El nombre indiscutible que universalizó a Colombia es Gabriel García Márquez, ese sí el ‘Gran Colombiano’. Su nombre permanece vivo en todos los rincones del mundo gracias a su portentosa obra literaria. Por eso recordarlo en su día de nacimiento hace 96 años, es rendirle tributo al hombre que hizo de la palabra escrita el arte inconmensurable.

Cuando el gran Gabo fallece en Ciudad de México el 17 de abril de 2014, entre los tantos homenajes y escritos que se hicieron en ese momento, se recreó la anécdota que él mismo García Márquez contó en su autobiografía ‘Vivir para contarla’, del instante cuando encuentra la forma de escribir, la que sería su obra cumbre, ‘Cien años de soledad’.

En 1960, Gabo se trasladó a México con Mercedes Barcha, su esposa y su primogénito Rodrigo, nacido en Bogotá en 1959. En Ciudad de México nació su segundo hijo Gonzalo, en 1962. Tres años después surgiría la inspiración que lo consagraría en la literatura universal. Un buen día mientras Gabo conducía se detuvo para decirle a Mercedes, su mujer que ya había encontrado el tono para narrar una novela que lo venía atormentando.

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Gabo le dijo a Mercedes que iba a narrar una historia con la misma cara de palo con que su abuela le contaba sus historias fantásticas. A su esposa le encomendó que se hiciera cargo de los asuntos del hogar mientras él se dedicaba a escribir. Durante 18 meses continuos con una disciplina férrea, en junio de 1967 se levantó de su escritorio para entregar la obra que se convertiría en una de las más trascendentales de la literatura universal: ‘Cien años de soledad’.

Otra anécdota llamativa que se cuenta en el diario  El País de España recuerda que el 21 de octubre de 1982, en Ciudad de México, Gabo llegó pálido y tembloroso hasta la casa de uno de sus mejores amigos, el poeta y narrador Álvaro Mutis, a quien casi sin aliento le dijo: necesito esconderme durante un buen rato, porque ha ocurrido algo terrible. Mutis creyó que se había peleado con su mujer, pero con el humor negro de siempre, Gabo le respondió: Peor, me acabo de ganar el Premio Nobel. Calmado el susto, García Márquez regresó a su casa, se reunió con Mercedes su mujer y sus hijos y les dijo: En esta casa seguiremos la vida como si nada hubiera pasado, cada uno con las cosas que tiene pendientes. Entonces salió al jardín y se reunió con reporteros, fotógrafos, camarógrafos, vecinos y amigos que querían compartir champaña con él.

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García Márquez, el enorme escritor y periodista, el hombre que enamoró el mundo con su prosa exquisita, el escritor militante siempre al lado del pueblo.