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La política y su peligro

La política y su peligro

Por: Edgardo Ramírez Polanía
Doctor en Derecho*


La política como apreciación de posibilidades, se ha convertido peligrosa en su ejercicio y está sufriendo cambios culturales, que si bien no la arrasan completamente, si detiene su proceso tranquilo de evolución con la arremetida de los violentos contra las edificaciones de los Congresos y sus integrantes, o el asesinato de los candidatos presidenciales ya sea por intereses económicos o políticos.

El narcotráfico, la corrupción privada y estatal, la vida fácil publicitada en las series de televisión colombiana, de prepagos y sicarios, han sido la principal causa para que algunos hayan ubicado a Colombia como una nación de negocios sucios y productora de bárbaros y asesinos, que ha lastimado el honor de las mujeres y hombres de bien, en una nación de amplios perfiles culturales y democráticos.

El modo de hacer dinero rápido sin esfuerzo a través de la corrupción y el asesinato, ha sido un mal ejemplo a la niñez y la juventud desde la época de sangre y muerte del narcotráfico que enlutó al país, por el terrorismo, la muerte de miles de personas, y el asesinato de varios candidatos presidenciales, y líderes políticos y policías perseguidos y condenados injustamente para desviar las investigaciones de los verdaderos responsables.

El sicario John Jairo Velásquez alias “Popeye”, sicario del cartel de Medellín, mitómano y extorsionista, a quien la justicia le daba credibilidad según su interés, manifestaba con orgullo sus crímenes en que había asesinado a 3.000 personas, como una manera de ofrecer sus servicios, fue elevado a la categoría héroe por la televisión colombiana en las series de narcotráfico que se hicieron destacando su maldad y hoy le da la vuelta al mundo.

Por eso, no fue extraño que fueran 17 los sicarios colombianos que conformaron el grupo que asesinó al Presidente de Haití Jovenel Moise, el 7 de julio de 2021 y otros 6 colombianos que asesinaron al candidato a la presidencia de Ecuador Fernando Villavicencio, el 9 de agosto pasado, que nos desacredita como pueblo libre y democrático, con larga experiencia en las artes y la literatura mundial.

Es lamentable que las entidades encargadas de investigar los delitos no lo hagan con el rigor debido, y que los entes encargados vigilar la producción documentales de televisión y musicales en radio, se hayan convertido en entes burocráticos que no han cumplido su razón de ser, en evitar que los medios de comunicación de propiedad de los grandes conglomerados del país, que sólo les interesa el dinero, continúen produciendo novelas y series de descrédito nacional, en que se señala al país como un lugar donde sólo existe droga, sicarios y prostitución.

Será difícil el ejercicio tranquilo de la política, el desarrollo del turismo, el progreso del campo, la inversión y demás reformas, como maneras del desarrollo nacional, que se pueden quedar en buenas intenciones del gobierno, sino no se continúa con el ataque al delito de narcotráfico, como la incautación de 850 toneladas de cocaína en el actual gobierno y combatir la corrupción que le cuesta al Estado cada año 50 billones de pesos equivalentes a US$ 18.400 millones de dólares, que servirían para obras,  servicios y recuperar el ejercicio de la actividad política y la tranquilidad ciudadana.

Ejercer el oficio de la política o el liderazgo comunitario se volvió un peligro latente de la corrupción que han generado oposiciones a las leyes de beneficio social, que es una forma de violencia política, amenazas, inseguridad y muerte en las calles que desborda la capacidad policial, lo que hace necesario que el gobierno nacional utilice a las FFAA para que ayuden a la policía en combatir el delito. El criterio que sólo el ejército debe defender la soberanía, es una vieja costumbre legal que se quedó atrás a los adelantos del delito, que requiere ser repelido con la fuerza de las armas del Estado que se justifica si está al servicio de la comunidad.

La historia de la amenaza y muerte como perversiones de la política y la corrupción de las tiranías, ha estado siempre presente, pero como una eventualidad histórica cimentada en el delito y el abuso, y el desconocimiento del derecho, pero contra el cual ha terminado por salir triunfante el sentido natural de la libertad, que toma diversas formas políticas, pero es el mismo a través de las modalidades peculiares de nuestros pueblos.

Ejercer la política se ha convertido en una actividad peligrosa. Ya la época que en los altos funcionarios andaban a pie, saludando a las gentes es historia de una época difícil de repetir, donde existían ideas, principios y los partidos y las oposiciones a los gobiernos se hacía con fundamento en el espíritu de justicia, del espíritu liberal, como la única ley en la vida de los pueblos que señala el eclipse sistemático de los despotismos y la barbarie.

Hoy la política se convirtió en un mercado de intereses y corrupción, de descrédito y desprestigio rastrero sin fundamento en las redes sociales y la televisión, por la falta capacidad de algunas gentes del periodismo amarillista para controvertir los actos de gobierno con capacidad y patriotismo lo que ha hecho demasiado daño al ejercicio político y al país.

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