Columnistas
Descubriendo miradas
La actual e inédita coyuntura mundial generada por la pandemia del covid-19, ha originado sustanciales cambios en el comportamiento humano, alterando las costumbres, acabando con muchos paradigmas y estableciendo nuevas dinámicas en las relaciones interpersonales.
Nos hemos convertido en seres desconfiados, meticulosos, distantes, sumisos, a pesar de la tradicional indisciplina latina y hasta huraños. El confinamiento, nos ha obligado a encontrar espacios en nuestro propio hogar para desarrollar habituales prácticas tradicionalmente reservadas al aire libre, como el ejercicio, la caminata, el café, el cine, el paseo dominical, el deporte, el centro comercial y tantos ofrecimientos de la sociedad de consumo. Es increíble, que incluso hayamos tenido que aprender a conocer también a las personas que frecuentamos a diario.
Según la tradición, los ojos representan el ‘espejo del alma’, porque reflejan todos nuestros sentimientos y delatan nuestras emociones. Haciendo un recorrido por las calles, en uno de esos días de pico y cédula dedicados a apertrecharnos para soportar el encierro con algunas comodidades, encontramos decenas de rostros aprovechando también las cuatro horas de ‘recreo’, cubriendo sus miedos por una amalgama de tapabocas de todos los géneros, colores y hasta de colección de acuerdo al vestido, con prolongaciones imaginarias del rostro, y con los más diversos materiales.
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Hemos tenido que realizar, un verdadero curso de interpretación de miradas para no pasar de groseros y dejar de saludar a los amigos de toda la vida que pasan por nuestro lado y que no logramos identificar detrás de las caretas que nos vemos obligados a utilizar. Descubrimos entonces, que por lo general al ‘conocer’ las personas, ni nos percatamos del color de sus ojos, que son los que transmiten grandes rasgos de la personalidad y el carácter de cada quien. Muchas veces nos quedamos en el defecto físico, la estatura o la contextura, como signos de identificación y nos olvidamos de esa ventana que expresa más que mil palabras.
Igualmente, de la misma forma que se ha dicho que "las estrellas inclinan, pero no obligan", el color de los ojos puede revelar mucho, pero la mejor forma de conocer a otra persona es mirándola a los ojos y, más allá de su color, descubrir su alma.
Esperemos que este confinamiento, entre sus múltiples enseñanzas, nos conduzca a interpretar mejor a las personas, con una simple mirada. Como lo expresó sabiamente Gustavo Adolfo Bécquer: “El Alma que hablar puede con los ojos, también puede besar con la mirada”.
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