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El Arnulfo que conocí

El Arnulfo que conocí

Por: Humberto Leyton


Con su voz aflautada Arnulfo Sánchez López, todos los días penetraba en los hogares y lugares de trabajo de los tolimenses e Ibaguereños.

Desde las seis de la mañana acompañaba el primer sorbo de café y el desayuno de la gran mayoría de oyentes radiales de aquella época. La misma escena se repetía al medio día y al iniciar la noche en las tres emisiones de Econoticias, el noticiero que tenía el monopolio de la audiencia en la región.

El noticiero no se sometía a un formato rígido en especial, y obedecía más bien a la tendencia noticiosa del momento y al olfato periodístico de su director que marcaba el desarrollo de cada emisión, desde la noticia de abrir y la continuidad del informativo hasta el final. El ritmo del informativo era ágil y alegre matizado por la voz inconfundible de Sánchez López, que impuso un estilo noticioso con identidad y sonoridad.

Entre las secciones del noticiero se destacaba el “Correo de las Brujas”, quizás la más sintonizada, que en la práctica era una creación colectiva de quienes trabajábamos en este espacio, de muchos oyentes que hacían sus aportes por correo, sin desconocer obviamente, que Arnulfo era el que hacia las mayores contribuciones. La lectura estaba a cargo de Jorge Eliécer Barbosa Ospina, un destacado imitador de voces, además de ser uno de los mejores y más preparados locutores deportivos por esas calendas.

El contenido del “Correo de las Brujas”, era una sátira a los acontecimientos diarios de la comarca, especialmente en temas políticos y administrativos, donde con burlas se bajaba del pedestal a los más encumbrados y prepotentes personajes, tratando de no caer en la ramplonería ni la falta de respeto al o los protagonistas del momento. El delicioso sabor del chisme, en la mayoría de los casos, se transformaba en realidades patéticas del diario acontecer citadino.   

Trabajé cerca de 10 años en Econoticias bajo la dirección de Arnulfo Sánchez. Me sentía libre y alegre. Ejercía mi oficio de reportero con independencia y sin injerencias indebidas, debo reconocerlo, pese a desarrollar mi labor en un medio de orientación conservadora, siendo yo un liberal de rueda suelta, más de izquierda que de derecha. Más aún, cuando Arnulfo salía a vacaciones o se ausentaba por largos periodos por distintos motivos, me dejaba encargado de la dirección del noticiero.

Aun no existía el celular, menos el Internet ni Google. Teníamos que realizar nuestra actividad con creatividad, audacia y recorriendo a pie los caminos que nos llevaba a nuestras fuentes.

Nos correspondió registrar una de las tragedias más grandes que ha vivido el país: la desaparición de Armero en 1985.

Sin una técnica desarrollada en comunicaciones como la de hoy, que cuenta hasta con la Inteligencia Artificial, Arnulfo dirigió con talento el grupo de reporteros que lo acompañaban, y además, competía con sus colaboradores los conocimientos que recibía en los seminarios de capacitación que realizaba como corresponsal de El Tiempo. No era egoísta.

En mi caso personal, salvo las instrucciones que me daba para cumplir ciertas tareas, nunca sentí la sombra ni el yugo de ciertos directores que por demostrar mando se salen de los chiros. Los consejos de redacción eran reuniones de aprendizaje y de corrección de errores, de propuestas de temas, de enriquecimiento y manejo correcto del lenguaje. Prácticamente Arnulfo se convertía en un periodista más que dirigía con el ejemplo.

Todo no era trabajo. También había tiempo para la diversión y la bohemia. La Coral Ciudad Musical cuando quedaba en la carrera cuarta entre calles 11 y 12, fue uno de los sitios preferidos para las tenidas de trago y música colombiana. Esto era parte de la identidad regional que profesaba Arnulfo no solo en la radio sino en su vivir personal. El pentagrama musical del Tolima Grande interpretados por las voces, guitarras y tiples de los músicos de La Coral era unos de los preferidos de don ‘Ataulfo’, como le gustaba que le dijeran en el “Correo de las Brujas”, cuando se le mamaba gallo a él. 

Sin duda alguna Sánchez López, fue un referente de la radio tolimense al sacarla de los cuartos u oficinas donde se encontraba y darle dimensiones de conductora de masas cuando organizó eventos multitudinarios como la Serenata a Ibagué, las Fiestas de San Juan y San Pedro, el Día del Orgullo Tolimense, el Reinado Empresarial, las Serenatas a Ibagué, y el Concurso de Muñecos de Año Viejo, entre otros.

Estas gigantescas movilizaciones lo convirtieron en un hombre público y atrajo amistades y enemistades. Lo convirtió en un hombre de amores y odios, si le agregamos las tentaciones políticas que también sentía.

Al partir hacia el oriente eterno, quiero recordar al amigo generoso que conocí hace cerca de 50 años. Al hombre elegante, interesado en lucir los últimos trajes de la moda italiana o de las corbatas francesas; al Arnulfo que regalaba sus vestidos recién estrenados que no le gustaban o por no acumular en su ropero, de los cuales yo fui beneficiado por los menos de dos vestidos.

Hoy llegan a mi memoria los tantos viajes al sur o norte del Tolima, o cualquier pueblo en busca de mecato o alimentos típicos que era otro de sus pasatiempos: descubrir la gastronomía regional. Conocía las rutas gastronómicas que se volvían eternas por las paradas que hacía para probar todas las delicias.

El sentido pésame y solidario a la esposa de Arnulfo, Ángela Baquero, a sus hijos Fernando y Juan pablo Sánchez, lo mismo que al resto de familiares. 

Finalmente, quiero invocar a los compañeros de trabajo que han partido y a los que aún viven con quienes hicimos una sociedad de ensueño en la radio noticiosa del departamento al lado de Arnulfo Sánchez López como: Jorge Eliécer Barbosa, Humberto Beltrán, Jesús Herney Torres “Chuki”, Humberto Briñez, Edward Amaya Márquez, Álvaro Murillo, Manuel Mendieta, Hernando ortiz y Hernando Rodríguez, entre otros. Unos desde el más allá y otros pisando la tierra despedimos al timonel de esta nave que no zozobró bajo ninguna tempestad.

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