedad no es sino un conjunto de animales racionales conectados por leyes”, la bondad es inherente al ser humano, pues es una creación de Dios.

  1. Concuerdo con Maquiavelo en la necesidad del “príncipe” de rodearse de personas hábiles, ingeniosas, ecuánimes, leales, resilientes, resolutivas y creativas, es decir, asesores íntegros que vengan, efectivamente, a colaborar en vistas del bienestar de la comunidad en su conjunto. Personas que no pongan sus intereses personales por encima del crecimiento integral de las comunidades y que sean seleccionadas en base a sus méritos y aptitudes, no mediante afinidades amistosas o ideológicas.

Como corolario de esta columna, es pertinente precisar que el pensamiento de Nicolás Maquiavelo es asaz interesante. Podemos tener diferencias en varios aspectos, pero, sin duda, sus ideas, postulados y su teoría no pueden ser soslayadas ni desvalorizadas de ningún estudio de ciencia política ni filosófica.

En efecto, este gran pensador requiere ser leído y analizado en profundidad, carente de todos los prejuicios moralinos que suelen levantarse contra su pensamiento. Todo investigador social y ojalá toda persona pueda leer, examinar y comprender a cabalidad a este eximio filósofo político.

Para finalizar, quiero hacerlo con una bella cita que el autor incluye en el capítulo postrero:

            “Dios no quiere hacerlo todo para no quitar el libre albedrío ni la parte de gloria que a todos nos corresponde”.

Así es, todos y cada uno de nosotros podemos tener un rol necesario y trascendente en la elaboración de las comunidades que engrandezcan y perfeccionen la vida en este planeta.

*Docencia e investigación en filosofía

Universidad de Chile

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