Columnistas

Intocables

Intocables

Por: Edgardo Ramírez Polanía


El nombre de esta antigua serie de televisión que se creó por el alto grado de corrupción que combatió Eliot Ness, sirve para calificar a aquellos poderosos dirigentes políticos y empresarios que en Colombia, han cometido toda clase desmanes, delitos y  crímenes a cambio errores como dijo el Cardenal Richalieu Ministro de Luis XIII.

Algunos podrían pensar que se trata de las oligarquías a las que hizo alusión el ex presidente Alfonso López Michelsen en su libro “Los Elegidos”, por haber nacido en esa clase social y económica, de -oligarquía del dinero- con sus modos de ser de esa sociedad dentro de un sistema, que permanece en la búsqueda de una verdad humana y social con leyes no escritas, de grupos que van apareciendo y ejerciendo un control y modelando una sicología social y una noción de la vida, que él posteriormente quiso cambiar como Jefe de Estado. No se trata de este tipo de personas, sino otras intocables que han aparecido en el ascenso de una clase social que han invertido los valores que superan las perplejidades de la gente que se ha venido acostumbrando a este tipo de conductas que se denominan el poder político de la corrupción.

Esta costumbre de algunos en hacerse ricos rápidamente a costa del poder y del erario público, de los contratos, de las componendas para adjudicar por menos precio los bienes del Estado, quedarse con las tierras ajenas, o engañar a los campesinos nuestros para despojarlos mediante engaños de sus herencias y esfuerzo de todas sus vidas; la venta a menos precio de las empresas estatales, el favorecimiento a entes privados con la explotación de la salud, la educación, los servicios públicos, con la complacencia de los organismos de control, Contraloría General y Procuraduría nombrados por el Congreso de la Republica y los Magistrados de las altas Cortes  por una  cooptación implícita, entre magistrados de las Cortes que también son intocables por la misma justicia. 

Se dirá que como ejemplo de castigo, está haber llevado hasta la muerte a ex Alcalde Samuel Moreno Rojas, el nieto del mejor presidente que ha existido en los últimos 100 años de soledad de participación del pueblo en el poder que se cumplió en las elecciones del 2022.

Cuando se hace una crítica a los poderosos, se debe ser cauteloso porque ellos son dueños de los periódicos nacionales, los canales de televisión, las emisoras nacionales, del sector financiero, de la política gubernamental y poderosa influyente de la justicia. En nuestro país, se ha establecido una sistemática costumbre, que una crítica a la opinión establecida se vuelve sospechosa y en desacuerdo. Pero si llegase a opinar por fuera de esos cánones establecidos se viene encima la persecución y el desprestigio. Lo de moda son la revista Semana, la W, RCN, El periódico El Tiempo y Caracol. Lo que se diga por fuera de las reglas de comunicación de estos medios informativos, está señalado como un enemigo de la verdad única y nacional y será señalado de reaccionario, de traidor y conspirador detestable por los intocables.  Afirmar las convicciones acerca de las fronteras que deslindan la verdad patriótica y la verdad estética es una inutilidad porque no lo comprenderán.

En Colombia  algo débil o nulo, puede ser un gobernante o un escritor, puede quedar absuelto de sus deficiencias y elevado a una incomparable categorías por razones políticas o económicas. Por aquello llaman “el poder de la comunicación”. En Colombia nace cada mañana según la opinión de los periódicos y las emisoras de radio, un personaje excelso o eximio, un ensayista sin rival o un político con los peores vicios, y un gobernante que todo lo hace mal cuando suceden lo contrario, o un personaje desacreditado porque es superior que los demás, hay que acabarlo y para ello han usado a algunos Fiscales Generales que son otros intocables sobre los cuales no se puede ensayar un juicio crítico de cuentas o acciones sobre cada uno de ellos, porque la prensa nacional satisface bondadosamente sus ansias de gloria. Pareciera que hay que callar, no exigir pruebas, ni dar pábulo a esa interna necesidad de la exactitud, de los principios éticos porque podrá ser perseguido y llevado a la cárcel con falsos testimonios de testigos.

Los intocables no permiten que se analice la categoría de los valores universales para juzgar sus actos así sean de contratos con el Estado o transacciones en las cuales obtienen billonarias utilidades como lo es el sector financiero para citar un solo caso. El crítico se encuentra frente a los intocables dentro de una situación  dada y hace parte de un tejido nacional de conceptos, creencias, prejuicios y supersticiones cuya validez no podrá discutir sin peligro y sin escándalo.

Los ex presidentes son en Colombia unos personajes que se convierten en intocables, cualquiera haya sido el abuso del ejercicio del poder. Algunos ejemplos, sirven para corroborar este aserto. Belisario Betancur, fue un presidente locuaz, se le conoce por la tragedia de Armero donde hubo 25.000 muertos y la toma del palacio de justicia por el M19 donde el ejército hizo un masacre en el palacio donde resultaron 101 muertos 11 magistrados muertos, y 11 desaparecidos en  la toma del palacio de Justicia coordinada por el Coronel Alfonso Plazas Vega, donde Belisario estuvo ausente del pedido de cese al fuego implorado por el Presidente dela Corte Suprema Dr.  Alfonso Reyes Echandía, se declaró culpable y nunca fue llamado a responder por esos crímenes. Andrés Pastrana Arango, no hizo nada que resaltara  su gobierno que no fuera su incapacidad. Ernesto Samper, estuvo involucrado en el recibo de altas sumas de dinero del narcotráfico para su elección presidencial y salió indemne de su presidencia. Juan Manuel Santos estuvo 8 años en el poder en la peor época de despilfarro de la nación que llevó a la ruina económica al país, y también fue intocable, no obstante de las billonarias coimas de Odebrecht en su gobierno.

Es hora que esos intocables sean castigados por una verdadera justicia, no por carteles como el de “La Toga”, cuyo presidente de la Corte Suprema de ese entonces José Leonidas Bustos se encuentra huyendo, sin que las autoridades judiciales hayan hecho acciones eficaces para su captura. Conviene una  reforma a la justicia, que si nos es aprobada debe por iniciativa el gobierno mediante referendo convocar una Constituyente para hacer las modificaciones necesarias del país sin desconocer la propiedad privada y los derechos adquiridos con justo título.

 

Edgardo Ramírez Polanía
Doctor en Derecho.

Artículos Relacionados

Noticias Recientes


Etiquetas

columnista Edgardo Ramírez Polania