Por: Cristian Acosta Guzmán - Presidente del Tolima Unión Patriótica

En Colombia estamos en un momento crítico en la historia política del país. El Pacto Histórico, la coalición progresista que llegó al poder en 2022, enfrenta el desafío de mantener su cohesión y de dar un paso adelante hacia la consolidación de un proyecto transformador. Sin embargo, para lograrlo deberá superar obstáculos monumentales, tanto internos como externos.

Uno de los mayores retos que enfrentamos es la necesidad de que todos los partidos de la coalición tomen una decisión valiente: unirse en un solo partido, dejando atrás las personerías jurídicas individuales. Una medida necesaria si queremos enfrentar con fuerza el 2026, cuando el espectro del autoritarismo, impulsado por los partidos tradicionales y medios de comunicación cómplices, se presenta como una amenaza real.

La derecha en Colombia, como en otros países de la región y del mundo, ha adoptado estrategias autoritarias disfrazadas de “orden” y “seguridad”. Apelan a un discurso de miedo, aprovechando la desinformación para crear una narrativa en la que cualquier intento de cambio es presentado como una amenaza. 

Los medios de comunicación, dominados por las mismas élites que durante décadas han explotado y marginado a las mayorías, juegan un papel clave en la tergiversación de los avances del gobierno y en la persecución de quienes representan una alternativa al status quo.

En este contexto, la única forma de contrarrestar esta avanzada autoritaria es con unidad y movilización popular. La experiencia histórica nos demuestra que la división en las filas progresistas solo favorece a los sectores reaccionarios, que no dudan en aprovechar cualquier fisura para deslegitimar los procesos de cambio. La movilización social será fundamental, pero esta debe estar respaldada por una estructura política sólida y cohesionada.

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Si el Pacto Histórico supera el desafío de fusionarse en un solo partido, estará enviando un mensaje claro al país: estamos unidos por un proyecto de nación más allá de los intereses particulares. Es una apuesta arriesgada, pero es la única que nos permitirá enfrentar el 2026 con una fuerza que pueda hacer frente a los discursos de miedo y al autoritarismo que se propagan bajo la fachada de la “democracia”.

La victoria del 2022 fue apenas el primer paso. Hoy, más que nunca, es necesario que el proyecto de cambio se consolide y que la movilización popular no decaiga. El pueblo colombiano ya ha demostrado que está dispuesto a luchar por una Colombia más justa, pero es responsabilidad del liderazgo del Pacto Histórico estar a la altura de ese mandato. Si logramos superar estos retos, el 2026 nos dará de nuevo la victoria, una victoria que no solo será política y social, sino también ética, frente al autoritarismo que acecha.