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La reforestación: una responsabilidad ciudadana

La reforestación: una responsabilidad ciudadana

Opinión

Por: Marco Emilio Hincapié

Numerosos estudios realizados en diferentes lugares del mundo advierten sobre los efectos negativos que dejan para los ecosistemas los procesos de deforestación ejecutados por el ser humano. Desde la extinción de especies animales y vegetales hasta implicaciones directas en el cambio climático.

Los principales actores responsables de la destrucción de la superficie forestal a escala global son: La industria maderera, la industria ganadera y la actividad agrícola, las cuales requieren cada vez más de la expansión de terrenos para el desarrollo de sus procesos. 

 La revista científica Conservation Biology en un artículo publicado en el año 2018, señaló que luego de analizar el estado de 63.837 especies, de las cuales 19.817 se encuentran amenazadas, casi 9766 se hallan en peligro crítico. También se ha logrado evidenciar que la gran mayoría de las especies que atraviesan un creciente riesgo de extinción, habitan en lugares donde la tala de árboles se realiza  sustancialmente. En total, la deforestación de los últimos años habría afectado entre 198 y 490 especies de anfibios, 215 y 253 aves, entre 51 y 131 mamíferos.

Por otro lado, investigadores en la universidad de Leeds en Inglaterra, descubrieron desde el año 2012 que la deforestación puede causar una seria reducción de las lluvias en los trópicos, con graves consecuencias para la población no sólo en la región que se ejecuta la tala de árboles sino en zonas vecinas. Pues según argumenta el estudio realizado, el aire que viaja en diversas direcciones sobre las masas continentales interactúan con la vegetación, lo cual facilita que el aire logre transportar humedad y se origine lluvia en distintos lugares, en ese orden de ideas, cuando el aire no logra transportar humedad durante su recorrido, las lluvias disminuyen en gran escala. Esto trae como consecuencia fenómenos como incendios forestales, sequías en los cultivos y fuertes cambios de temperatura.

América latina es uno de los escenarios más sensibles frente a este fenómeno, por ende, el Servicio Geológico de los Estados Unidos ha llegado a indicar que en conjunto los países latinoamericanos pierden 10 hectáreas de bosque por minuto. Frente a esta problemática diferentes estados se han pronunciado y han adoptado medidas para mitigar los efectos del calentamiento global, por medio de la recuperación de bosques a través de procesos de reforestación, como lo es el caso de diferentes países asiáticos, africanos y algunos europeos.

En Colombia la situación es crítica, dado que presenta aumentos de destrucción masiva en los bosques anualmente. En el año inmediatamente anterior el IDEAM reportó alrededor de 280.000 hectáreas deforestadas y aproximadamente 2.194 plantas y 503 animales estarían amenazados por la desaparición de bosques y selvas.

Preocupados por la situación varios actores de la sociedad civil han manifestado su inconformismo frente a las políticas aplicadas por el gobierno nacional y las autoridades correspondientes en cada región para la protección de los ecosistemas en el territorio nacional.  Pese a que, en el año 2015 durante la Cumbre Mundial, el gobierno colombiano se comprometió a reducir a 0 la tasa de deforestación para el año 2020. A cambio de este esfuerzo: Alemania, Reino Unido y Noruega prometieron apoyar con US$200 millones gradualmente, siempre y cuando se redujeran las cifras en todo el país. Varios fueron los esfuerzos que hizo el gobierno nacional, pero las estadísticas demostraron que no se consignaron en la agenda política estrategias para el cumplimiento de este compromiso. Adicionalmente el actual gobierno no ha socializado cuáles serán las acciones concretas que se desarrollarán para la protección del medio ambiente, por el contrario el actual presidente ha manifestado su respaldo a las extracciones mineras a gran escala y a métodos de extracción como el Fracking, pues el nuevo PND (Pacto por Colombia, Pacto por la Equidad) 2018 – 2022 contiene 31 artículos relacionados con minas, petróleo y energía eléctrica, que en el fondo son normas que atienden el día a día del sector y no aspectos claves de la política minero-energética. Este Plan profundiza el modelo extractivista de los últimos años y avanza en contravía de los acuerdos internacionales suscritos por el país sobre cambio climático.

Frente al escenario nacional, el departamento del Tolima se encuentra ubicado en el vigésimo tercer lugar dentro de los 32 departamentos del país en cuanto al porcentaje de deforestación reportado en sus territorios, alejado de escenarios mucho más críticos como Caquetá, Chocó y Meta con cifras que superan las 20.000 hectáreas deforestadas cada uno. No obstante, Cortolima reportó el año pasado que en nuestro departamento se deforestaron alrededor de 600 hectáreas y no se considera como una situación crítica, pero lo cierto, es que no deja de ser un golpe para nuestro patrimonio ambiental teniendo en cuenta la riqueza natural de la que goza el Tolima en sus diferentes municipios incluida la Capital Musical, cuyo territorio es 97% rural y donde la diversidad de especies, de flora y fauna es un atractivo mundial. 

Más allá de las políticas estatales, es nuestro deber como ciudadanos no solo crear una conciencia colectiva en defensa de nuestro territorio, sino que a través del empoderamiento ciudadano, nos articulemos de la mano con el sector público y privado y todos los actores de la sociedad Ibaguereña, para  trabajar solidariamente por la construcción de una ciudad más verde, más sostenible, más respetuosa con la vida y la diversidad, ser pioneros de un modelo de economía sostenible como lo planteó Max Neef, en su obra de 1986 “Desarrollo a escala humana”. Reciclar, no arrojar basuras los bosques, a los ríos o plantar un árbol, son pequeños gestos que como ciudadanía libre y consiente, pueden generar grandes cambios que tracen el camino donde comencemos a marcar la diferencia. La invitación de hoy es a reflexionar, a sensibilizarnos, a protegernos y a tomar la iniciativa de ser más humanos y reconciliarnos con nuestra madre naturaleza.

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