Opinión

Las nuevas sedes políticas ahora son virtuales

Las nuevas sedes políticas ahora son virtuales

Atrás quedaron esos grandes salones sedes donde los aspirantes a la Cámara y Senado hacían sendas reuniones  y el romerío de personas pidiendo empleo. Líderes que visitaban de manera secuencial a los aspirantes prometiendo 300, 500, 1.000 votos si le ayudaba con algo de platica.

 

Ahora, es el marketing político la columna vertebral de las campañas. Se estudian los votantes, las reacciones de cada persona en las notas políticas de los diferentes medios o muros y desde allí interactúan de manera directa con los candidatos que ven en esta nueva opción no solo ahorros, sino posibilidades de llegar a la mayoría de personas.

 

Candidatos que no sean fuertes en redes sociales podemos decir que no sacaran muchos votos. O se pasan a la era digital o son fósiles vivos que piensan que con el voz a voz  o pequeñas reuniones van a lograr los más de 25 mil votos que necesitan como partido para sacar un representante a la Cámara o 45 mil votos para salir al senado, en este caso sin contar con el total de votos que saque el partido.

 

Estas campañas exprés de 90 días requieren del ingenio de los publicistas para hacer que cada pieza comunicativa que saquen en medios convencionales como vallas, spots de televisión o mensajes radiales tenga espectacularidad y se unan a los grandes eventos que realicen en cada municipio mostrando las fortalezas del candidato no desde las ideas, sino desde la concentración y apoyo de la ciudadanía.

 

Las redes sociales tienen como punto de partida mostrar ese candidato contado por otros. Señalando las ideas y cualidades del aspirante.  Youtubers hablando de lo divino y humano de este ser que será quien nos represente como tolimenses durante 4 años. Y por supuesto el mismo candidato contando desde perspectivas diferentes que puede hacer por la región.

 

La diferencia entre unas y otras campañas como lo denuncian algunos aspirantes no está solo en el dinero que invierten, que para  muchos casos sobrepasan los topes máximos, sino en el poder de convocatoria que pueda realizar desde lo tradicional y lo nuevo, permitiendo en ese coctel atrapar a los que siempre votan y provocar a los que solo hablan y nunca ejercen el derecho a elegir. 

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