Análisis

¿La iglesia católica de avanzada?

¿La iglesia católica de avanzada?

Las consecuencias de la visita del Papa Francisco a Colombia, son muchas y medulares. Son la presentación de una Iglesia de avanzada, renovada que mayoritariamente le ganó la batalla a los sectores oscurantistas, reaccionarios y retrógrados del catolicismo.

Este proceso de evolución y desarrollo no solo espiritual sino político y social de la iglesia, arranca desde el Concilio Vaticano II, convocado por el Papa Juan XXIII en 1959, que se constituyó en uno de los eventos históricos que marcaron el siglo XX en el mundo religioso, especialmente el católico porque abrió las puertas a las relaciones con otras congregaciones. Asimismo, el compromiso de modernizar la Iglesia, renovar la moral de la vida cristina poniendo al catolicismo al día actualizando la vida de la Iglesia sin definir ningún dogma, incluso con nuevo lenguaje conciliatorio frente a problemas actuales y antiguos.

Las metas propuestas por el Concilio Vaticano II, significó un golpe contundente a los sectores más conservadores y una apertura de las sotanas a campos de avanzada y compromisos concretos con el pueblo católico que  no solo esperaba teología y rezos sino soluciones a los problemas que viven en la tierra, como el hambre, salud, educación, marginalidad, entre otros.

Este Concilio dio espacio para que la Iglesia asumiera con más libertad por parte de sus integrantes caminos libertarios en la lucha política o social. Fue así, como en la década de los 60-70, en nuestro país surgió el Grupo Golconda, integrado por clérigos que asumieron un rol histórico con la Teoría de la liberación, que sacudió los cimientos de la Iglesia colombiana, especialmente en los sectores más reaccionarios y oscurantistas, pero que con sus aciertos y errores, obligaron a pensar en un templo más cerca del pueblo y sus necesidades, cuestionador de las injusticias sociales y comprometido en las luchas sociales de los desposeídos.

Ya el obispo brasilero Helder Camara, había definido con su famosa frase este enfrentamiento entre la Iglesia comprometida con su pueblo y la de los ricos: "Si le doy de comer a los pobres, me dicen que soy santo. Pero si pregunto por qué los pobres pasan hambre y están tan mal, me dicen que soy comunista".

Por eso, no es de extrañar la actitud coherente que desde cardenal en la Argentina, ha asumió el hoy Papa Francisco. Es un hombre que ha vivido al lado de los humildes, perseguidos y excluidos; de allí, que sus planteamientos de toda índole expuestos en su reciente visita al país, tocando los puntos fundamentales, incluso de la propia Iglesia, sean los que todo el mundo siente, toca y palpa. Es un Papa terrenal que nos traslada a Dios a los problemas que sentimos a diario.

En consecuencia, temas como la reconciliación, la paz, la verdad, la reparación y las víctimas, hayan sido centro de sus pronunciamientos en nuestro país, donde sin duda los más afectados con las homilías papales, sean los grupos ultraderechistas que tienen como bandera política la guerra, el odio, la venganza y la mentira.

El respaldo abierto y sin titubeos al desarrollo de los acuerdos de La Habana, para salir a la búsqueda de un nuevo país, son un mensaje claro a los guerreristas que deben deponer sus espíritus violentos y sin mentiras ni cizaña contribuir a la construcción de la nueva Colombia, cosa que consideramos difícil en la medida que la estrategia electoral que tienen para el 2018, está circunscrita al fracaso de los acuerdos de paz.

De todas maneras, la Iglesia católica colombiana, en su inmensa mayoría, tiene un nuevo rumbo que se viene fomentando desde hace varios años, y que no es aquella de mediados del siglo XX, cuando estaba al servicio de oscuros interés de sectores reaccionarios y violentos. Hoy, las cosas son a otro precio.

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