Columnistas
Gobernadores y sucesores
Por: Edgardo Ramírez Polanía
Doctor en Derecho*
Ser elegido en un cargo de elección popular, se ha convertido en una sucesión indefinida entre amigos que en nada propicia la independencia del voto y menos el desinterés de los presidentes, gobernadores y alcaldes de continuar ejerciendo su poder en cuerpo ajeno, lo que es irrespetuoso y pérfido contra la democracia.
La elección popular de alcaldes y gobernadores, fue una conquista liberal para la descentralización y el ejercicio democrático sobre su independencia y decisiones, que consagró los planes de gobierno y la revocatoria de los mandatos por el incumplimiento, sin embargo, la autonomía de estos funcionarios se ha desbordado y por eso han existido contrariedades entre los planes de gobierno departamental o local, por la independencia de estos funcionarios en el ejercicio de su función y no se informan entre sí para un armónico desarrollo.
La vanidad de estos servidores públicos se magnifica de tal modo, que los organismos de control quedan de lado en la observancia de las ejecuciones de los presupuestos y las obras que se llevan a cabo por cualquier autoridad sea nacional, departamental o municipal o del Distrito Capital.
Por esa razón Jaime Castro vendió a menos precio la Empresa de Energía de Bogotá, Juan Manuel Santos como Presidente despilfarro los recursos del Estado y vendió a Isagen y la Electrificadora de Boyacá, César Gaviria empezó la privatización de algunas las entidades del Estado que se vendieron no propiamente en los mejores precios.
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Actualmente la prensa y las redes sociales dan cuenta de la caída de los puentes, el mal estado de las vías y carreteras donde han habido coimas por centenares de billones, en la construcción de vías, represas con grandes defectos como hidroituango, donde han perdido centenares de millones de dólares, que han sido un enorme foco de corrupción estatal, sin que los entes de control hayan hecho algo para evitarlo o sancionar a los responsables.
Los gobernadores y alcaldes no deben promover sus reemplazos porque, ello constituye un círculo vicioso de la política, que se convierte en un botín de guerra, el cual se puede repartir conforme a los intereses y no en la necesidad del servicio de la comunidad.
Varios mandatarios locales gobernadores o alcaldes rompen la comunicación y el diálogo se vuelve difícil ya sea por la diferencia de partidos u opiniones, que bastan para levantar el puente levadizo entre dos mandatarios, dos sensibilidades, dos inteligencias. A veces, parece difícil integrar esas almas al universo del bien común que es el afectado.
Las diferencias de opiniones, ideas, creencias y demás, quedan a un lado y otro de cada frontera espiritual, de cada límite intelectual, de cada zona de la sensibilidad, sin comunicación posible. Uno y otro mandatario pertenecen a sistemas espirituales y políticos a veces diferentes que no permite que los gobernadores y alcaldes promuevan obras en conjunto, además, porque cada uno desea mostrar mejor administración.
El último año se ha observado que los medios de comunicación de propiedad del sistema financiero se han quejado de la inseguridad en sus departamentos y tratan de culpar al gobierno nacional. No señores. Quienes tienen a cargo la seguridad en las ciudades son los gobernadores y los alcaldes. Desde luego que las FFAA, que componen al ejército y la policía dependen del Presidente de la Repúblicas.
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Los gobernadores y alcaldes que tienen próximamente extinguidos los términos de sus gestiones, si no combatieron la delincuencia y la inseguridad, en sus departamentos no es culpa del actual gobierno, sino de ellos mismos, que dedicaron el ejercicio de su función a la contratación y finalidades distintas a aquellas para los cuales fueron nombrados.
La escalada de descrédito que han venido fomentando los canales de televisión y radio de los grandes grupos económicos, al actual gobierno, tiene su génesis en las medidas económicas que impiden la feria del presupuesto a través de la salud, las pensiones, las obras, que han sido un fraude a la conciencia colectiva.
Se espera que, en las próximas elecciones de gobernadores y alcaldes, las gentes elijan personas decentes y capaces y no el que diga la televisión porque esa presunta autenticidad más tarde se convierte en la más sólida equivocación.
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