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Día del Campesino
El Día del Campesino debió celebrarse el primer domingo de junio pasado con igual o más interés que hace algunos años, pero no fue así. Antes se trataba de una verdadera fiesta, se entregaban títulos de propiedad por parte del Instituto Colombiano de la Reforma Agraria, sé aprobaban créditos de Caja Agraria y Banco Ganadero, se ofrecía apoyo técnico, se aprovechaba la ocasión para lanzar variedades de semillas y promocionar nuevos paquetes tecnológicos, con total entusiasmo y alegría.
La presencia del gobierno nunca faltó; había desfiles, competencias, recreación. Se obsequiaban azadones, machetes y se disfrutaba de la música campesina como de diferentes eventos en la plaza principal de pueblos y veredas.
Conmemoración para enaltecer el trabajo de los hombres y las mujeres del campo.
La ley 135 de Reforma Agraria expedida en 1961, concentró gran parte de la atención en el sector rural; fue la época en que se inició la construcción de los distritos de riego.
En 1968 recibió su personería jurídica la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos ANUC, se crearon las Empresas Comunitarias, Cooperativas y demás formas asociativas, entre ellas los cabildos indígenas, etc. para esos días se inauguraban proyectos de electrificación, carreteras, puentes, acueductos, alcantarillados, escuelas, puestos de salud, centros de acopio, etc, etc.
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Parecía estar definido un rumbo claro, pero con el tiempo nos dimos cuenta de que no; todo lo pasado fue mejor, tanto que ahora el país sigue dando tumbos.
Una es la realidad del pequeño productor campesino, minifundista que cultiva el pan coger en la zona de cordillera, con escaso nivel educativo y miles de necesidades.
Otro, el empresario con inversiones de capital intensivo, integración vertical y perspectiva exportadora. Cada quién por su lado.
Por eso, el sector agropecuario colombiano necesita de políticas de Estado claramente definidas por la Presidencia de la República que integren esos dos escenarios, no solo de manera coyuntural sino permanente y de largo plazo, con el trabajo concertado de todos los Ministerios.
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Hacer un seguimiento juicioso y frecuente, con su retroalimentación, de los Acuerdos Comerciales con otros países.
Estructurar la administración del riesgo siendo un sector de inmensa vulnerabilidad a todo tipo de factores que lo inducen. Y por supuesto, ser competitivos para poder conquistar mercados.
El reto es hacer rentable el campo y mejorar la calidad de vida de sus habitantes.
Las alianzas productivas con asociados que aporten recursos y participen del negocio, son un buen ejemplo para casos de comunidades emprendedoras de pequeños y medianos productores. E igualmente, crear incentivos a la inversión privada nacional o extranjera y dar en concesión areas potencialmente productivas, carentes de infraestructura vial y de servicios. El encadenamiento de los eslabones productivos mediante el modelo de clúster a nivel regional y local, pero, repito, priorizando siempre el bienestar campesino y su participación proporcional en el lucro de los proyectos emprendidos con su trabajo.
La verdadera sinergia de los tres factores principales de producción: el capital, el trabajo y la tierra, con enfoque social.
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