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Los mitos de la Semana Santa

Los mitos de la Semana Santa

La pandemia del coronavirus dejó a muchos ciudadanos con los crespos hechos. 

Las vacaciones programadas desde el año anterior y quizás reafirmada en el libro de propósitos que quemó el 31 de diciembre serán parte de esa anécdota del año en que un virus confinó a la humanidad. 

Decían las abuelas que bañarse en el río o piscina un jueves o viernes santo era pecado, terminaba uno como castigo divino convertido en pescado. Y con esa premisa no era fácil cuando se estaba en una finca meterse en el río a tomar un chapuzón. La picardía siempre podía más y nos convertíamos en pecadores a ultranza. 

Por eso otra creencia aún más antigua permitía a los papás y abuelos darles rejo o juete a los hijos. Azotarlos, esta era una forma de mitigar el dolor que Jesús sintió en la cruz el viernes santo, así lo justificaban los abuelos. Gracias a Dios de esta creencia hasta ahora escucho, aunque esta por intener en varios textos. 

La cosa se complica, precisamente por la cosa. Todo acto sexual para el jueves o viernes santo está prohibido. Es mundano y aunque sean casados por la iglesia, tener relaciones sexuales es pecado, quedarán pegados hasta la próxima pascua. Muchos mundanales amigos esperan que se cumpla con ese viacrucis de quedar pegados por un año. No se si aguanten es la cantaleta, que sería el verdadero castigo divino. 

Una cosa si es cierta, pese al aumento de la compra de bebidas alcohólicas en tiempo de corinavirus, se espera que este jueves y viernes santo la ingesta de licor bajen, las fiestas sean caseras y cerradas. Al fin y al cabo son días de silencio y regocijo donde la oración y la reflexión es el centro de todas las cosas.  

Este mito de no barrer ni clavar clavos me gusta. Ahora cuando el confinamiento nos tiene a todos haciendo oficios sin distinción de género, no barrer, trapear, o hacer oficio el jueves y viernes santo es un descanso muy merecido. Barrer el viernes santo dicen los que saben, es como barrer la cara de Cristo. ¿Usted verá?

Otros de los mitos que se conocen por ejemplo está el de vestirse de rojo el viernes santo. La invitación es que al menos se pongan algo de la ropa cotidiana que tienen a ver si aún les queda buena. Creo que a muchos ya les entrará pero con reparos y para ajustar el botón habrá que tener mucha fe. 

Vestirse de rojo este día era invitar al enemigo número uno de la humanidad a entrar a la casa de uno, dicen las abuelas.

La Semana Santa tiene otros mitos, leyendas que con el tiempo se han perdido pero que traemos a colación en este texto por ser la fiesta religiosa más importante de los católicos en el mundo. 

Por eso, escuchar rock, metálica o reggettón, está prohibido.  Los niños sacar la lengua a los papás es pecado y su castigo es que cambie la forma de la lengua por una parecida a la de una serpiente. 

Los que están en fincas o cerca de los árboles, si trepan en ellos, podrían convertirse en micos.  Comer carnes rojas sobre todo el viernes está prohibido, porque significa que se estaría cortando a Jesús. 

Nuevos mitos llegan como jugar en esas maquinitas, en esas pantallas que quien sabe quién las hizo, los volverá ciegos, y así en nuestro imaginario van muriendo algunas tradiciones, pero naciendo otras. Todas dependen de la cosmovisión de cada quien. 

Una feliz semana mayor, encerrados, meditando y agradeciendo a Dios que tenemos comida en nuestra mesa y el regalo más importante en tiempos de la pandemia, salud.

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