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La opresión de los poderosos

La opresión de los poderosos

Por: Edgardo Ramírez Polanía


Los organismos encargados de prevenir los conflictos y mantener la paz y la seguridad del mundo, no han sido eficaces en la mediación ni en la aplicación de los reglamentos, para prohibir el abuso, la opresión y la muerte, que ejercen algunos gobernantes mediante actos perversos y repudiables, generados por la animadversión entre países que hoy amenazan la paz del mundo.

Los especialistas de la política y del estudio complejo de las conductas y sentimientos de los hombres, se han quedado cortos en dar una solución a los grandes conflictos sociales, que surgen de las desigualdades y abusos de quienes detentan el poder y que han sido la causa de las protestas y las guerras geopolíticas a través de la historia, como ocurre actualmente entre los gobiernos de China, Rusia, Corea del Norte e Irán contra los países de Occidente por las guerras de Ucrania e Israel.

Si bien, Latinoamérica no corresponde a una referencia de Europa o el resto del mundo en ese ámbito político, porque esa denominación nuestra es simplemente geográfica, un dato censual, pero no una categoría especifica, a través de la cual, se pueda definir una singularidad de destino y de misión histórica, donde sólo el arte florece, porque no existe una corriente continua de descubrimientos científicos, deben mencionarse los abusos económicos, de género, migratorios, de expresión, de algunos de sus gobernantes que han impedido el desarrollo continental .

Son evidentes las opresiones en América Latina, como en Argentina donde el presidente Javier Milei, un extraviado con motosierra eléctrica en sus manos,  amenaza a sus opositores y los hostiga mediante confrontaciones violentas para intimidar y silenciar a quienes piensan diferente, especialmente a  periodistas.

En Venezuela, un obcecado como Maduro, que participó en las elecciones y dijo que ganaría “por las buenas o por las malas”, gobierna esa nación violando los derechos humanos, mediante la represión y el destierro a sus opositores. Lo mismo ha ocurrido en Guatemala donde se han socavado los controles institucionales y se persigue a los periodistas, fiscales y jueces independientes que han investigado actos de corrupción gubernamental.

Nicaragua es otro mal ejemplo de corrupción y falta de garantías electorales con Daniel Ortega, porque los candidatos opositores son encarcelados y otros se exilian en el extranjero por las persecuciones y con ello ha logrado la repetición de su gobierno cinco veces consecutivas y se ha convertido en una tirano que violan le ley y desconoce los derechos humanos.

En el Salvador, un vanidoso presidente Nayib Bukele, mediante estado de excepción permanente, eliminó el juicio justo, el principio de legalidad en materia penal y la prohibición de la tortura y la discriminación. En países como Bolivia, Chile, Cuba, Paraguay y Perú, las autoridades responden con medidas represivas a las protestas públicas por la corrupción y los abusos del gobierno, que persigue a opositores, defensores de derechos humanos y periodistas.

En Colombia desde el año 1984 hasta el año 2022, se implementaron políticas de represión policial contra la libertad de expresión y la defensa de los derechos humanos. Los riesgos de los defensores y líderes comunales para defender la tierra y el medio ambiente se han recrudecido, por el hostigamiento, la estigmatización y la muerte violenta de sus líderes por parte de grupos al margen de la ley.

En Colombia a partir de 1991, con César Gaviria, se abrió hacia un proceso de privatización de sus empresas públicas para venderlas al sector privado, que constituye un abuso porque los servicios públicos, dejan de beneficiar a los segmentos más pobres de la población, que incluyó a los bancos, la Empresa de Energía Eléctrica de Bogotá en la alcaldía de Jaime Castro, Telecom, Ecopetrol, Electricaribe, Seguros Social, Promigas  e Isagén y Electrificadora de Boyacá, éstas dos ultimas en el gobierno de Juan Manuel Santos, para obtener a corto plazo flujos de caja para el despilfarro.

Hasta las reservas de oro del país, se vendieron en el gobierno de Iván Duque a través del Banco de la República, que no sólo es un abuso sino una  arbitrariedad que no es investigada ni sancionada, porque los organismos de control fiscal se convirtieron en elefantes blancos de la burocracia oficial, que no han podido evitar la deleznable conducta de algunos gobernantes, que actúan por vanidad de glorias efímeras del poder, al expedir actos que no siempre van en favor de la sociedad y son originados en la incomprensión y el odio de clases, que han hecho carrera como un medio de justificar actitudes y políticas.

En Colombia, el gobierno del presidente Gustavo Petro, anunció a mediados de octubre en la Conferencia Interamericana de Ministros de Trabajo de la OEA, que no desea firmar nuevos contratos de exploración de petróleo y gas, en atención que se ha convertido en líder de desligar las economías del carbón y petróleo con tránsito a energías limpias y Colombia tiene sus mayores ingresos de esos productos y sería de altos costos sociales para el país, tomar una decisión de esa naturaleza.

Así mismo, presentó al Congreso, un proyecto de ley de reforma a las pensiones, que fue aprobada con coimas entregadas por un alto funcionario del gobierno a algunos congresistas con producto de sobre costos de bienes adquiridos por la entidad estatal UNGRD y entregados  congresistas y Presidente del Senado y Cámara de Representantes.

Los jefes de Estado en las democracias no son elegidos para que hagan lo que les venga en gana, sino que están sometidos a precisas normas legales, consagradas en nuestra Constitución Nacional, que preceptúa que los servidores públicos no sólo son responsables por infracción de las disposiciones contenidas en ellas, y de las leyes, sino también, “por omisión o extralimitación en el ejercicio de sus funciones”.

La humanidad se encuentra suspendida en los arcanos de la voluntad de unos semidioses de barro, que no respetan los mas sagrado de las personas que son sus derechos fundamentales y su vida, donde el alma permanece en cada sensación, en cada recuerdo, en cada deseo, en cada afirmación o negación de la conciencia, donde se encuentra aprisionada su voluntad por algunos gobernantes que amparados en el poder vulneran los derechos fundamentales.

Los gobernantes que cometen acciones innobles contra la sociedad o las instituciones, para asegurar su reelección mediante el fraude electoral y el fanatismo político, la represión y el despotismo para una sociedad de raza perfecta, como en épocas oscuras del nazismo, deben ser rechazados por una razón esclarecida de los pueblos libres. 

El efímero esplendor del poder, se convierte generalmente en harapos de una época donde yacen los misterios de la vida con su expresión de simplicidad y las apariencias de grandiosidad, que palpitan en el seno humilde de la naturaleza, donde danzan los seres ficticios de Werther, Don Quijote o Cien Años de Soledad, descritos con el genio de la esencia metafísica del mundo.

Los ciudadanos tenemos el deber de exigir a los gobernantes que se respeten la leyes, las instituciones y los derechos fundamentales, y rechazar todo acto corrupto, despótico y violento para que pueda imperar la convivencia y la paz social.  

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