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Creer en Dios no evitó que me suicidara
Bienvenidos a la primera ciudad en Colombia, donde se debe renunciar al derecho de un Estado laico para acceder a una buena atención en salud mental … ¿Buena?.
A propósito de la polémica sobre las declaraciones de la Secretaria de Salud Municipal, existe una serie de interrogantes acerca de la eficiencia y eficacia en el manejo de nuestros recursos, el conocimiento en materia de Salud Pública y sobre todo, la causalidad de este tipo de política pública en Salud Mental que hacen apología a la insigne frase "Quién se suicida es porque le hace falta Dios en su vida". Repasemos un poco.
En Colombia ya existe una Política Nacional de Salud Mental, la cual no se puede desconocer a la hora de gestionar recursos e implementarlos en una Política Pública, por lo tanto los ibaguereños esperamos, ni más ni menos, que esta logre mitigar de manera real y significativa los altos índices de suicidios, sin embargo, si hacemos el ejercicio, en la Política Nacional nombrada, no se hace alusión al uso de sacerdotes, pastores, misas y similares, como intervenciones reales, mucho menos efectivas.
Si bien la espiritualidad es un elemento bastante valioso y primordial en el crecimiento personal de cada individuo, hay que tener claro que la espiritualidad no es semejante a "Creer en Dios", ya que incluso los idealistas de la liberación, agnósticos, ateos etc., en ellos también subyace la espiritualidad.
Lo que indica que si la Secretaria de Salud Municipal enfatiza en Dios como alternativa de acción, ya estaríamos hablando de una política pública que estaría dirigida a un grupo específico de una sociedad.
¿Exclusión?; lo que nos lleva a otro interrogante: ¿Quiénes han consumado el suicidio? ¿Son personas no creyentes de Dios ni practicantes de una religión?. Inverosímil.
Estudios desde Durkheim (S. XIX) pasando por Gutiérrez García (2006) hasta Cortés Alfaro (2015) y muchos más, se ha evidenciado la multicausalidad del suicidio (consumado o no consumado), como lo son Factores BiológicosGenéticos, Psicológicos, Espirituales, Culturales y uno tan complejo como lo son las problemáticas sociales, tales como 'el Amor', las oportunidades, educación, etc. Problemáticas tan profundas que van más allá de una solución divina. ¿Cómo decirle a un paciente con un trastorno mixto de depresión y ansiedad o esquizofrenia, que ir a una misa le permitirá distanciarse de sus ideas suicidas?
Además, de todo el componente científico que involucra este tema, ¿Por qué no aprendemos de los errores del pasado?. Esto, teniendo en cuenta que la Gobernación anterior (Oscar Barreto) ya había implementado este tipo de estrategias que sólo fueron fallidas en el intento de reducir los índices de suicidios, mucho menos “cercar el puente”, ya que tras recurrentes idealizaciones del suicidio, una cerca no limita a nadie ni mucho menos en sus hogares. ¿Cuál es la razón de seguir actuando de la misma forma?.
Las alternativas de acción e impacto las conocemos, ¿Por qué la Secretaria de Salud no?. Este escenario nos deja muchos interrogantes acerca de las razones por las cuales los actuales mandatarios de ambos entes territoriales (Alcaldía y Gobernación), e inclusive la administración anterior, del ex Gobernador Oscar Barreto, han definido que las misas, curas, pastores etc., son la forma más idónea de intervenir en la Salud Mental de los tolimenses.
Yo plantearía las siguientes dos disyuntivas:
La no eficiencia y eficacia en el uso de los recursos públicos en intervenciones sumamente insuficientes como Política Pública en Salud Mental, que no mitiga significativamente el problema. De esta forma, esta problemática se sigue utilizando como propuesta de campaña. O por otro lado, es que esta política pública tenga como objetivo adjudicar un contrato que beneficie a los sectores de distintas iglesias que contribuyeron a la elección de ambos mandatarios. Me preocuparía que sean ambas, pero haremos uso del artículo 29 de la Constitución Política de Colombia.
Finalmente, hago un llamado a la Secretaria de Salud Municipal y demás colegas profesionales de la salud que hacen parte de su equipo, hacer un uso responsable del erario dirigido a la salud de la población ibaguereña, junto con la siguiente invitación: ¿Y si nos pensamos una Política Pública en Salud Mental Integral?. Que si bien la ciudadanía tendrá la oportunidad de reforzar su espiritualidad, también podrá acceder oportunamente con psicólogos eficientes, una educación desde la infancia sobre las habilidades para la vida, el manejo de emociones, una sociedad capacitada en primeros auxilios psicológicos, un plan de bienestar para el municipio, dirigido a las causales principales de los eventos en salud que tanto han encendido las alarmas de nuestra ciudad.
* Estudiante de Enfermería UT
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