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Opinión

Todos somos culpables

Todos somos culpables

Por: Samuel Gómez


Hoy el señor alcalde, ante la situación desastrosa en que se encuentra la cotidianidad ibaguereña, debe de ser la persona más tranquila, pues la pasividad de los ciudadanos y la complicidad de la mayoría de los actores políticos de la región, han permitido que un problema que se habría podido solucionar en un día, se convierta en una hecatombe para el comercio, la movilidad, el libre tránsito de las personas y en un escenario para reuniones, pataletas, ofensas y un mal retrato de la ciudad.

No puede ser, que ante semejantes evidencias de mal gobierno y de corrupción, la ciudadanía no tome cartas en el asunto como se hizo cuando hubo problemas con el predial, que la comunidad marche unida, en forma pacífica si, a reclamar sus derechos y a exigir respeto por la ciudad y por un correcto manejo de la cosa pública.
 No puede ser, que un grupo de contratistas de la alcaldía, sometidos todos a la vergonzosa necesidad de renunciar a su dignidad y permitir el atropello, tengan que asistir obligados a las reuniones políticas del alcalde y de su hermana a cambio de recibir contratos de corto plazo para comprometerlos, no protesten y no defiendan el derecho al trabajo digno y a la libertad de decisión. No puede ser, que la clase política de Ibagué y del Tolima, no se manifiesten ante estos hechos, pues es de todos conocido, que la mayoría de ellos tienen participación en la alcaldía con puestos y contratos y se hacen los de la vista gorda para mantener su participación. Amigos de partidos que hicieron parte del Pacto Histórico, que nos acompañaron en la campaña, andan por ahí recibiendo favores y paseándose por Bogotá con el burgomaestre ibaguereño, acompañándolo a ministerios y oficinas centrales, olvidando que en días anteriores, Petro era un bandido para Hurtado y lo retaba desde la plaza pública. 

No puede ser que el Altísimo no se pronuncie, pues fue el quien coloco a Hurtado en la alcaldía, sacrificando las justas aspiraciones de su familiar; no puede ser que en el concejo municipal de Ibagué, no exista la palabra disenso; y no puede ser que los organismos de control no sean eficaces en el Tolima y dejen que Ibagué y el departamento se conviertan en propiedad privada de unos pocos.

Si la ciudadanía, la clase política que aparentemente no está con el alcalde, las instituciones privadas, algunos integrantes el concejo municipal y, por qué no, los contratistas esclavizados en la alcaldía, nos pusiéramos de acuerdo en que Ibagué está gobernada por un alcalde incapaz, inepto y abusador con el erario y marcháramos TODOS pacíficamente a la plaza de Bolívar, el alcalde quedaría notificado del rechazo y el paro duraría un día; pero como no existe unidad de acción, sino acción individual y una ciudadanía que se lamenta, pero no actúa, muy seguramente tendremos paro para rato y un alcalde que seguirá haciendo lo que se le venga en gana; es lo que merecemos sino actuamos.
 

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