Opinión
Francia Márquez fenómeno político
Por: Edgardo Ramírez
Con motivo de la columna publicada en El Tiempo el pasado 5 de abril, por la ex Fiscal y ex embajadora Viviane Morales, titulada Francia Márquez: ¡qué ancestros ni que ocho cuartos!, conviene hacer algunas precisiones: la vicepresidenta del candidato Gustavo Petro, sí tiene sus ancestros en los negros que fueron esclavos en el Cauca al servicio de los encomenderos y gamonales de esa época, que eran lo más esclavistas del país.
Al ser independizados fueron conformando grupos culturales que subsisten en su música y surgió un fenómeno político, que encarna a la mujer maltratada y excluida, la que no goza de los clubes pero trabaja en ellos, las que viste de blanco en las noches caribeñas para alegrar las fiestas de los nobles criollos y llevan en sus cabezas grandes canastos llenos de frutas a rayo de sol en las playas de nuestras costas, como muestra de su necesidad ancestral del trabajo humilde, digno y decoroso del sentido de vivir.
La señora Bibiana Morales, no tuvo suficiente objetividad al afirmar que los ancestros no tienen importancia, cuando quiera que en las culturas occidentales, son la cantera de donde se extraen los materiales no propiamente para estructurar su documental histórico, que en ocasiones es motivo de controversia desde luego admisible, sino la continuidad de los elementos que interactúan en un grupo de individuos en un ambiente común con rangos distintivos, que sirven de guía al destino futuro de esos grupos sociales.
Nuestros valores ancestrales no han sido tenidos en cuenta en los últimos tiempos, porque a los gobernantes no les ha parecido interesante impulsar esos valores, y poner en cintura los novelones de narcotraficantes y mujeres prepago que han desacreditado al país, sin que los organismos encargados de ese control hayan hecho algo para evitarlo.
El racismo sí es evidente en Colombia, que sus razas están compuesta en su gran mayoría de mestizos y algunos se creen suecos, noruegos o Finlandeses, que desprecian a sus congéneres especialmente a los negros considerados en exclusivos sectores sociales como una raza inferior, que no son aceptados en las mismas condiciones laborales, educativas y sociales.
El litoral Pacífico ha estado en total abandono en todos los gobiernos y los políticos no lo conocen ni en época electoral.
Las llamadas cumbres del Pacífico las realizan los gobiernos en Cali, porque no existe en esas zonas de negritudes un hotel con sabanas de algodón egipcio para los distinguidos huéspedes que dicen nunca haber dormido en colchones comunes, ni toallas de almacén nacional sino marca Kensington.
Ese es nuestro país aparentador y excluyente que se debe cambiar, no sólo con la imitación de movimientos woke, a que alude la señora Morales, y que no son de hoy, sino la manifestación de la contracultura de las décadas de 1960 y 1970, que han sido un fenómeno cultural antisistema desarrollado por primera vez en Estados Unidos y el Reino Unido.
Después este sistema fue llevado a otros países con la no violencia para buscar que se aplicaran derechos iguales bajo la Constitución de los Estados Unidos, sobre todo en los derechos de los afroamericanos, que generaron grandes protestas pacíficas en la década del 70, que incluyó jóvenes rebeldes que lucharon por la libertad de expresión.
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Posteriormente, la nueva izquierda también trajo el resurgimiento del anarquismo y sentimientos de extrema derecha y por contera un gran rango de ideas liberales de izquierda a una nueva generación ante todo en América Latina.
Otros movimientos como la ecología social, el movimiento de la autonomía de la mujer y, más recientemente, la economía participativa, y la democracia inclusiva, no son propiamente cruzadas contra el racismo, ni “ideologías abiertamente hostil a los principios de la democracia”, como lo dice la ex fiscal Morales, sino todo lo contrario, son políticas que involucran los sectores más amplios de la sociedad con una finalidad su libertad y bienestar.
Otra cosa dirán lo que lo saben todo, pero siempre será necesaria la equidad para que quienes detengan los grandes privilegios participen de los derechos del mínimo vital a unas minorías, que han carecido de lo necesario para una vida digna.
No desconozcamos que Francia Márquez es de una etnia negra quien se educó con esfuerzo y se superó, pertenece orgullosa a sus ancestros y grupos sociales que han ayudado al desarrollo nacional y hacen parte de nuestra cultura, que debemos salvar de la importación de la música en otros idiomas y desconocer nuestra música y costumbres.
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Por ello el Tolima es reconocido nacional e internacionalmente como defensor de sus ancestros y el departamento donde todo tiene voces de canto. No abandonemos nuestros ancestros y costumbres que nos hacen altivos y dignos. Lo contrario es nuestra desnaturalización como núcleo humano decisivo en las realizaciones.
Tratemos que todos tengamos acceso al menos a la esperanza como la mejor forma de querer y consolidar la concordia como elemento fundamental de la paz.
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